Carreteras m¨¢s seguras
El descenso en el n¨²mero de v¨ªctimas confirma que se pueden combatir los accidentes
Los accidentes de tr¨¢fico no son una fatalidad contra la que todos los esfuerzos resultan in¨²tiles: ¨¦sa es la principal lecci¨®n que debe extraerse del descenso de muertos en carretera durante 2008, que todav¨ªa rebasan los dos millares pero que son un 20,3% menos que los del a?o anterior. Es el quinto a?o consecutivo en el que se reduce el n¨²mero de v¨ªctimas en las carreteras y habr¨ªa que mirar m¨¢s de cuatro d¨¦cadas atr¨¢s para encontrar una cifra inferior, con la diferencia de que el parque m¨®vil ha pasado en este tiempo de uno a 30 millones de veh¨ªculos.
El reconocimiento de este avance puede resultar, sin embargo, un arma de doble filo, bueno si sirve para convencer a quienes se ponen al volante de que est¨¢ en su mano reducir el riesgo de accidente, malo si se interpreta como prueba de que la mortalidad en carretera es un problema susceptible de ser resuelto de una vez y para siempre. En primer lugar, porque sigue estando ah¨ª: la cifra de vidas perdidas en carretera no deja de ser escalofriante, y m¨¢s si se suma la de quienes arrastrar¨¢n secuelas f¨ªsicas y psicol¨®gicas. Pero, en segundo lugar, porque la tendencia de estos ¨²ltimos a?os puede invertirse si los conductores y la administraci¨®n bajan la guardia. No ya cada a?o, sino cada mes y hasta cada jornada en la carretera deber¨ªa constituir un objetivo en s¨ª mismo, en el que todas las precauciones tienen que ser adoptadas como rutina. Porque el riesgo de accidente no es una abstracci¨®n que se conjura y desparece, sino una posibilidad que se actualiza cada vez que alguien se pone al volante.
Las medidas adoptadas de manera sostenida por el Gobierno est¨¢n dando resultados, desde la aprobaci¨®n del carn¨¦ por puntos hasta el reforzamiento de la vigilancia. Pero convendr¨ªa avanzar con m¨¢s decisi¨®n en el siguiente paso, que consiste en mejorar las infraestructuras para eliminar los puntos negros y facilitar la conducci¨®n en las v¨ªas secundarias, donde se sigue produciendo el mayor n¨²mero de accidentes. Por fortuna, los h¨¢bitos de conducci¨®n est¨¢n cambiando, pero habr¨ªa que proponerse su radical transformaci¨®n hasta desterrar cualquier comportamiento imprudente. Cada conductor tiene que saber que realiza una actividad no por cotidiana poco peligrosa, que exige tanta atenci¨®n en el manejo de su veh¨ªculo como disposici¨®n para facilitar el que realizan los otros. En carretera, el destino de uno afecta a todos.
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