El Lute tambi¨¦n se acuerda
Eleuterio S¨¢nchez, El Lute, fue juzgado y condenado a muerte en 1965 por un tribunal militar. Hab¨ªa participado en el atraco a una joyer¨ªa, durante el que muri¨® un vigilante, y se le aplic¨® la Ley de Bandidaje y Terrorismo, que trataba de identificar como delincuentes comunes a opositores radicales al r¨¦gimen. Lo defendi¨® un teniente que no sab¨ªa de Derecho y que, seg¨²n cuenta, se cuadraba antes de hacer cada pregunta ante el fiscal, un general. Era el estilo de la dictadura, que tambi¨¦n los militares sentenciaran sobre delitos comunes, y aplicaran sin muchos miramientos la pena capital. Ahora El Lute, ampar¨¢ndose en la llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica, reclama que se declare "radicalmente nulo" aquel proceso.
Terminaron entonces por conmutarle la condena a muerte por 30 a?os de c¨¢rcel, y fueron despu¨¦s sus fugas las que le dieron una enorme celebridad. Su condici¨®n de mito creci¨® cuando se supo que entre rejas empez¨® aprendiendo a leer y termin¨® como abogado.
Se ha acordado El Lute de aquel remoto ceremonial de 1965 y sostiene que fue un juicio sumar¨ªsimo, sin garant¨ªas de ning¨²n tipo y seg¨²n el chapucero gui¨®n de una ley franquista. As¨ª que reclama la nulidad y pedir¨¢ una indemnizaci¨®n. Considera que tuvo que haber salido de prisi¨®n con la Ley de Amnist¨ªa de 1977, por la que dejaron la c¨¢rcel distintos bandidos y terroristas condenados con la misma ley, y ¨¦l no pudo hacerlo hasta 1981, tras penar largamente por unos cuantos "delitos fam¨¦licos".
Franco y sus tribunales fueron capaces de poner en escena disparates tan enormes como el de juzgar y condenar (y llevar a la c¨¢rcel al pared¨®n o al ostracismo) por "rebeldes" a los militares que fueron leales a la Rep¨²blica. A partir de ah¨ª pod¨ªa ocurrir cualquier cosa. Como que un general pidiera la pena de muerte para un delincuente com¨²n. Si la Ley de la Memoria Hist¨®rica ha provocado ya multitud de pol¨¦micas jur¨ªdicas, ahora podr¨ªa abrirse un nuevo frente. Fueron millares los damnificados por unos juzgados que segu¨ªan el "aqu¨ª mando yo" que impuso el tirano, pero por grotescas que fueran sus sentencias, no es lo mismo luchar contra la dictadura que cometer "delitos fam¨¦licos". Los juzgados decidir¨¢n.
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