'La terraza de los Palau'
Anoche fui a la cena del Nadal, la fiesta literaria con m¨¢s solera de Barcelona, y tuve la suerte de que me sentaran a una mesa llena de amigos. Como el Ritz est¨¢ en obras, este a?o la cita era en el Palace de la Gran Via entre el paseo de Gr¨¤cia y la Rambla de Catalunya, hotel precisamente al que tengo asociado con algunos recuerdos de literatos en tr¨¢nsito por Barcelona, pero esa historia aqu¨ª no viene a cuento. Entr¨¦ el primero en el sal¨®n comedor cuando s¨®lo estaban all¨ª los camareros, y cada mesa estaba muy bien puesta y todos esos espejos, ara?as de cristal y metales del Palace deslumbraban con brillos y reflejos y fulgores, y el comedor, en fin, estaba ba?ado en luz dorada y, como se dice, "tutto in fior". Tal espect¨¢culo me record¨® una ocasi¨®n semejante, en un trasatl¨¢ntico italiano, cuando fui el primer pasajero que entr¨® en el comedor y sorprend¨ª a un camarero dici¨¦ndole a su compa?ero, con tono rom¨¢ntico y zumb¨®n, mientras se?alaba la lujosa extensi¨®n de mesas presididas por exuberantes ramos de rosas rojas:
Maruja Torres asoci¨® el Nadal a su primera ganadora, en 1945, Carmen Laforet, con 'Nada'
-Siamo soli: tu, io, e le rose.
Entonces me vio con el rabillo del ojo, carraspe¨® y se tir¨® de los faldones de la chaquetilla para ofrecer una estampa de pompa y circunstancia, pero se le escapaba la sonrisa... "Estamos solos: t¨², yo y las rosas". Siempre he deseado repetir esta frase, pero la ocasi¨®n no se presenta. En cuanto al premio, ya sabe el lector que lo gan¨® Maruja Torres, tan querida en Barcelona, y que la novela finalista fue El libro del amor esquivo, de Rub¨¦n Abella, un sujeto culto, fino y articulado, del que de momento s¨®lo s¨¦ que es un buen escritor, autor de otros tres libros, y que ha vivido en Nueva Orleans y en Australia, de donde vuelve peri¨®dicamente a Madrid.
En las palabras de agradecimiento Maruja Torres, muy contenta, asociaba el Nadal a su primera ganadora, en 1945, Carmen Laforet, que lo obtuvo por Nada, y a Ana Mar¨ªa Matute, que lo obtuvo con Primera memoria en 1959, o sea hace 50 a?os, y que se hallaba anoche en la fiesta...
Tuve ocasi¨®n de charlar unos minutos con el colega Sergi Doria, que recientemente ha editado la pentalog¨ªa La ceniza fue ¨¢rbol, de Ignacio Agust¨ª, el creador del Premio Nadal junto con otros literatos de la ¨¦poca, entre ellos Juan Antonio Masoliver y Joan Teixidor y el editor Josep Verg¨¦s.
En unas p¨¢ginas muy divertidas de sus memorias Ganas de hablar (Planeta 1974) relata la concesi¨®n del primer premio. C¨¦sar Gonz¨¢lez Ruano, que era una celebridad y un escritor excelente aunque de producci¨®n excesiva y apresurada, y que era amigo de Agust¨ª, hab¨ªa estado escribiendo durante dos meses una novela, titulada La terraza de los Palau, en el velador de un chiringuito de Sitges, donde entonces viv¨ªa y proclamaba a los cuatro vientos que ya ten¨ªa en el bolsillo el nuevo premio que le hab¨ªan organizado sus amigos de Barcelona. A Agust¨ª y otros miembros del jurado le toc¨® la papeleta de ir a Sitges y comunicarle que el vencedor no ser¨ªa ¨¦l, sino Carmen Laforet, entonces una perfecta desconocida.
La noticia ya hab¨ªa llegado a Sitges por la radio cuando Agust¨ª y sus expedicionarios llaman a la puerta de Ruano; abre la esposa (ya no recuerdo si se llamaba Luisa o Concha), y desde lo alto de la escalera se oye la voz t¨¦trica de C¨¦sar, que vejado, blas¨¦ y flippant, dice: "Luisa, preg¨²ntales a esos se?ores qu¨¦ desean".
-?Hombre, C¨¦sar no te lo tomes as¨ª!
Les llev¨® toda la noche y algunas botellas aplacar el sentimiento de Ruano de haber sido traicionado. La novela de Laforet, le dec¨ªan, es muy buena, mientras que la suya estaba muy descosida. De hecho creo que La terraza de los Palau ni siquiera se lleg¨® a publicar.
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