Canciones vengadoras
Toda la prensa estadounidense ha informado del fallecimiento de William Devereux Zantzinger. Curioso: era un villano pero el mundo le hab¨ªa olvidado. Excepto que Bob Dylan escribi¨® una canci¨®n sobre su caso. Y nadie se ha resistido a la simetr¨ªa hist¨®rica: ha muerto unos d¨ªas antes de que preste juramento el primer presidente negro de EE UU.
Las necrol¨®gicas recuerdan lo ocurrido en 1963. Zantziger, de 24 a?os, terrateniente de Maryland, acudi¨® a un baile de la alta sociedad, en el Emerson Hotel de Baltimore. Iba con su esposa y hab¨ªa bebido mucho. Exigi¨® otra copa a Hattie Carroll, camarera negra de 51 a?os. Como le pareci¨® que no entend¨ªa su urgencia, la golpe¨® con un bast¨®n. Unas horas m¨¢s tarde, la se?ora Carroll fallec¨ªa. Ten¨ªa 11 hijos y problemas de hipertensi¨®n.
Una canci¨®n de Dylan impidi¨® el olvido de un sangrante caso de racismo institucional
La canci¨®n de Dylan naci¨® de la indignaci¨®n general ante lo ocurrido despu¨¦s. Zantzinger era hijo de un constructor de Washington. Se movieron los hilos para que se enfocara con comprensi¨®n el, uh, lamentable exceso de Billy. El mensaje fue recibido: tres jueces le condenaron por homicidio a 500 d¨®lares de multa y seis meses de c¨¢rcel.
Todo fueron facilidades: se retras¨® su ingreso en prisi¨®n hasta que terminara la cosecha de tabaco en sus tierras. Se le destin¨® a las cocinas y, por buena conducta, sali¨® en tres meses. Y all¨ª hubiera quedado todo de no intervenir Dylan: escribi¨® The lonesome death of Hattie Carroll, una obra maestra donde despellejaba fr¨ªamente el racismo que permit¨ªa semejante ultraje. Ni siquiera tuvo que especificar la raza de agresor y v¨ªctima. Con su lapidario verso final -"ahora s¨ª es el tiempo de llorar"- transmit¨ªa su furia.
La solitaria muerte de Hattie Carroll sigue en el repertorio de Dylan, a diferencia de otras composiciones dedicadas a desdichados h¨¦roes negros, como George Jackson o Hurricane. Esta ¨²ltima le trajo alg¨²n quebradero de cabeza: fue demandado por alguien que se cre¨ªa difamado en la letra. Adem¨¢s, Dylan pudo conocer a Robin Hurricane Carter cuando todav¨ªa estaba entre rejas y, como otros defensores suyos, recibi¨® unas vibraciones que no se correspond¨ªan con su rol de inocente encarcelado.
Con el tiempo, tambi¨¦n ... Hattie Carroll ha pasado por la trituradora del revisionismo. Howard Sounes, bi¨®grafo de Dylan, habl¨® en 2001 con Zantzinger y encontr¨® que ten¨ªa razones para sentirse maltratado por el cantautor. Las cosas no ocurrieron as¨ª, insist¨ªa: por ejemplo, el supuesto instrumento homicida era un bast¨®n de juguete.
Zantzinger iba camino de ser rehabilitado, pero la hemeroteca le atrap¨® en el ¨²ltimo momento. Cuando el Baltimore Sun -el peri¨®dico que aparece en la serie The Wire- preparaba su obituario, apareci¨® su nombre en otra cr¨®nica de tribunales. En 1992, hab¨ªa vuelto a ser condenado: cobraba el alquiler de unas casas miserables, sin agua corriente, y no dudaba en apremiar a los inquilinos, incluso recurriendo a los alguaciles. Hasta que se descubri¨® que, a?os antes, le hab¨ªan embargado aquellas caba?as, por no pagar los impuestos correspondientes.
Resulta tentador pensar que, en algunas sociedades, es m¨¢s grave enga?ar al Estado que derramar sangre. Pero el juez sab¨ªa a qui¨¦n ten¨ªa enfrente. Le cayeron 18 meses de c¨¢rcel, una multa de 50.000 d¨®lares (37.000 euros)... y 2.400 horas de servicios comunitarios a inquilinos de renta baja. Algo que en Baltimore quiere decir negros.
Babelia
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