El hombre pasmado
Al ciudadano corriente y moliente del siglo XXIle resulta cada vez m¨¢s dif¨ªcil entender por qu¨¦ ocurre lo que ocurre. Por ejemplo, hay crisis y baja el consumo, y en Espa?a cae por tantoel ¨ªndice general de precios. Qu¨¦ curioso: le suben las tarifas de los servicios b¨¢sicos. La Federaci¨®n de Usuarios y Consumidores Independientes ha calculado que s¨®lo el incremento del importe de la luz, el agua, algunas tasas y el transporte puede significar un gasto de unos nueve euros m¨¢s al mes. S¨ª, es cierto, el petr¨®leo ha bajado de manera espectacular, pero los bonos de 10 viajes para el metro y el autob¨²s cuestan en Madrid 50 c¨¦ntimos m¨¢s. Podr¨¢ parecer una minucia, pero se trata de un incremento del 20%.
As¨ª que el ciudadano corriente y moliente se pone a hacer n¨²meros y se pregunta: si el barril de petr¨®leo cuesta alrededor de 100 d¨®lares menos desde el verano, ?qu¨¦ diablos est¨¢ pasando para que el transporte salga m¨¢s caro?
El pasmo, el asombro, la perplejidad van as¨ª convirti¨¦ndose en las se?as de identidad del hombre del presente.
No hace mucho pudo contemplar c¨®mo los expertos financieros de algunos de los bancos m¨¢s importantes del mundo hab¨ªan sido enga?ados por un tal Madoff mientras jugaban al golf. Un caballero simp¨¢tico y un timo elemental, y una cifra espeluznante de d¨®lares que se volatiliza por arte de birlibirloque. Seguramente no es casual que el nuevo siglo se inaugurara con un atentado que nadie hab¨ªa imaginado ni siquiera en la peor de sus pesadillas. Un grupo min¨²sculo de fan¨¢ticos que burla todos los sistemas de seguridad del imperio m¨¢s sofisticado para derribar dos inmensos rascacielos en su coraz¨®n financiero.
Bajan los precios, suben los servicios. Hay quienes se asombran tambi¨¦n de que los bancos sigan sin conceder pr¨¦stamos cuando han recibido una fuerte inyecci¨®n de fondos por parte del Estado. Crece la perplejidad, nadie entiende nada.
A cada ¨¦poca le corresponde un tipo de hombre concreto. Hubo tiempos religiosos y otros descre¨ªdos. Reinaron las grandes ideolog¨ªas, lleg¨® el existencialismo y otras tantas cosas m¨¢s. Hasta hoy, en que la figura que define nuestro tiempo es la del hombre pasmado.
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