La campa?a m¨¢s aburrida
Aconseja Voltaire que siempre resulta m¨¢s conveniente esforzarse en ser interesante que exacto porque el espectador lo perdona todo menos el sopor. De haber vivido en la Galicia actual en lugar de la Francia ilustrada conocer¨ªa algo a¨²n m¨¢s imperdonable: ser inexacto y un plasta. Ni la inexactitudes de los contendientes logran a?adir inter¨¦s a una campa?a tan previsible como las rebajas de enero y donde a los espectadores aunque queramos nos resta poco por perdonar.
El candidato Feij¨®o9 apuntaba maneras cuando present¨® su intr¨¦pida est¨¦tica bondiana y promet¨ªa hablarnos de cu¨¢nto de verdad nos importa. Ten¨ªa su encanto verle en la Red cazoleando en la cocina de su piso explic¨¢ndonos, en gallego, c¨®mo afronta la crisis en su compra diaria o ense?¨¢ndonos, en castellano, el estanco de su abuela, que, como todo en la Galicia rural, funcionaba 24 horas cuando a¨²n no se hab¨ªan inventado los afterhours ni el botell¨®n. Dice mucho de la actitud ling¨¹¨ªstica del candidato que utilice el gallego para proponer medidas anticrisis y el castellano para hablar de s¨ª mismo y su infancia, la patria del hombre. Sin embargo, inicios tan prometedores han carecido de continuidad y ya nos est¨¢ hablando de lo de siempre: Plan Galicia, que ledicia!, o c¨®mo hacer todo aquello que no hicieron antes pero ahora har¨¢n porque en Madrid ya no gobiernan los suyos. O la apasionante cuesti¨®n de si los debates deben ser a dos, a tres o a capela; buscando sembrar ciza?a entre sus adversarios con la sutileza de Chiquito de la Calzada, llamando cobarde a Touri?o por no poner los cuernos al socio, y pecador a Quintana por dejarle ir sin montar una escena de celos.
Todos empiezan jugando a dar espect¨¢culo, pero acaban habl¨¢ndonos de lo de siempre: de lo suyo
El candidato Touri?o arranc¨® con un esp¨ªritu pop. Sabedor de que lo suyo no es el videoblog y puede provocar cierta alarma social verle en el sal¨®n de su casa jugando con una Wii mientras explica con su soltura habitual su apuesta por las nuevas tecnolog¨ªas, prefiri¨® rejuvenecer la banda sonora de sus m¨ªtines, cambiando los soniquetes partidarios por una selecci¨®n de cl¨¢sicos de la MTV. Pero ese estreno a lo Papito Tour fue flor de un d¨ªa y ya nos est¨¢ hablando de lo de siempre. El candidato socialista parece aquejado de un mal com¨²n entre los presidentes en campa?a: la maldici¨®n del GPS. Confunden gobernar con ser transportista. Se pasa el d¨ªa subiendo y bajando de todo tipo de transportes mientras anuncia variantes y reduce tiempos de viaje. En los descansos entre alta y baja velocidad, se afana en lo que todo padre viajero con hijos revoltosos: abroncar a su socio a lo Serrat: ni?o, deja ya de joder con el viento, el gallego o la pelota.
El candidato Quintana, un tanto encasillado en el rol de joven gal¨¢n a quien se rifan las se?oras para echar un pasodoble, tambi¨¦n busc¨® la Red para ampliar su perfil con QuinTV. En el canal, adem¨¢s de comprobar que no queda ni un cent¨ªmetro de Allariz sin ense?ar, se le puede ver asistiendo patri¨®ticamente al Galicia-Ir¨¢n o proponiendo hacer algo con la autopista que no sea pagar y callar, para variar. Ese esfuerzo por desapolillar la imagen nacionalista tampoco disfruta de perseverancia y ya estamos como de costumbre. El candidato nacionalista ocupa demasiado de su tiempo explicando las decisiones de una organizaci¨®n que transmite m¨¢s tristeza que Jos¨¦ Luis Perales y donde nunca cesa el ruido de los mismos dinosaurios de siempre, enzarzados en las mismas est¨¦riles pol¨¦micas de siempre, convertidas en irresolubles cuestiones personales.
Todos empiezan jugando a dar espect¨¢culo y novedad, pero al final acaban habl¨¢ndonos de lo de siempre, de lo suyo. Y como dec¨ªa Seraf¨ªn Cordeiro, el espect¨¢culo es como poner ladrillos. Mucho se ha teorizado sobre el efecto Obama y su capacidad para movilizar a tantos declarados inmovilizables: si fue su uso de internet, si fue el millonario gasto en televisi¨®n. Todo suma, pero el aporte principal fue su disciplina para mantener el inter¨¦s del espectador, ganarse su cabeza habl¨¢ndole de las cosas que le importan y mover su esp¨ªritu con sentido del espect¨¢culo y esa tenacidad de alba?il para darlo. Para no acabar padeciendo la campa?a m¨¢s aburrida del mundo, a ver si alguno de los candidatos se aplica a poner ladrillos.
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