La ¨¢spera realidad de Walker Evans
Una muestra reconstruye la mirada del gran maestro de la fotograf¨ªa documental en Estados Unidos
Un anuncio de Coca Cola, el banco de una calle cualquiera, las barber¨ªas para la "gente de color", una se?al de tr¨¢fico, la mirada perdida de los viajeros del metro de Nueva York... Cualquier cosa atra¨ªa la mirada ¨¢spera y desnuda de Walker Evans (1903- 1975). Como el esp¨ªritu que transita las novelas de William Faulkner, el creador de la fotograf¨ªa documental supo retratar como pocos el silencio y el vac¨ªo de la sociedad estadounidense, lanzar una mirada directa a los hechos y a los objetos que hicieron a Estados Unidos atravesar la tormenta del New Deal y caminar hacia el imperio que hoy se replantea.
La sala de la Fundaci¨®n Mapfre en Madrid (www.exposicionesmapfrearte.com) abre ma?ana al p¨²blico una ambiciosa retrospectiva con un centenar de sus originales tomados entre 1928 y 1975. La selecci¨®n de obras, que recorre todas las etapas b¨¢sicas de su trabajo para libros, revistas e instituciones, proceden de una colecci¨®n particular estadounidense. Carlos Gollonet, comisario junto a Jeff L. Rosenheim de esta muestra, afirma que aqu¨ª se expone la esencia del trabajo de Evans subrayando su car¨¢cter de documento exento de todo tipo de adorno superfluo.
Poco amigo de difundir su imagen, la exposici¨®n arranca, sin embargo, con tres raros autorretratos de Evans realizados a finales de la d¨¦cada de los veinte. Despu¨¦s vendr¨¢n las fotograf¨ªas en blanco, que lo convirtieron en el gran retratista de la Am¨¦rica profunda, cargada de melancol¨ªa y miser¨ªa, un pa¨ªs herido por el paro y el hambre que sigui¨® a la Gran Depresi¨®n de 1929. Im¨¢genes que adquieren a la vista de la que est¨¢ cayendo una ins¨®lita actualidad. Se ve en sus gasolineras, en las humildes viviendas de los mineros, en las monta?as de herramientas destinadas a abrir contenedores, trabajadores que contemplan el horizonte (nunca miran a la c¨¢mara) con profunda tristeza.
Son gestos y rostros capturados por Evans con diferentes c¨¢maras, pero siempre en blanco y negro. Hasta el final de sus d¨ªas, cuando, muy condicionado f¨ªsicamente, se adentr¨® en el color de la mano de la ahora difunta Polaroid.
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