Al lado de los poderosos
Walter Lippmann debi¨® ser un ni?o especial. Mientras cualquier chaval norteamericano decora su habitaci¨®n con bates de b¨¦isbol y cuelga en las paredes los p¨®sters de sus ¨ªdolos deportivos, ¨¦l coloc¨® en la suya un busto de Napole¨®n y un grabado de la retirada de Mosc¨² del emperador. Su pasi¨®n por los poderosos y la pol¨ªtica internacional, y su admiraci¨®n por el liderazgo, apuntaban ya desde su infancia y fueron una constante en una vida intensa, contada con extrema minuciosidad por Ronald Steel, catedr¨¢tico de Relaciones Internacionales en la Universidad de Southern California, en la biograf¨ªa de este periodista, galardonado dos veces con el Premio Pulitzer, estudioso de la opini¨®n p¨²blica, y consejero, cr¨ªtico y adulador de sucesivos presidentes de Estados Unidos. Todo a un tiempo.
El periodista y el poder, una biograf¨ªa de Walter Lippmann
Ronald Steel
Traducci¨®n de Luis Sanz, Ana Caerols,
C¨¦sar Garc¨ªa e Ignacio Garc¨ªa
Cuadernos Langre. Madrid, 2008
672 p¨¢ginas. 22 euros
Lippmann (1889-1974) probablemente no fuera "el mejor periodista del mundo" como algunos de los poderosos de los que sol¨ªa rodearse le catalog¨®, pero s¨ª fue uno de los m¨¢s influyentes a lo largo de unas d¨¦cadas en las que el mundo vivi¨® de convulsi¨®n en convulsi¨®n. Y sobre todas ellas sent¨® c¨¢tedra en su columna Today & Tomorrow (T&T), publicada durante m¨¢s de cuarenta a?os en los m¨¢s prestigiosos peri¨®dicos estadounidenses.
No era un periodista al uso. Lippmann nunca fue un reportero tras la noticia y el titular. Fue, eso s¨ª, un sagaz analista pol¨ªtico con impresionante acceso a los centros de poder. Y es ah¨ª donde radica el mayor inter¨¦s del libro. ?C¨®mo se acerca un periodista, en este caso un creador de opini¨®n, a los poderosos sin quedar contaminado? El propio Lippmann da la receta: "Los periodistas no pueden ser amigos de grandes personajes pol¨ªticos [...]
siempre tiene que haber una cierta distancia entre los altos funcionarios y los periodistas. No un muro ni una barrera, pero s¨ª es necesaria una c¨¢mara de aire". Conocedor, c¨®mo no, de la teor¨ªa, el tema es que pocas veces la aplic¨® y, a tenor de lo que se deduce de su biograf¨ªa, se vio arrastrado m¨¢s de lo debido por esa corriente, si no de amistad, s¨ª de adulaci¨®n, a veces por temor, a su opini¨®n. En cualquier caso, no debe ser f¨¢cil jugar al b¨¢dminton con Jruschov, recibir en casa al presidente Kennedy, intimar con De Gaulle o debatir con Keynes y vivir luego la vida del ciudadano normal. Vivirla o conocerla. La pasi¨®n de Lippmann por el poder fue tal que mientras asuntos tan complejos como el aislacionismo o el intervencionismo ocuparon profusamente su atenci¨®n tras debatirlos con los l¨ªderes, otros temas quiz¨¢s m¨¢s pegados a la piel como la segregaci¨®n racial, o antes el Holocausto, apenas encontraron sitio en sus columnas, pese, entre otras cosas, a ser jud¨ªo.
La biograf¨ªa que ha escrito Steel desgrana el pensamiento de Lippmann a trav¨¦s de las opiniones vertidas sobre los acontecimientos m¨¢s importantes del siglo XX. Y ello requiere un detenido paseo por esos acontecimientos. Por c¨®mo se gestaron, m¨¢s que por lo que pas¨®. En esos momentos quiz¨¢s la lectura se vuelve algo farragosa, pues son muchos los nombres y datos de altos funcionarios que Steel cita y que pueden resultar desconocidos para el lector medio o el no muy ducho en pol¨ªtica estadounidense.
Obviamente ocurre lo contrario, que la lectura discurre m¨¢s f¨¢cilmente, cuando el autor completa el retrato de Lippmann aludiendo a su parte m¨¢s humana y describe a un hombre resignado con un aburrido matrimonio que descubre ya casi en su madurez un apasionado amor al que se rinde sin condiciones, y ante el que abandona su distanciamiento y su frialdad. O cuando Lippmann, ya mayor, se opone con todas sus fuerzas a la presencia de tropas de tierra norteamericanas en Vietnam y arremete contra el presidente Johnson con una virulencia y determinaci¨®n desconocidas hasta entonces. Porque el met¨®dico, complejo y contradictorio Lippmann, con toda su influencia y su poder, huy¨® casi hasta el final de sus d¨ªas del enfrentamiento, utiliz¨® todo su pragmatismo, que era mucho, para cambiar de opini¨®n con relativa facilidad, y critic¨® el sistema, pero nunca se sali¨® de ¨¦l. Fue, como remarca Steel, un insider. Todo un personaje. -
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