Viva la asamblea
De sainete en sainete. Dos presidentes dimitidos en tres a?os, un m¨²ltiple pucherazo electoral y una asamblea manipulada por un mozuelo de 25 a?os reflejan que el problema del Madrid no est¨¢ s¨®lo en las personas en tr¨¢nsito directivo, sino en la extrema debilidad de la instituci¨®n. Al club le urgen mecanismos de control y transparencia. O lo que es lo mismo, una profunda reforma de sus arcaicos estatutos y su coladero electoral. La entidad debe estar por encima de todos, porque pesa mucho m¨¢s que sus presidentes, a los que, al igual que a t¨¦cnicos y jugadores, ni siquiera el ¨¦xito deportivo les garantiza la perpetuidad. Esa es la grandeza del Madrid. Dos Copas de Europa no anclaron a Lorenzo Sanz, los gal¨¢cticos no eternizaron a Florentino P¨¦rez y dos Ligas no han hecho vitalicio a Ram¨®n Calder¨®n, tan err¨¢tico como sus predecesores, pero, como m¨ªnimo, v¨ªctima de su extraordinaria irresponsabilidad. Para su fortuna, el Real Madrid, el equipo del siglo XX, ha engullido a todos.
El club no es una burbuja inmobiliaria o un c¨ªrculo de empresarios; ni la directiva una junta de accionistas o un bufete de abogados. La entidad es de sus socios y ¨¦stos pueden soportar que un presidente no cumpla con los fichajes que promete, que se desleng¨¹e contra la plantilla en una universidad, que se desmelene por una foto de un antecesor o hasta que un director deportivo que m¨¢s que tener un despacho parece vivir en un camerino desconozca los reglamentos de la UEFA. Lo que jam¨¢s puede redimir socio alguno es que se le traicione, que no se respete su soberan¨ªa. En los ¨²ltimos 928 d¨ªas los feligreses de Chamart¨ªn han sufrido dos graves afrentas. La primera, unas vergonzantes elecciones en las que la mayor¨ªa de los candidatos -incluido el dimitido ayer- maquill¨® a su antojo y de forma deliberada el voto por correo. Calder¨®n, que no hubiera ganado si los tribunales llegan a admitir el recuento del choriceo, debi¨® convocar de inmediato una nueva cita con las urnas para higienizar su propio mandato o el del que hubiera salido triunfador. En definitiva, ventilar el club que tanto ha dicho querer. Deslumbrado por el oropel del cargo no lo hizo. Pronto advirti¨® que su puesto no estaba del todo legitimado y se ha pasado dos a?os y medio como un presidente en la oposici¨®n, m¨¢s ocupado de su propia defensa que del presente y futuro del Real Madrid. Tan d¨¦bil se ha sentido que ya fuera con su connivencia o por iniciativa de sus pretorianos se ama?¨® la asamblea, el ¨®rgano soberano de los socios, del pasado 7 de diciembre. Por un lado, la escolta de los Ultra Sur; por otro, unos coristas postizos sin gran apego al club a los que el Naningate ech¨® el lazo en la noche de Madrid. A tenor de su honor¨ªfico juramento, Calder¨®n no lo sab¨ªa, lo que no le exime, ni mucho menos, de la condena final. En nada debi¨® poner m¨¢s empe?o que en la organizaci¨®n de una asamblea cristalina y pulcra. Incluso en el supuesto -dif¨ªcil de creer- de que lo hubiera hecho, al conocer las portadas tuvo que haber acudido de inmediato a los tribunales y denunciar uno a uno a los intrusos. No s¨®lo no lo hizo, sino que por su menosprecio a la asamblea -"poco me hubiera importado que no se aprobaran las cuentas"-, primero se escondi¨® tras un ejecutivo con sueldo de megafutbolista y luego se hizo respaldar por una hilera de directivos a los que emponzo?¨® con sus delirantes explicaciones. Entre ellos estaba su sucesor, que hereda el cargo a dedo tras haber avalado con su militancia a quien ha tenido que renunciar ante las evidencias.
Tan fr¨¢gil es la instituci¨®n que hasta un saliente decide al entrante. La dedocracia fall¨® con Florentino P¨¦rez y Fernando Mart¨ªn y se reproduce ahora. Calder¨®n, ex directivo con P¨¦rez, y presidente de Boluda, siempre afe¨® a su predecesor que fuera el primer mandatario que presentaba su dimisi¨®n por voluntad propia. Hoy, ¨¦l mismo tiene un sitio en la historia por ser el segundo. A diferencia del fantasma que ha cre¨ªdo tener a rebufo durante todo el mandato, P¨¦rez dio un portazo a los socios; ¨¦l ha envilecido el gran senado del Madrid. Imperdonable. Dimisi¨®n m¨¢s que justificada. Para bendici¨®n del club, de nuevo la entidad ha podido con los inquilinos del palco. Ahora, la instituci¨®n necesita encontrar los cauces necesarios para blindarse ante los sucesores del melodram¨¢tico Calder¨®n. Tan pat¨¦tico que dijo haberse ido por informaciones falsas y para proteger a su familia. Si todo es una conspiraci¨®n, ?por qu¨¦ dimite? Si quiere preservar a su familia, ?por qu¨¦ la involucr¨® con su hermano de asesor jur¨ªdico del club y un hijo en la fotog¨¦nica pandilla del Naningate? ?Y qui¨¦n ten¨ªa que proteger al socio? Alta traici¨®n.
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