Salve, jefe: un saludo alternativo
No hay nada que ejemplifique tanto el car¨¢cter mon¨¢rquico de la presidencia de Estados Unidos como los rituales de investidura, en los que se oye el himno presidencial Hail To The Chief (Salve, jefe). Ahora bien, una hipot¨¦tica composici¨®n alternativa tendr¨ªa muchas notas disonantes: nuestra monarqu¨ªa no es absoluta.
El presidente Obama ha nombrado ministros del Gabinete y a los asesores de la Casa Blanca que los supervisar¨¢n. Ha negociado con los l¨ªderes del Congreso y el Senado la posibilidad de asignar m¨¢s dinero para ayudar a los grandes bancos norteamericanos con problemas, y no cabe duda de que tiene planes (a¨²n no revelados) para hacer algo respecto a nuestro autodestructivo Estado amigo, Israel. El sector financiero, los legisladores y el omnipresente lobby israel¨ª le habr¨¢n recordado que su poder tiene l¨ªmites. Tal vez cuenta ahora con una aprobaci¨®n general del 70% en las encuestas de opini¨®n p¨²blica (su miserable predecesor tiene alrededor del 27%), pero eso no garantiza necesariamente los triunfos legislativos y pol¨ªticos.
La capacidad de acci¨®n de Obama est¨¢ limitada por muchas fuerzas pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales
Sobre Israel, no cabe esperar que EE UU se libere del cautiverio en Babilonia
La ciencia pol¨ªtica estadounidense sabe que hay un tri¨¢ngulo de hierro que enlaza el Congreso, los ministerios y el poder organizado de los grupos ideol¨®gicos y econ¨®micos. Los presidentes vienen y van; el sistema permanece.
De hecho, el presidente de un grupo de dem¨®cratas conservadores de la C¨¢mara (llamados los Perros azules, tal vez porque ladran y muerden) record¨® en p¨²blico al presidente electo que podr¨ªan unirse a los republicanos para detener cualquier propuesta que ¨¦l haga. Por supuesto, a?adi¨®, no era una amenaza: estaba seguro de que Obama coincid¨ªa con ellos en la necesidad de disciplina fiscal.
Obama ha intentado hacer su plan econ¨®mico de emergencia de 850.000 millones de d¨®lares m¨¢s agradable a los ide¨®logos de mercado de los dos partidos mediante la asignaci¨®n de una tercera parte a recortes de impuestos e incentivos al capital, en vez de inversiones a largo plazo o ayuda al n¨²mero, en r¨¢pido aumento, de ciudadanos en paro.
Adem¨¢s, las mayor¨ªas dem¨®cratas en el Congreso y el Senado fueron mucho m¨¢s amplias bajo otros presidentes recientes, tanto dem¨®cratas como republicanos. Si los dem¨®cratas obtienen finalmente 59 de los 100 esca?os del Senado, todav¨ªa les faltar¨¢ un voto para poder aprobar leyes, y hay unos cuantos dem¨®cratas que no est¨¢n en sinton¨ªa con las tradiciones reformistas del New Deal ni la Gran Sociedad.
Lo que consiga hacer el nuevo presidente depender¨¢, m¨¢s que de su impresionante talento pol¨ªtico y ret¨®rico y su evidente dominio de gran parte de la pol¨ªtica moderna como obra de arte total, del equilibrio de fuerzaspol¨ªticas y sociales en el pa¨ªs. Al fin y al cabo, el envejecido e intelectualmente limitado McCain y su ignorante y resentida candidata a la vicepresidencia obtuvieron el 46% de los votos. Un buen 25% del pa¨ªs se considera perjudicado por tener que soportar a la familia Obama en la Casa Blanca.
Los medios de comunicaci¨®n estadounidenses est¨¢n llenos de exhortaciones al presidente para que no preste atenci¨®n a la "izquierda"; como si nuestro semanario de izquierdas, The Nation, vendiera dos millones de ejemplares, en vez de unos modestos 200.000. El grupo progresista del Congreso tiene unos 80 miembros -la mitad de ellos, afroamericanos apegados por razones obvias a nuestro Estado de bienestar-, de 435 esca?os en la C¨¢mara de Representantes. Hay alrededor de 25 senadores (de un total de 100) que son el equivalente norteamericano a los socialdem¨®cratas. La izquierda estadounidense es una alianza desordenada de grupos de intereses culturales, econ¨®micos, ambientales, ¨¦tnicos y raciales sin ning¨²n denominador com¨²n ni proyecto hist¨®rico unificador.
La mayor¨ªa de los ciudadanos estaba de acuerdo, ya antes de la crisis econ¨®mica actual, en que el Gobierno tuviera un papel regulador y de redistribuci¨®n importante, pero no se organiz¨® para transformar en leyes esa opini¨®n p¨²blica. Los asesores electorales de Obama, que van a trabajar con ¨¦l en la Casa Blanca, son maestros de la comunicaci¨®n y la movilizaci¨®n por Internet, pero s¨®lo ven su funcionamiento en una direcci¨®n, la suya.
Obama acaba de se?alar que no va a respaldar el plan de los sindicatos para aprobar una ley que facilite el reclutamiento de miembros y la obtenci¨®n de derechos de negociaci¨®n, despu¨¦s de haber dicho lo contrario durante la campa?a. Sus asesores legales han insinuado que se va a cerrar Guant¨¢namo, pero no de inmediato. El nuevo presidente no enviar¨¢ la Sexta Flota en misi¨®n humanitaria a Gaza, ni suspender¨¢ las entregas de armas a Israel para examinar si es legal, con arreglo a las leyes nacionales e internacionales, que se utilicen contra los palestinos.
En cambio, es posible que haya un progreso muy lento hacia la racionalidad en nuestra pol¨ªtica para Oriente Pr¨®ximo, pero no una liberaci¨®n inmediata de nuestra extra?a versi¨®n del cautiverio en Babilonia... con los israel¨ªes como due?os de la situaci¨®n.
El otro d¨ªa, el ministro brit¨¢nico de Exteriores, David Miliband, reclam¨® el fin de las simplificaciones vulgares de la "guerra contra el terror". No parece que Obama vaya a emprender r¨¢pidamente una terapia pol¨ªtica para curar al pa¨ªs de sus obsesiones imperiales. John Kennedy esper¨® para hacerlo hasta cinco meses antes de su muerte, posiblemente causada por su valent¨ªa (recu¨¦rdese su discurso del 10 de junio de 1963 sobre la necesidad de terminar con la guerra fr¨ªa).
Existen profundos argumentos econ¨®micos para reducir nuestro hinchado presupuesto de armamento. La CIA advierte en el informe del Consejo Nacional de Inteligencia, Global 2025, que el fin de la hegemon¨ªa de Estados Unidos es ya una realidad. Obama, que ha le¨ªdo mucho y es muy inteligente, es perfectamente consciente de la situaci¨®n (como lo son su brillante secretaria de Estado y el muy preparado general que es su Consejero Nacional de Seguridad). Obama ha decidido claramente que la crisis del capitalismo norteamericano, cada vez m¨¢s aguda, es su principal preocupaci¨®n. Ha llegado a la conclusi¨®n de que nuestras instituciones pol¨ªticas disfuncionales no permiten que se comuniquen demasiadas verdades inquietantes al mismo tiempo.
En su autobiograf¨ªa relata que, cuando era estudiante, dedicaba noches y d¨ªas enteros a leer los cl¨¢sicos contempor¨¢neos en relaci¨®n con la posibilidad de transformaci¨®n social. Expres¨¦mosle nuestros mejores deseos en el momento m¨¢s dif¨ªcil de su vida y confiemos en que el estadista de mediana edad que se sumerge en las turbulencias de la historia no olvide al joven que buscaba la esperanza.
Norman Birnbaum es catedr¨¢tico em¨¦rito en la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. -Disposition: form-data; name="datos[pasaPagina]"
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