Fin de un calvario absurdo
'The New York Times' desmiente que Caroline Kennedy tenga una relaci¨®n con el editor del diario
El calvario de Caroline Kennedy no acab¨® el d¨ªa de la toma de posesi¨®n de Barack Obama, cuando anunci¨® que retiraba su candidatura a ocupar el esca?o de Hillary Clinton en el Senado. Entonces comenzaron las suposiciones y los rumores. Se dijo que no hab¨ªa satisfecho ciertas deudas con el fisco, que hab¨ªa contratado a una empleada de hogar sin papeles, y, en la m¨¢s dura modalidad de descalificaci¨®n, que manten¨ªa un romance extramarital con el editor del diario The New York Times, Arthur Sulzberger.
Durante d¨ªas, la prensa del coraz¨®n especul¨® sobre esta supuesta aventura, busc¨® fotos, pistas y testigos. Sin fortuna alguna. Hasta que, finalmente, ayer, el tabloide The New York Post dict¨® sentencia: "Caroline Kennedy es inocente". Lo que sorprende es que a este veredicto se lleg¨® por un desmentido de uno de los diarios m¨¢s respetados de EE UU: el mismo The New York Times. Una portavoz del Times dijo al periodista Richard Johnson, del Post: "El se?or Sulzberger no tiene ni ha tenido jam¨¢s una relaci¨®n rom¨¢ntica con la se?ora Kennedy".
Caroline, hija de John F. Kennedy (1917-1963), est¨¢ casada desde 1986 con un dise?ador, Edwin Schlossberg, y es madre de tres hijos. Intent¨®, brevemente, entrar en la escena pol¨ªtica nacional heredando el esca?o de Clinton, pero los medios -el Times entre ellos- la consideraron poco cualificada despu¨¦s de una ronda de entrevistas en la que repiti¨® indiscriminadamente expresiones como "o sea" o "?sabes?".
El futuro pol¨ªtico de la benjamina del clan Kennedy no ha quedado anulado, sin embargo. Diarios como The Washington Post hablan de un posible "premio de consolaci¨®n" para la hija del malogrado presidente. Hay quien habla de un puesto de embajadora de asuntos educativos en la ONU. La prensa brit¨¢nica, mientras, no ha parado de jugar con la idea de que acabe como embajadora en Londres, un puesto que ya ocup¨® su propio abuelo, Joseph Kennedy, entre 1938 y 1940. Al fin y al cabo, Kennedy cuenta con dos grandes activos para poder llegar lejos: un nombre respetado en la aristocracia pol¨ªtica de EE UU y una fuerte amistad con el presidente Obama.
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