Campi?a de arte y pi?ones
Sorpresas al noroeste de Segovia, del rom¨¢nico de Santa Mar¨ªa la Real de Nieva a los grabados rupestres de Bernardos
Lo de campi?a segoviana suena bien, todo un hallazgo. Ondulaciones de cereal al noroeste de la capital, con m¨ªnimos cuadros de huerta y m¨¢ximas manchas de pinar: entre ¨¦stas que arrancan en la campi?a y las de la contigua Tierra de Pinares, m¨¢s de 2.000 kil¨®metros cuadrados de pino negral, que se dice pronto. Sumergidos en un verde andaluz, pueblos desle¨ªdos como terrones.
Una sorpresa, en cualquier caso. Desde el principio mismo de la excursi¨®n: pongamos Santa Mar¨ªa la Real de Nieva, a 10 minutos de Segovia. Habr¨¢ que echar all¨ª media ma?ana. La historia de este monasterio est¨¢ dibujada en piedra, en los capiteles del claustro; se ve a frailes dominicos trabajando de alba?iles (tambi¨¦n predicando o cantando los oficios divinos). Es sin duda uno de los mejores conjuntos rom¨¢nicos de Espa?a en cuanto a la calidad de escenas y excelente conservaci¨®n.
El templo actual es de un g¨®tico tard¨ªo; al restaurarlo hace pocos a?os afloraron pinturas murales, entre otras cosas. Por la abundancia y val¨ªa de tallas y pinturas, esta iglesia es un museo; destaca sobre todo un San Jer¨®nimo que (ya sin muchas dudas) se atribuye a Berruguete. En este cenobio se celebraron Cortes en tiempos de Enrique IV (1473), con un dato curioso: fue la primera vez que se trataban los derechos civiles de las mujeres casadas.
Camino de Mart¨ªn Mu?oz de las Posadas hay que atravesar Paradinas. Una veintena de casas sobre las cuales empiezan a sonar las trompetas de la Resurrecci¨®n. Cuesta imaginar, de todos modos, que ¨¦ste fuera un pueblo rico. Del hospital de Santa Ana s¨®lo quedan fotos. El palacio de los Osorio, donde durmi¨® el comunero Padilla, est¨¢ en venta, o algo parecido: quieren hacer unos chal¨¦s en su huerta. La iglesia deja descolocado al intruso, con sus b¨®vedas y pilares renacentistas, en los cuales se cuela alg¨²n sillar romano (una curiosidad: tienen unas santas reliquias en un cuadro que son exactamente una por cada d¨ªa del a?o).
Mosaicos bajo las calles
Pero el secreto a voces de Paradinas es su villa romana. Aparecieron mosaicos en 1968, los fotografiaron, los taparon y ah¨ª siguen, bajo las calles del pueblo, esperando. Marcelina Esteban, una vecina ilustrada, tiene llave de las antiguas escuelas (ya no hay ni?os) donde han montado un exiguo tinglado explicativo, con fotos y migajas de muestra. Al rozar las casas de Mart¨ªn Mu?oz de las Posadas, carretera adelante, nadie se imagina lo que ese pueblo cela en el vientre de su plaza.
Una iglesia museo, de nuevo, un conjunto de casas con soportales y un palacio herreriano de empaque, vac¨ªo pero entero. Lo hizo levantar el cardenal Diego de Espinosa, que era paisano y un mandam¨¢s en la corte de Felipe II. El cardenal mim¨® a su pueblo. Est¨¢ enterrado en la iglesia, en un sepulcro labrado por Pompeyo Leoni. El templo est¨¢ lleno de sorpresas. Al restaurarlo hace algunos a?os, aparecieron pinturas murales de los siglos XIV y XV, entre ellas, un arc¨¢ngel Gabriel que amortiza ¨¦l solito la excursi¨®n. El edificio conserva partes g¨®ticas, pues s¨®lo hubo dinero (por fortuna) para modernizar la cabecera. Tambi¨¦n aqu¨ª las im¨¢genes, pero sobre todo el magn¨ªfico retablo renacentista (con algunas figuras de Francisco Giralte), hacen de este espacio un aut¨¦ntico museo.
Sobre todo teniendo en cuenta que aloja un greco excelente, digno de una pel¨ªcula de Berlanga. Lo hab¨ªa descubierto el marqu¨¦s de Lozoya; por los a?os cincuenta lo llev¨® a Madrid con una aparatosa escolta militar, para restaurar; y fue devuelto al pueblo en el coche de l¨ªnea, envuelto en unas mantas. Estuvo muchos a?os en el cuartel de la Guardia Civil (por precauci¨®n y por obras en la iglesia). Pero hace ocho a?os, la alcaldesa actual, Mar¨ªa Josefa Nobel, lo carg¨® en su furgoneta, y con la escolta del coche de un concejal delante y el de otro concejal detr¨¢s, lo devolvieron a la iglesia de noche, con m¨¢s miedo que verg¨¹enza.
Coca es, por abolengo, cabeza de esta campi?a. En la romana Cauca naci¨® nada menos que Teodosio el Grande, en el a?o 347. Iron¨ªas de la historia, de aquella edad imperial s¨®lo se han conservado unas cloacas. Bueno, tambi¨¦n una casa llamada de los Cinco Ca?os, que acaban de adecentar para las visitas, y, seg¨²n el alcalde, Juan Carlos ?lvarez, en un caser¨®n barroco, enfrente de esta ruina, podr¨ªa hallarse un palacio de la familia Flavia. Pero los autobuses repletos de excursionistas aparcan mayormente frente al castillo, uno de los m¨¢s imponentes y singulares edificios de ladrillo mud¨¦jar. El castillo fue cosa de los Fonseca, cuya familia reposa en la iglesia parroquial: cuatro sepulcros de m¨¢rmol de Carrara, de los primeros y m¨¢s finos de nuestro Renacimiento, cincelados por Domenico Fancelli y Bartolom¨¦ Ord¨®?ez.
Entre los muchos secretos de esta campi?a, Bernardos esconde dos: uno est¨¢ en el cerro del castillo, coronado por una acr¨®polis ¨¢rabe que al final result¨® ser m¨¢s antigua, visigoda o tardorromana. Las excavaciones se interrumpieron en el a?o 2000, pero podr¨ªan reanudarse pronto. En cualquier caso, vale la pena subir a ese cerro; desde all¨ª se divisa la campi?a entera como un mar sosegado y verde. Y algo inesperado: un paisaje pr¨®ximo de minas a cielo abierto. Toda la pizarra empleada en los techos de El Escorial, la plaza Mayor de Madrid o los palacios de Segovia sali¨® de estas canteras, que siguen en activo.
Grabados rupestres
El otro secreto local son los grabados rupestres, repartidos en varios municipios: ocho localizaciones, con un total de 115 grabados, lo que convierte a este yacimiento en el tercero de la Pen¨ªnsula (despu¨¦s de Foz C?a, en Portugal, y Siega Verde, en Salamanca). En el cerro de San Isidro est¨¢n se?alizados medio centenar de grabados del paleol¨ªtico y otros posteriores (incluidos graffiti de esos descerebrados que nunca faltan), con un peque?o centro de interpretaci¨®n en Domingo Garc¨ªa; hay que ponerse de acuerdo con la asociaci¨®n Apia (Amigos de la Pizarra y la Arqueolog¨ªa) para concertar la visita; entre otras cosas, porque es casi imposible distinguir los rasgos sutiles de b¨®vidos, ciervos o caballos si alguien no los redibuja con el dedo.
Aunque no forme parte de la campi?a, Cu¨¦llar puede ser broche de oro de esta escapada. El a?o pasado, la villa celebr¨® el bicentenario del nacimiento de Jos¨¦ de Espronceda. El gran poeta rom¨¢ntico s¨®lo escribi¨® una novela en su vida, Sancho Salda?a, el castellano de Cu¨¦llar; y lo hizo precisamente mientras estaba preso (por liberal) en el castillo. Cada s¨¢bado y domingo, Espronceda en persona recibe en el castillo habitado a los visitantes y les explica las intrigas que tuvieron lugar dentro de aquellos muros, y que reviven gracias a la magia de la far¨¢ndula. Un motivo a?adido para acercarse a la campi?a segoviana y descubrir, bajo su cota de discreci¨®n, una especie de patio interior de nuestra historia.
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Gu¨ªa
Visitas
? Para ver Santa Mar¨ªa la Real de Nieva conviene llamar al 921 59 50 06. M¨¢s informaci¨®n en www.santamariadenieva.com.
? El castillo de Coca abre de 10.30 a 13.00 y de 16.30 a 18.00 (hasta las 19.00 en verano). Informaci¨®n: 617 57 35 54 / 921 58 66 22; www.coca-ciudaddecauca.org.
? Iglesia y palacio de Mart¨ªn Mu?oz
(www.mmdelasposadas.com; 920 31 11 90 /
920 31 10 04).
? Visitas guiadas del cerro del Castillo y cerro de San Isidro: 639 18 13 27; www.apia-segovia.org. Se exigen grupos de cinco o m¨¢s personas.
? El castillo de Cu¨¦llar tiene visitas guiadas y/o teatralizadas los s¨¢bados, domingos y festivos, ma?anas y tardes. Concertar en la oficina de turismo del castillo (921 142 203; www.cuellar.es).
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