"Pasamos de regular la inmigraci¨®n a perseguirla"
El Senado italiano aprob¨® ayer la Ley de Seguridad, que aplica el ideario represivo y xen¨®fobo de la Liga Norte sobre inmigraci¨®n ilegal. El texto, que debe ser refrendado por la C¨¢mara, prev¨¦ tasar el permiso de residencia con un impuesto de entre 80 y 200 euros, fichar a todos los sin techo, permitir a los m¨¦dicos que denuncien a los irregulares, legalizar las llamadas "rondas padanas" (patrullas de ciudadanos sin armas) y condenar hasta cuatro a?os de c¨¢rcel a los expulsados que no abandonen el pa¨ªs. El Gobierno perdi¨® el mi¨¦rcoles tres votaciones de enmiendas, entre ellas la de la norma que ampl¨ªa a 18 meses el tiempo de retenci¨®n de los sin papeles, pero la incorporar¨¢ presumiblemente en la C¨¢mara.
La senadora del Partido Dem¨®crata dice que "se castiga a los m¨¢s d¨¦biles"
La oposici¨®n calific¨® de "verg¨¹enza" la ley, y varias ONG la calificaron de "grav¨ªsimo paso atr¨¢s en derechos, integraci¨®n y seguridad". Tras la votaci¨®n, Anna Finocchiaro (Modica, 1955), jefa de los senadores del Partido Dem¨®crata (PD), recibe a este diario en su despacho. Con aire abatido, explica que el Senado ha superado el l¨ªmite y que "Italia ha pasado de regular el fen¨®meno migratorio a perseguir a los inmigrantes".
Pregunta. ?Qu¨¦ valoraci¨®n hace de este d¨ªa?
Respuesta. Es un d¨ªa feo, muy feo. Quien tiene la fuerza, en este caso el Parlamento, el Estado, debe ser capaz de medir esa fuerza. Si no lo hace, arrolla, devasta, abusa. El Senado ha superado ese l¨ªmite. En particular, al permitir al personal sanitario denunciar a los sin papeles. La gente ir¨¢ a curarse, a parir, a llevar a sus hijos al pediatra con miedo a ser denunciado. En los sitios donde gobierna la Liga, ?cu¨¢ntos aducir¨¢n objeci¨®n de conciencia? La medida puede causar, adem¨¢s, una cat¨¢strofe sanitaria. El riesgo para la poblaci¨®n italiana ser¨¢ tambi¨¦n alt¨ªsimo.
P. ?La ley refleja el clima de odio al diferente que se respira en el pa¨ªs?
R. Bueno, la Liga ha dicho hoy que no podemos permitir que los italianos sean ciudadanos de serie B. Como si hubiera ciudadanos A, B, y C.
P. No parece lejos del racismo.
R. Si el ministro del Interior dice que hay que ser malos con los inmigrantes, la pregunta es: ?fueron suficientemente malos los muchachos que pegaron y quemaron vivo al inmigrante indio en Nettuno? Hemos creado una sociedad que en este momento de crisis se arriesga a castigar s¨®lo a los m¨¢s d¨¦biles. Y eso tiene otro riesgo: que los d¨¦biles deleguen cada vez m¨¢s en la personalidad fuerte.
P. Mientras, el PD est¨¢ dividido...
R. S¨ª.
P. Y la voz de la izquierda laica, desaparecida.
R. Hemos intentado crear un partido ambicioso, uniendo el reformismo laico y el cat¨®lico. Pero en los temas ¨¦ticos eso es mucho m¨¢s dif¨ªcil.
P. Se dice que la pol¨ªtica italiana se pliega al Vaticano. Pero en este caso no lo parece...
R. Es obvio que el factor cat¨®lico es important¨ªsimo, y la fuerza de la jerarqu¨ªa vaticana ejerce su poder, es su oficio. Cuando desapareci¨® la Democracia Cristiana, todos corrieron a luchar por ser el puesto de filtro pol¨ªtico de la Iglesia. Berlusconi, en su cinismo pol¨ªtico, ha tratado de acreditarse como la fuerza m¨¢s fiable para la Iglesia. Pero luego no tiene problemas en aprobar leyes como ¨¦sta.
P. Tras el pacto sobre las elecciones europeas entre PD y Gobierno para que los partidos que no lleguen al 4% queden fuera de Estrasburgo, hay gente que dice que Veltrusconi es una realidad.
R. Eso es una bobada. Sobre las reformas institucionales lo normal es que haya acuerdos entre mayor¨ªas. Son las reglas del juego. Es el sistema que nos han dado las urnas, m¨¢s que bipolar, bipartidista. No hay nada raro en eso.
P. Pero el PD no deja de perder apoyos ante el ex juez Di Pietro.
R. El fen¨®meno Di Pietro es ef¨ªmero. Corresponde a un estado de ¨¢nimo: la exasperaci¨®n, la falta de confianza, el miedo a la crisis. En ese contexto, el que grita m¨¢s fuerte es tu voz. No perdemos apoyos por Di Pietro, sino porque a¨²n no hemos sido capaces de construir el verdadero PD. Si lo logramos, todo cambiar¨¢.
P. ?Podr¨¢n?
R. Estoy segura. El problema es que tenemos poco tiempo y muchas cosas que hacer. Si no logramos construir esa gran fuerza reformista al servicio de la modernizaci¨®n del pa¨ªs, Italia perder¨¢ una gran oportunidad. Debemos ser valientes. La divisi¨®n es el s¨ªntoma del miedo de los dirigentes. Se ven perdidos y piensan que es mejor preparar las filas para el reto final, el congreso de octubre.
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