Secuelas de dictadura
Un esc¨¢ndalo de 'chuponeo' o espionaje ilegal sacude la pol¨ªtica y el mundo empresarial de Per¨². El sustrato del caso es el poso de corrupci¨®n y envilecimiento c¨ªvico heredado del periodo Fujimori-Montesinos
El feo peruanismo chuponear -feo por su viscosa fon¨¦tica y por su significado- significa interceptar las comunicaciones entre las personas con un prop¨®sito delicuencial. Est¨¢ ahora de moda en el Per¨² a ra¨ªz del descubrimiento de unos audios grabados ilegalmente de conversaciones telef¨®nicas en que dos antiguos militantes del Partido Aprista, R¨®mulo Le¨®n Alegr¨ªa y Alberto Qu¨ªmper, uno de los cuales fue ministro en el primer gobierno del presidente Alan Garc¨ªa, hac¨ªan tr¨¢fico de influencias a favor de empresas y personas interesadas en obtener licitaciones y contratos del Estado y se felicitaban de las comisiones que por ello recib¨ªan: "?Hemos hecho un faen¨®n, hermano!". Ambos han sido expulsados del Apra, est¨¢n presos y su conducta se ventila ante el Poder Judicial.
Violaban la privacidad para obtener poder, contratos, influencia o extorsionar a sus rivales
Son nuevos dem¨®cratas, con el whisky en la mano y la sonrisa del triunfador en las p¨¢ginas sociales
Aunque el presidente Garc¨ªa no ha sido personalmente afectado por el esc¨¢ndalo -los audios prueban que hac¨ªa tiempo se negaba a recibir al ex ministro implicado, y en un discurso ha llamado "ratas" a los protagonistas- el episodio provoc¨® la ca¨ªda de todo el gabinete y, ahora, ha tenido un rebrote publicitario con la captura de los chuponeadores: una compa?¨ªa llamada Bussiness Track, de la que forman parte varios oficiales de la Marina de Guerra, algunos en activo y otros en situaci¨®n de retiro. Los registros policiales de los ordenadores y archivos de la empresa en cuesti¨®n, y la aparici¨®n de m¨¢s de ochenta nuevos audios que llegaron misteriosamente a manos de un periodista, han provocado toda clase de conjeturas. Se habla de una vasta clientela de individuos y empresas particulares que encargaban las ilegales interceptaciones de Buissness Track y otras compa?¨ªas de la misma ¨ªndole -por lo visto hay varias en plena actividad- para servirse de ellas contra sus competidores o en problemas m¨¢s ¨ªntimos, como los pleitos de divorcio. Decenas y acaso centenares de personas del mundo profesional, industrial y comercial operando en la m¨¢s flagrante ilegalidad y sin el menor escr¨²pulo.
Hay razones para alarmarse, desde luego, pero s¨®lo los c¨ªnicos y los tontos deber¨ªan sorprenderse. Porque el Per¨² es un pa¨ªs que, como la mayor¨ªa en Am¨¦rica Latina, tiene una larga tradici¨®n de dictaduras y la herencia m¨¢s profunda y duradera que ¨¦stas dejan siempre a las sociedades que las padecen es el eclipse de la moral p¨²blica, el envilecimiento c¨ªvico. Esta tara persiste una vez que la dictadura se desploma y es uno de los lastres por el que las democracias que suceden a los reg¨ªmenes tir¨¢nicos fracasan y a veces terminan en nuevos golpes de Estado.
La interceptaci¨®n de las comunicaciones se practica en todas partes, desde luego, pero en las democracias dignas de ese nombre ella se lleva a cabo, en cada caso espec¨ªfico, con autorizaci¨®n judicial, y esto ha permitido, por ejemplo, capturar a traficantes de drogas y grandes criminales. Los servicios de inteligencia se valen de ella, tambi¨¦n, para combatir el terrorismo, dentro de limitaciones legales estrictas. Y hemos visto en los ¨²ltimos a?os las protestas que han merecido en Estados Unidos y en Europa los casos en que los cuerpos de seguridad se extralimitaron, violentando la ley que garantiza la privacidad de los ciudadanos, en sus labores de espionaje.
La pareja criminal Fujimori-Montesinos que fue due?a y se?ora del Per¨² por diez a?os -1990 a 2000- hizo del horripilante chuponeo una pr¨¢ctica generalizada que le serv¨ªa para conocer la vida ¨ªntima de sus cr¨ªticos y adversarios y poder extorsionarlos, as¨ª como para ejercer chantajes y obtener beneficios en las grandes operaciones delictivas en que los forajidos del r¨¦gimen se robaron cientos de millones de d¨®lares, que comprend¨ªan desde negociados mafiosos con la compra y venta de armas hasta pactos y negocios de los carteles internacionales del narcotr¨¢fico. Como todas las instituciones del pa¨ªs fueron puestas al servicio de la dictadura, las Fuerzas Armadas, claro est¨¢, pasaron tambi¨¦n a servir, antes que al Per¨², a Fujimori y Montesinos, y por eso hay hoy todav¨ªa en la c¨¢rcel, cumpliendo condenas o a punto de recibirlas, un buen n¨²mero de antiguos oficiales que, en esos a?os sombr¨ªos, ensuciaban su uniforme a la vez que se llenaban los bolsillos.
Buen n¨²mero de ellos ejercitaban el chuponeo desde las modernas instalaciones importadas para el efecto por el Servicio de Inteligencia que presid¨ªa Montesinos, eminencia gris de la dictadura. Cuando ¨¦sta finalmente se desmoron¨® en un fin de fiesta tan calamitoso como payaso (Fujimori huyendo al Jap¨®n y renunciando a la Presidencia mediante un fax y Montesinos entregado por los servicios secretos venezolanos de Ch¨¢vez que lo hab¨ªan escondido), los expertos chuponeadores se quedaron sin trabajo y, ni cortos ni perezosos, formaron empresas privadas y ofrecieron sus servicios al p¨²blico. Lo m¨¢s notable y escandaloso no es que lo hicieran sino que, de inmediato, encontraran tantos clientes en el mundo empresarial. Lo que significa que a una cantidad indiscernible, pero ciertamente grande, de peruanos les parec¨ªa -les parece- perfectamente leg¨ªtimo valerse de una actividad delictuosa e inmoral -la violaci¨®n de la privacidad- para obtener contratos, influencia, poder o extorsionar a sus competidores y adversarios.
El Per¨² anda mucho mejor de lo que estaba en aquella d¨¦cada infame, por supuesto. Desde el a?o 2000, con los tres presidentes que ha tenido desde entonces, Valent¨ªn Paniagua, Alejandro Toledo y Alan Garc¨ªa, la democracia ha funcionado pasablemente bien en lo esencial -elecciones libres, libertad de prensa, independencia de poderes- aunque sus imperfecciones sean todav¨ªa grandes en raz¨®n del subdesarrollo, y la buena pol¨ªtica econ¨®mica seguida por los tres ha tra¨ªdo al pa¨ªs un crecimiento y una buena imagen internacional para los inversores sin precedentes en nuestra historia. Acaso lo m¨¢s sorprendente de estos a?os haya sido la evoluci¨®n del presidente Alan Garc¨ªa hacia una filosof¨ªa liberal y moderna que (en buena hora para el pa¨ªs) defiende y aplica contra viento y marea, incluso contra buen n¨²mero de sus propios compa?eros de partido que siguen anclados en el pasado, sin importarle la impopularidad. El resultado es que, a diferencia de lo que ocurre en otros pa¨ªses latinoamericanos, el Per¨², con su apertura al mundo, su apoyo a la empresa privada y su implantaci¨®n en todos los grandes mercados internacionales, resiste bastante mejor que el resto el cataclismo financiero internacional.
Ahora bien, como lo muestra el esc¨¢ndalo del chuponeo, hay una podredumbre moral agazapada debajo de esa fachada estimulante, que conspira contra todo lo que anda bien y que, si no se corta por lo sano, podr¨ªa, dadas ciertas circunstancias dif¨ªciles, retrocedernos otra vez hacia la barbarie autoritaria. ?sta no empieza cuando los tanques salen a las calles y los uniformados, siguiendo a un mequetrefe militar o civil, asaltan el Parlamento, Palacio de Gobierno y el caudillo toma el poder y comienza a gobernar a punta de ¨²cases. Comienza con el criollo desprecio de las reglas y convenciones que son el sistema sangu¨ªneo de la civilizaci¨®n, el poco respeto no s¨®lo de las leyes sino del esp¨ªritu que las anima, y la aceptaci¨®n de todo lo que las vulnera e instaura la arbitrariedad, la mentira y lo il¨ªcito como norma aceptable de conducta.
El Per¨², una democracia en cierto sentido pujante, es, al mismo tiempo, un para¨ªso de la ilegalidad. Es cierto que buen n¨²mero de responsables de los cr¨ªmenes y pillajes de la dictadura han ido a la c¨¢rcel, pero muchos m¨¢s de los que la prohijaron, sirvieron y medraron con ella, andan ah¨ª, reciclados, ahora dem¨®cratas de nuevo, con el whiskycito en la mano y la sonrisa del triunfador, adornando las p¨¢ginas de sociales. Los discos, los libros y los v¨ªdeos piratas se venden por doquier y todo el mundo sabe y acepta que la coima sea la ¨²nica llave maestra para aligerar cualquier tr¨¢mite administrativo o librarse de las multas y que las multas y los tr¨¢mites se conciban s¨®lo para poder obtener coimas. ?C¨®mo sorprenderse que, en semejante contexto, el traficante de influencias, emboscado bajo la anodina denominaci¨®n de lobbysta o cabildero, sea un activo protagonista de la vida econ¨®mica y de que haya empresarios que contratan a los chuponeadores con toda normalidad para descubrir el tal¨®n de Aquiles de sus competidores y ganarles los concursos y los pleitos? Son esas silenciosas y diligentes termitas las que, a lo largo de nuestra historia, han hecho que todos nuestros intentos democr¨¢ticos se desintegren de pronto como momias expuesta al sol. No seamos tan insensatos otra vez m¨¢s.
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