Robinho hace lo que quiere
El delantero brasile?o del Manchester City vive a su antojo y acumula episodios de rebeld¨ªa
A la multa de 350.000 euros por abandonar la concentraci¨®n respondi¨® con una mueca, un resoplido y una sonrisa. Por m¨¢s que se meta en l¨ªos, a Robson de Souza, Robinho, (S?o Paulo, 1984) nunca se le borra la alegr¨ªa de la cara. El 10 del Manchester City es determinado, toma sus decisiones y asume las consecuencias.
El 14 de enero, una mujer de 18 a?os acudi¨® a la comisar¨ªa de West Yorkshire para denunciar una agresi¨®n sexual en la discoteca The Space, en Leeds. El acusado era Robinho, que se enter¨® del asunto cuando el City se entrenaba en Tenerife. "?Me puedo ir a Brasil?", le pregunt¨® a Mark Hughes, su t¨¦cnico. "S¨ª", le respondi¨®. Pero, por la tarde, cambi¨® de opini¨®n y le dijo que, con la que pod¨ªa caer con la prensa brit¨¢nica, mejor no irse. Robinho obvi¨® la recomendaci¨®n y se march¨® un d¨ªa antes de lo pactado y sin fecha de regreso. "Elige lo que quiere", dice una fuente oficial del City. Pese a quien le pese. Escudado en "problemas familiares", Robinho aterriz¨® una semana despu¨¦s en Manchester tras celebrar su cumplea?os en Santos (Brasil). Y, como entend¨ªa tener permiso del club, no pidi¨® perd¨®n a los compa?eros del vestuario. Como si a¨²n estuviera en el Madrid.
En el Madrid no sab¨ªan que alquilaba un pabell¨®n para jugar con sus amigos
Es el mejor pagado en la Liga inglesa y tiene una mansi¨®n con piscina y discoteca
Aunque en el club blanco no lo sab¨ªan, Robinho alquilaba a veces un pabell¨®n del barrio de Moncloa para disputar unas pachangas con el lateral Marcelo y otros brasile?os -se pueden ver v¨ªdeos en YouTube-. "Hab¨ªa dos normas", cuenta un amigo suyo; "no pod¨ªas ir a muerte y estaba prohibido dar patadas". La vida en Madrid le encantaba. "Era muy casero", argumentan desde su entorno. Entre otras razones, porque cuidaba de su hijo, Robson Junior, o se pasaba las tardes en la discoteca que se mont¨® en casa. "Pon¨ªa samba y hip-hop, acompa?aba la m¨²sica con sus instrumentos y, de vez en cuando, cantaba con un micr¨®fono", a?aden. A su esposa, Bibian, le gustaba m¨¢s salir de compras con la pareja de Marcelo para luego cenar todos juntos o jugar en la bolera. Hasta que se quiso marchar, quiz¨¢s arrinconado por el n¨²cleo duro del Madrid, que nunca congeni¨® con los brasile?os.
Como Bernd Schuster no le dejaba marcharse, Robinho tom¨® cartas en el asunto. "Reuni¨® a los capitanes del Madrid para advertirles", explican en su c¨ªrculo. "Pens¨¦ que estar¨ªa diez a?os aqu¨ª, pero ya no es posible y me quiero ir", anunci¨® luego p¨²blicamente. Ram¨®n Calder¨®n, entonces presidente, se regocijaba con la posibilidad de hacer caja para traer a Cristiano Ronaldo y Pedja Mijatovic, director deportivo, no cuajaba con el brasile?o. Las camisinhas -40 profil¨¢cticos que presuntamente pidi¨® el jugador para una fiesta con la selecci¨®n de Brasil-, los problemas musculares y el culebr¨®n veraniego rompieron la historia Robinho-Madrid. "Nos hizo da?o que se fuera", asegura Manolo Ruiz, segundo de Schuster; "era fant¨¢stico. Pod¨ªa estar un buen rato haciendo imitaciones, habl¨¢ndote en plan amigo, y despu¨¦s dejarse la piel en el entrenamiento". Tambi¨¦n se disgust¨® el ex presidente Florentino P¨¦rez, que le fich¨® para que marcara una ¨¦poca en el Madrid, pero que le vio marcharse por la puerta de atr¨¢s.
En el Santos le ocurri¨® algo parecido. El jugador se declar¨® en rebeld¨ªa hasta que su empe?o por jugar en el Madrid consigui¨® vencer las reticencias del club brasile?o. Algo normal en ese pa¨ªs, donde los clubes ponen todo tipo de cl¨¢usulas para extraer el mayor beneficio a la hora de traspasar a un futbolista a Europa. "Pero, cuando regresa, all¨ª es considerado como un dios", replica quien le conoce. Del Madrid, tras fraguar su nueva rebeld¨ªa, se march¨® al City para ser el jugador mejor pagado de la Premier. Unos 150.000 euros semanales. Marca goles, 11 en 17 partidos, pero el equipo sigue a mitad de tabla por mucho que la familia de Abu Dhabi, propietaria del club, tire de talonario con una facilidad pasmosa. Aunque su vida en Manchester tambi¨¦n le agrada. Tiene una mansi¨®n en el barrio de Winslow dotada de una piscina cubierta y discoteca, juega con su perro labrador, Pedalada -en brasile?o significa bicicleta, su regate preferido-, le compran la ropa su mujer y su madre y ve el f¨²tbol brasile?o siempre que puede. A los entrenamientos acude en su Lamborghini.
En el City hay otro brasile?o, Elano, con el que se lleva de maravilla. "En el vestuario no es problem¨¢tico", dicen desde el club; "pero ahora est¨¢ agobiado". Aunque la acusaci¨®n de agresi¨®n sexual no le borra la sonrisa. "Lo ocurrido con Robinho, Adriano y Ronaldo cierra las puertas a los futbolistas brasile?os", le critic¨® Pel¨¦. "He hablado con ¨¦l y estaba muy tranquilo porque no ha hecho nada", replica Marcelo. "No me lo creo porque s¨¦ c¨®mo es la prensa brit¨¢nica", ampl¨ªa Manolo Ruiz. "Robinho es incapaz de hacer eso", concluyen sus amigos.
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