Obama cumple el sue?o de Lincoln 200 a?os despu¨¦s
EE UU conmemora el nacimiento del presidente que aboli¨® la esclavitud
Ejemplo del sue?o americano, autodidacta, nacido a comienzos del siglo XIX en la pobreza absoluta en una caba?a en los bosques de Kentucky sobre un suelo de tierra y cubierto con una piel de animal. De la pobreza extrema a un buen pasar como abogado de ¨¦xito; emancipador de los esclavos negros; salv¨® la Uni¨®n triunfando en una brutal guerra civil; defensor de la igualdad de oportunidades; exponente m¨¢ximo del hombre com¨²n, lleg¨® a decir: "Dios ama a las personas corrientes, por eso hizo tantas". Asesinado cinco d¨ªas despu¨¦s de la rendici¨®n de los confederados secesionistas. Consagrado por la historia como el mejor presidente de Estados Unidos, junto con George Washington. Todo esto y mucho m¨¢s fue y represent¨® Abraham Lincoln (1809-1865).
Preserv¨® la Uni¨®n, al precio de una guerra civil con 500.000 muertos
"No debemos canonizarlo como santo laico", advierte el columnista Safire
Obama es el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena iniciada con la emancipaci¨®n
Lincoln: "El gobierno del pueblo, por y para el pueblo no desaparecer¨¢"
Hoy se cumple el bicentenario del nacimiento del 16? presidente de EE UU que abre las compuertas, sobre todo en su pa¨ªs, a una explosi¨®n de lincolnman¨ªa reflejada en centenares de nuevos libros sobre su figura pol¨ªtica, su personalidad, sus contradicciones, que las tuvo y muchas, y su puesta en valor en la sociedad norteamericana de 2009. Sobre ¨¦l se han escrito m¨¢s palabras que sobre cualquier otro gran personaje hist¨®rico, excluido Jesucristo. Exposiciones, actos acad¨¦micos, documentales y la reapertura del remozado teatro Ford, en Washington, donde en la tarde del 14 de abril de 1865, Viernes Santo, John Wilkes Booth, un joven sudista perdedor de la guerra, descerraj¨® un solo tiro en la cabeza del presidente republicano con una peque?a pistola Dillinger. Muri¨® a las siete de la ma?ana del d¨ªa siguiente.
El viento de fronda avivado por Obama, el primer negro en llegar a la Casa Blanca, ha puesto de actualidad la figura de Abraham Lincoln. Barack ser¨ªa el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena iniciada por Lincoln con el decreto de emancipaci¨®n de los esclavos y, lo que es m¨¢s importante, con la posterior constitucionalizaci¨®n de su libertad a trav¨¦s de la decimotercera enmienda a la Constituci¨®n. Sea o no cierta esta interpretaci¨®n hist¨®rica, Obama, dem¨®crata, ha hecho suya la figura del larguirucho, como ¨¦l, Lincoln, subrayando sus coincidencias y recuperando lo esencial de su discurso pol¨ªtico. El 44? presidente inici¨® su campa?a a la Casa Blanca en las escalinatas del Capitolio de Springfield (Illinois) al igual que lo hizo Lincoln. Ambos son abogados y fueron primero congresistas en el mismo Estado al que posteriormente representaron en el Congreso de Washington. Las ideas de unidad y reconciliaci¨®n nacional, no es un pa¨ªs de blancos o negros, o de republicanos o dem¨®cratas; de la defensa de la igualdad de oportunidades; incluso de intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa, tambi¨¦n muy presente en Lincoln en una fuerte depresi¨®n, cuando defend¨ªa las obras p¨²blicas y la construcci¨®n de ferrocarriles, o la ayuda a los bancos, o tambi¨¦n la creaci¨®n de un banco p¨²blico, son compartidas por los dos presidentes. Tambi¨¦n les aproxima su elocuencia virtuosa y su creencia en la fuerza de las palabras. Obama estudi¨® detenidamente los discursos de Lincoln al preparar el suyo en la toma de posesi¨®n.
Abraham Lincoln vivi¨® la era de la cultura oral, donde la palabra dicha, en sermones religiosos o discursos, era lo m¨¢s importante. Admiraba a William Shakespeare y sus obras, que estudiaba para preparar sus discursos. La Biblia era su otra fuente de inspiraci¨®n literaria. Obama jur¨® el cargo sobre la Biblia de Lincoln. Otra coincidencia. El Honesto Abe, otro de sus sobrenombres, era un hombre de gran espiritualidad pero no abraz¨® dogma alguno, tampoco el religioso. De hecho, no tuvo ficha en ninguna iglesia. La inclusi¨®n de adversarios pol¨ªticos en sus gobiernos en puestos claves -Departamento de Estado, Defensa e incluso el Tesoro-, buscando cierta transversalidad, es otra semejanza entre los dos presidentes.
Y un gesto simb¨®lico: la peregrinaci¨®n de la familia Obama, por la noche, una semana antes de entrar en la Casa Blanca, al Lincoln Memorial de Washington. El espectacular templo griego que cierra el Mall, por el oeste, enfrent¨¢ndose al Capitolio a trav¨¦s de una avenida-parque de tres kil¨®metros y medio. La mejor forma de entender y reflexionar sobre Estados Unidos, su presidencia y el car¨¢cter imperial de la superpotencia es hacerlo sentado en las escalinatas del Lincoln Memorial, a la sombra de la estatua del presidente, en m¨¢rmol de Georgia, y despu¨¦s de leer los discursos de Gettysburg y de su segunda toma de posesi¨®n, grabados en la piedra. Recomiendo acudir al amanecer o ya con las luces de la noche.
Quedan para la historia y todav¨ªa producen emoci¨®n al leerlas, m¨¢s al escucharlas, las 272 palabras del discurso de Lincoln, tres minutos, en el campo de batalla de Gettysburg. "Aqu¨ª decidimos que estos muertos no han muerto en vano, que esta naci¨®n bajo Dios tendr¨¢ un renacimiento de la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecer¨¢ de la tierra". Palabras que memorizan y recitan todos los escolares en Estados Unidos. Palabras que fueron transmitidas por Radio Budapest en 1956, durante la revoluci¨®n h¨²ngara, para llamar al levantamiento contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
El papel hist¨®rico de Lincoln como el Gran Emancipador lleg¨® gradualmente desde un inicio en el que el presidente negaba rotundamente la igualdad social y pol¨ªtica de negros y blancos. S¨®lo puso fin a la esclavitud cuando crey¨® que la Uni¨®n pod¨ªa soportarlo sin dividirse. "No tengo el prop¨®sito", dijo en un debate pol¨ªtico, "de introducir la igualdad pol¨ªtica y social entre las razas blanca y negra. Hay una diferencia f¨ªsica entre las dos que, en mi opini¨®n, les prohibir¨¢ siempre vivir en perfecta igualdad". Esta declaraci¨®n le ha valido acusaciones de ser un "supremacista blanco".
Luch¨® con determinaci¨®n en la guerra civil (500.000 muertos en una poblaci¨®n de 30 millones) y su objetivo principal fue ganarla a toda costa para salvar la Uni¨®n, aun sin resolver la cuesti¨®n de la esclavitud que le provocaba problemas, insalvables con los sudistas, pero tambi¨¦n con el Norte federal. "Mi primer prop¨®sito es salvar la Uni¨®n, y no salvar o proteger la esclavitud; si pudiera salvarla sin liberar un solo esclavo, lo har¨ªa; y si pudiera salvarla liberando a todos los esclavos, tambi¨¦n lo har¨ªa". Al final, logr¨® las dos cosas y con ese resultado ha pasado a la historia. Preserv¨® la Uni¨®n, al precio de una terrible guerra civil, no s¨®lo por ella misma sino porque representaba una idea de igualdad, de gobierno de la mayor¨ªa, una idea exportable universalmente.
"No hace falta que lo canonicemos como nuestro santo laico, no solo asesinado sino martirizado", advierte el columnista del New York Times, William Safire. La personalidad de Lincoln fue compleja y contradictoria. Sentido del humor profundo, capacidad de encantamiento, gran contador de historias. Pero tambi¨¦n una profunda melancol¨ªa reflejada en su atormentado rostro. Inestable psicol¨®gicamente, estuvo a punto de suicidarse dos veces antes de cumplir los 33 a?os. Visionario, pero calculador a la vez. Problemas familiares: detestaba a su padre, no acudi¨® a su funeral y ador¨® a su madrastra. Su matrimonio fue todo menos pl¨¢cido. Su mujer enloqueci¨®
Recomiendo, por ¨²ltimo, dos libros para recordarle. Team of rivals, de Doris Kearns Goodwin. Ha sido libro de cabecera de Obama durante la campa?a presidencial. Y en ficci¨®n, la gran novela Lincoln, de Gore Vidal.
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