Los grilletes del espacio
Si no se ha contemplado antes en el Marco de Vigo o en la sala Koldo Mitxelena de Vitoria, donde la obra M¨®dulos (2008), de Sergio Prego (Fuenterrab¨ªa, 1969), estuvo previamente instalada en la exposici¨®n El medio es el museo, la primera impresi¨®n es la de hallarse ante un trapecio preparado para la recreativa exhibici¨®n de unos equilibristas o gimnastas. En arte, es peligroso quedarse s¨®lo con la primera impresi¨®n, pero tambi¨¦n lo es olvidarla. Por lo dem¨¢s, tampoco el visitante tarda demasiado en percatarse de qu¨¦ va este enjambre de cables y escaleras met¨¢licas, porque, a la vez, se proyectan sobre las paredes de la galer¨ªa las im¨¢genes de las evoluciones de esos supuestos trapecistas aunque, eso s¨ª, enseguida es de nuevo sorprendido porque los tales, en vez de evolucionar cual ¨¢giles danzantes por la trama, se mueven todo lo penosamente que puede hacerse al estar trabados. Pues bien, he aqu¨ª ya visualmente palpable el nudo gordiano po¨¦tico de Prego, que se ha centrado en lo que cabr¨ªa definir metaf¨®ricamente como la aherrojante gravidez del espacio, que es f¨ªsica, desde luego, pero, sobre todo, social. En cualquier caso, las met¨¢foras en s¨ª son ambiguas, pero reduplican su equivocidad en el mudo y f¨ªsico terreno art¨ªstico, con lo que nos obligan a pensar a trav¨¦s de ese escurridizo tobog¨¢n de la imaginaci¨®n, donde las sensaciones se adelantan a los conceptos. En este sentido, la instalaci¨®n M¨®dulos, as¨ª como las fotograf¨ªas Generaci¨®n (2009), nos dejan cavilando mucho m¨¢s all¨¢ de las segundas y terceras miradas o impresiones.
Sergio Prego
Galer¨ªa Lorenzo. Orfila, 5. Madrid
Hasta el 7 de marzo
?Acaso se trata de una nueva y extravagante construcci¨®n en forma de videoinstalaci¨®n ahora en boga, donde el barroquismo escenogr¨¢fico esconde muchas veces un mensaje, por obvio, simple e inane? Desde mi punto de vista, esta instalaci¨®n de Prego tiene mucha enjundia y recorrido hist¨®ricos, porque no s¨®lo evoca a las imaginativas piezas industriales del arte constructivista sovi¨¦tico, sino principalmente al universo alucinante y angustioso de las Carceri, de Piranesi, lo cual no ha de concebirse como una coincidencia formal, sino, mucho m¨¢s interesante, como una reincidencia simb¨®lica y, por tanto, moral sobre el infinito laberinto sin salida del espacio. Pero hay m¨¢s: las fotograf¨ªas a las que antes he aludido, de textura metalizada, representan unas im¨¢genes org¨¢nicas que podr¨ªan identificarse como las de las tripas intestinales, cuya movilidad es perist¨¢ltica; esto es: la de una movilidad contractiva que se produce cuando un cuerpo avanza a trav¨¦s de un recorrido tubular, o, lo que es lo mismo, que se produce asimismo venciendo una resistencia, con lo que la pesada gravidez del espacio la percibimos, como quien dice, por dentro y por fuera. A¨²n sint¨¦ticamente relatado, ya vemos, en fin, con qu¨¦ potencia y complejidad urde su obra Sergio Prego, pero lo que, a mi juicio, constituye su arma art¨ªsticamente m¨¢s seductora es la manera fr¨ªa y controlada con que visualiza esta instalaci¨®n: su transparencia f¨ªsica e ic¨®nica; su limpieza; su, perm¨ªtaseme as¨ª decirlo, elegancia conceptual. Justo lo apropiado para quien debe ser considerado como uno de los mejores escultores espa?oles actuales, una calificaci¨®n que ¨¦l acredita cada vez m¨¢s.
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