?Debe Espa?a recordar el franquismo?
La llamada Ley de Memoria Hist¨®rica ha desatado un torbellino de debates en Espa?a. Seg¨²n algunos espa?oles, el pa¨ªs tiene que mantener enterrado el pasado; de no ser as¨ª, la sociedad espa?ola se desgarrar¨ªa totalmente. Pero Espa?a no es el primer pa¨ªs que se enfrenta a la pregunta sobre si debe o no recordarse un pasado atroz. Al abordar esta cuesti¨®n, es muy importante plantearse en primer lugar qui¨¦n quiere olvidar. Y en segundo, saber si alguna v¨ªctima ha olvidado.
Cuando una naci¨®n tiene el valor de hacerse preguntas sobre su pasado, no s¨®lo se trata de recordar su historia, sino de romper el silencio y de reivindicar la dignidad de las v¨ªctimas. En consecuencia, tambi¨¦n tenemos que preguntarnos si recordar es un fin en s¨ª mismo o si es el principio de un aut¨¦ntico proceso de reconciliaci¨®n y construcci¨®n de la paz. Como se?al¨® James Joyce, "la historia es una pesadilla de la que tratamos de despertar".
Una naci¨®n no puede cicatrizar sus heridas mientras la memoria colectiva est¨¦ en suspenso
Para poder despertar, no es preciso ni amar el pasado ni odiarlo, s¨®lo comprenderlo y superarlo. Y s¨®lo siendo fieles a la verdad de la historia podremos lograr ambas cosas. Conocer la verdad hist¨®rica puede ser doloroso, pero no cabe duda de que es enormemente liberador. Con ese conocimiento, una naci¨®n puede dejar de lado el dolor.
En muchos pa¨ªses del mundo los procesos de conocimiento de la verdad hist¨®rica estuvieron congelados durante a?os. En las dictaduras de pa¨ªses de ?frica, Latinoam¨¦rica y Oriente Pr¨®ximo, la gente se vio obligada a vivir con culpa y la dignidad se convirti¨® en algo sin valor. Ir¨®nicamente, eran los oprimidos, no los opresores, los que se sent¨ªan culpables. A la gente comenz¨® a desagradarle su pasado, pero no pod¨ªa cambiarlo. Las personas eran culpables de vivir en el lugar y el momento equivocados.
Sin embargo, la historia siempre encuentra formas de juzgarse y condenarse a s¨ª misma. Echemos un vistazo al caso de Sur¨¢frica. La Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n dio a los surafricanos la posibilidad de lidiar con su pasado partiendo de una base moral consensuada y de avanzar as¨ª hacia la reconciliaci¨®n. En Sur¨¢frica, las v¨ªctimas colocaron la necesidad de verdad y de reconocimiento por encima de la necesidad de reparaci¨®n. En ese pa¨ªs, la cuesti¨®n no radicaba en si se impon¨ªan compensaciones monetarias o reparaciones simb¨®licas (o ambas). Lo primordial era la necesidad de verdad en un contexto de transici¨®n pol¨ªtica negociada. La sustituci¨®n de la justicia punitiva por la recuperaci¨®n de la verdad posibilit¨® que todo el mundo accediera a la informaci¨®n, proporcionando al mismo tiempo un testimonio incontestable sobre c¨®mo hab¨ªan tenido lugar los abusos y las vulneraciones de derechos individuales. Y el hecho de revelar la verdad sirvi¨® para prevenir posibles violencias futuras.
En el caso espa?ol, la mayor¨ªa de los pretextos presentados para no recordar la ¨¦poca franquista es aquello de que no debemos reabrir las heridas del pasado. Pero negando ese pasado nunca podremos cerrar tales heridas. Si una naci¨®n, o una gran parte de ella, tiene la necesidad de recordar es porque no ha olvidado. El perd¨®n asociado al olvido es la opci¨®n m¨¢s tentadora para criminales y opresores, pero siempre es mejor perdonar sin olvidar.
Un proceso de recuerdo no s¨®lo tiene que constituir una oportunidad para que las v¨ªctimas muestren su verdad, como hicieron los jud¨ªos respecto a la Segunda Guerra Mundial y los campos de concentraci¨®n nazis, sino un m¨¦todo para que el conjunto de la sociedad construya una historia com¨²n. Tambi¨¦n sirve para que cada sociedad afronte sus pesadillas, acepte la responsabilidad de lo ocurrido y haga cambios que garanticen que esas atrocidades no vuelvan a ocurrir jam¨¢s.
El recuerdo debe ser un punto de partida que sirva para ver la propia historia con los ojos de las v¨ªctimas. Y debe ir vinculado a una nueva concepci¨®n del futuro. No tiene sentido volver la vista al pasado si no nos ayuda a crear un futuro mejor.
Una naci¨®n no puede cicatrizar sus heridas mientras la memoria colectiva est¨¦ en suspenso. La concesi¨®n de memoria hist¨®rica a las v¨ªctimas del periodo franquista es una forma de devolverle a la historia espa?ola la dignidad que merece. Pero tambi¨¦n servir¨¢ para sacar a la luz realidades de la historia contempor¨¢nea espa?ola largo tiempo ocultas, proporcionando de manera retroactiva dignidad a los vencidos por esa misma historia. De este modo, la memoria de las v¨ªctimas del r¨¦gimen franquista podr¨ªa convertirse en un gran ant¨ªdoto contra el odio y el prejuicio en Espa?a.
S¨®lo una sociedad que sepa c¨®mo recordar al un¨ªsono sabr¨¢ c¨®mo respetar la dignidad de la diferencia. Y el valor de ¨¦sta depende totalmente de la comprensi¨®n de sus l¨ªmites. Dicho de otro modo, la historia debe escribirse por y para las v¨ªctimas que fueron abandonadas por la historia. No debemos olvidar el rastro de sangre y de l¨¢grimas que la historia siempre deja a su paso. Un pueblo libre no puede permitirse olvidar las atrocidades de su pasado.
Ha llegado el momento de que Espa?a ponga al d¨ªa su perspectiva hist¨®rica, reduciendo la brecha existente entre la memoria de las v¨ªctimas y el futuro de la democracia. La historia de la libertad tiene que ver con la posibilidad de juzgar libremente la propia historia.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto (Canad¨¢).
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