"Muchos hijos de inmigrantes usan la religi¨®n para manipular"
A un metro de distancia desconciertan sus ojos empapados de un azul el¨¦ctrico. Tambi¨¦n cierta timidez que no casa mucho con la biograf¨ªa de esta actriz francesa de 53 a?os que rechaza casi todo y que al recibir un premio C¨¦sar, en 1990, en lugar de agradec¨¦rselo a su familia y al director de turno, recit¨® de golpe un trozo de Versos sat¨¢nicos, en defensa de Salman Rushdie. Desde entonces ha ganado tres C¨¦sar m¨¢s y ha sido propuesta al Oscar por Camille Claudel. Llevaba cinco a?os sin rodar. Ahora vuelve con una pel¨ªcula dura como una bofetada, La journ¨¦e de la jupe, del director Jean-Paul Lilienfeld, que se acaba de presentar en el Festival de Berl¨ªn.
Adjani interpreta a una profesora de un instituto de un barrio de la periferia parisiense que encuentra una pistola en la mochila de un estudiante y, sobrepasada por la situaci¨®n, decide secuestrar a la clase. Los alumnos personifican a aquellos j¨®venes desarraigados franceses, nietos de inmigrantes, que en 2005 salieron a las calles de sus barrios a quemar los coches de sus vecinos y sus propios polideportivos para protestar, de manera algo suicida, por su vida sin futuro.
"Acept¨¦ interpretar 'La journ¨¦e de la jupe' por lo dura que era"
"Algunos actores se enfrentaban a situaciones que existen en sus vidas"
Pregunta. ?Por qu¨¦ acept¨® una pel¨ªcula tan dura?
Respuesta. Tard¨¦ 10 minutos en aceptarla. Precisamente por lo dura que es. Por lo que cuenta, y tambi¨¦n porque significa un desaf¨ªo para una actriz. Por el personaje, de una profesora en crisis, y por la manera en que se desarrolla todo. Hay que hacer cre¨ªble una situaci¨®n rara desde el principio, sin tiempo casi de comprender. Se entra en la pesadilla de inmediato. En cuanto se cierra la puerta de la clase.
P. Hay un momento clave en que su personaje, con la pistola en la mano, les dice a los estudiantes: "Probablemente la escuela no os ense?e nada, pero sin ella est¨¢is jodidos".
R. ?sta no es una historia indulgente. En ella se percibe toda la violencia heredada por estos j¨®venes, todas las influencias religiosas, culturales y sociales que reciben desde que nacen. La profesora es la encarnaci¨®n de la escuela laica. Tal vez un poco r¨ªgida, pero porque se aferra a su compromiso de profesora: est¨¢ all¨ª para ense?ar, para transmitir el conocimiento, no para hacer de asistente social.
P. Usted naci¨® y creci¨® en un barrio como el de la pel¨ªcula. ?Era mejor entonces?
R. S¨ª. No tiene nada que ver. Mi padre hab¨ªa nacido en Argelia. ?ramos todos inmigrantes de primera generaci¨®n. Ahora lo son de segunda o de tercera. Los abuelos de estos chicos se integraron sin protestar. Pero ellos se sienten herederos de un pasado que rechazan y, a la vez, agraviados por el presente.
P. No se sienten franceses ni argelinos.
R. No. Tienen la impresi¨®n de que si se integran, se convierten en traidores, traidores a sus or¨ªgenes, a los or¨ªgenes que sus padres abandonaron. Y luego est¨¢ la religi¨®n: muchos la utilizan, aunque no sean creyentes, para manipular la culpabilidad de los adultos. Habr¨ªa que hacer que se desembarazaran de toda esa mara?a sentimental relativa a sus or¨ªgenes. Y llegar a la paz. Pero, claro, no ayuda que Sarkozy, cuando era ministro del Interior, les llamara "chusma". Les hizo explotar, es intolerable.
P. El director eligi¨® a chicos del barrio para que se interpretaran a ellos mismos. ?C¨®mo fue rodar con ellos?
R. Eran muy naturales, pero tambi¨¦n muy profesionales, se aprendieron los di¨¢logos de memoria. Hicieron un gran trabajo. De hecho, hay dos o tres que quieren ser actores. Pero yo sufr¨ª mucho por algunos, porque se enfrentaban a situaciones que, probablemente, existen de verdad en sus vidas. O han existido. De las que quieren escapar o ya han escapado. Y hab¨ªa momentos en que se desmoronaban. Un d¨ªa, el chico que interpreta al de la pistola se ech¨® a llorar: las emociones del personaje tropezaban con las suyas.
P. ?D¨®nde queda la esperanza para estos chavales o para esos barrios?
R. Eso pregunt¨¦ yo al director: ?d¨®nde est¨¢ la esperanza?
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