?Qui¨¦n pagar¨¢ la crisis?
?Qui¨¦n pagar¨¢ las consecuencias de la crisis? No es una pregunta abstracta, sino central. Conocemos a los culpables de la crisis: mercados financieros ultraespeculativos en los que manipuladores sin escr¨²pulos y accionistas codiciosos invierten con frecuencia, banqueros sospechosos, que son minor¨ªa en el oficio pero que le causan un gran da?o, un sistema monetario desconectado de la actividad productiva, etc. Quienes ten¨ªan un sentido m¨ªnimamente realista de la econom¨ªa sab¨ªan desde hac¨ªa tiempo que este sistema iba a reventar. ?Pero qui¨¦n les escuch¨®? Ya se anuncia en todo el mundo uno de los mayores signos del paso de la recesi¨®n a la depresi¨®n: el aumento de las reivindicaciones salariales y de la pobreza. ?Qu¨¦ hacer con este sistema que ha provocado el caos, despu¨¦s de haber pretendido ser en estos ¨²ltimos decenios el mejor y el ¨²nico? Hay varias propuestas y una tendencia de fondo que se perfila.
La actual tendencia de fondo prepara un cruel porvenir para los m¨¢s d¨¦biles
De acuerdo con estas propuestas, unos dicen que hay que restablecer el v¨ªnculo entre la producci¨®n y los mercados financieros para evitar las huidas especulativas. Son los de la escuela de la racionalizaci¨®n y del buen sentido. Otros creen que esta crisis pasar¨¢ r¨¢pidamente pero que hay que aprovechar el momento para instaurar reglas ¨¦ticas con el fin de perseguir a los tramposos. Estos pertenecen a la escuela de los ingenuos. Otros, m¨¢s numerosos y m¨¢s rigurosos, llaman a instaurar reglas draconianas para encuadrar el mercado y proteger el inter¨¦s general. Est¨¢n, por ¨²ltimo, quienes defienden dos posiciones sim¨¦tricas pero totalmente opuestas. Por un lado, los que dicen que la crisis es debida al intervencionismo estatal. ?ste es el punto de vista surrealista de algunos banqueros y de los herederos de Margaret Thatcher. Y, por el otro, los que sostienen que el sistema capitalista ha fallecido de muerte natural, y que hace falta una salida hacia un nuevo sistema econ¨®mico, ecol¨®gico y duradero.
Estas posturas diversas pueden coincidir y mezclarse a veces, aunque definen bien el campo de posibilidades actual. La ¨²nica certeza que tenemos es que no sabemos ad¨®nde vamos, y que las elites pol¨ªticas se muestran incapaces de hacer otra cosa que no sea gobernar a ojo. Impotencia tanto m¨¢s angustiosa en cuanto la actual tendencia de fondo prepara un cruel porvenir para los m¨¢s d¨¦biles. Porque el dinero que reparte el Estado en forma de recapitalizaci¨®n de los bancos aparentemente no sirve para atajar la crisis. Los bancos no dan pr¨¦stamos ni a las peque?as ni a las medianas empresas, las cuales podr¨ªan crear empleos, ni a los particulares, quienes podr¨ªan relanzar la m¨¢quina productiva con el consumo. De ah¨ª a suponer que aqu¨¦llos se sirven en realidad del dinero de los contribuyentes para reflotar sus propias capacidades competenciales, s¨®lo hay un paso...
Naturalmente la ¨²nica manera de evitar esta c¨ªnica manipulaci¨®n ser¨ªa que, a cambio de su ayuda, el Estado pidiera estar en los consejos de administraci¨®n de estas instituciones para controlar el uso del dinero prestado. E incluso, en el caso de los bancos y las agencias m¨¢s vulnerables, nacionalizarlas, perspectiva que muchos se plantean seriamente en EE UU y Reino Unido.
Los mercados financieros, que son los responsables de la crisis, quieren, sin embargo, una mayor "flexibilidad " del mercado laboral, lo que ante todo significa el derecho a contratar y despedir a su gusto, luego recortar los derechos sociales, y finalmente bajar los salarios en un contexto de escasez de empleo y de fuerte competencia entre los asalariados. En definitiva, las recetas ultraliberales de la escuela de Milton Friedman que prevalec¨ªan bajo el r¨¦gimen de Pinochet, y que existen hoy en muchos sectores de actividad en China. Naturalmente, semejante terapia lleva inevitablemente a la explosi¨®n social. La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo prev¨¦ en su ¨²ltimo informe, cerca de 240 millones de desempleados en 2009, es decir, 51 millones m¨¢s que en 2007, lo que llevar¨¢ a un incremento de la pobreza. El mismo informe sostiene que Espa?a ser¨¢ la m¨¢s afectada en Europa, ya que su tasa de desempleo podr¨ªa pasar del 11,3 % a m¨¢s del 16 %.
Es probable que estemos en el ojo del hurac¨¢n, pero lo peor est¨¢ a¨²n por llegar. ?Cu¨¢nto tiempo durar¨¢ esto? Nadie lo sabe. La reuni¨®n del G20 prevista en Londres a principios de abril deber¨ªa ofrecer pistas sobre los caminos a seguir. Pero est¨¢ claro que no se podr¨¢ salir de la crisis s¨®lo en detrimento de las clases asalariadas. Lo que es seguro, en cambio, es que si los gobiernos, a expensas del inter¨¦s general, toman de manera conjunta y coordinada las decisiones impuestas a rega?adientes, las calles se llenar¨¢n de manifestantes y eso, sea cual sea el resultado de las elecciones.
Traducci¨®n de M. Sampons.
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