La izquierda hace agua en Europa
La dimisi¨®n de Veltroni, l¨ªder del Partido Dem¨®crata, deja a Berlusconi sin oposici¨®n en Italia - Las encuestas predicen el paso a la oposici¨®n del SPD en Alemania
Los sondeos arrojan sombras sobre el futuro de la izquierda en Europa en plena crisis global. En septiembre, la socialdemocracia alemana puede quedar fuera del poder en Berl¨ªn por primera vez desde 1998. Y los socialistas franceses, que no ganan unas presidenciales desde 1988, ven c¨®mo un nuevo partido radical amenaza su territorio electoral. Pero si hay un sitio donde la izquierda ya ha desaparecido del mapa, ¨¦se es Italia. Tras la dimisi¨®n de Walter Veltroni, esta semana, como secretario nacional del Partido Dem¨®crata (PD), no tiene ni siquiera un l¨ªder.
Bueno, tiene uno pero es un interino. Y cat¨®lico, por m¨¢s se?as. Se llama Dario Franceschini, tiene 50 a?os, es ex dirigente de la democristiana Margarita, era el n¨²mero dos de Veltroni y gestionar¨¢ el partido hasta el congreso, que se celebrar¨¢, si no hay novedades antes, en octubre.
El dilema de pactar con ex comunistas desat¨® la crisis de los socialdem¨®cratas
Veltroni no logr¨® rejuvenececiedad italiana
La pregunta que se hacen muchos italianos es: ?c¨®mo ha llegado hasta este desastre la otrora poderosa izquierda italiana? ?Qu¨¦ ha pasado en el pa¨ªs para que los sucesores de Enrico Berlinguer y del Partido Comunista m¨¢s potente de Europa formen hoy una banda de cad¨¢veres pol¨ªticos rid¨ªculamente dividida y entregada a la autodestrucci¨®n?
Mucha gente en Italia piensa que la respuesta tiene un nombre: Berlusconi. Otros piensan que el problema es, para empezar, nominal. Dicen que llamar izquierda a la presunta izquierda que encarna el PD es demasiado.
Quiz¨¢ no se deba llamar izquierda a una variopinta casta de dirigentes radical chic (as¨ª llamaba el periodista Indro Montanelli a los revolucionarios de sal¨®n) que lleva aferr¨¢ndose al poder desde hace 20 a?os, que vive lejos de los problemas reales de los ciudadanos, que forma su opini¨®n sobre la globalizaci¨®n leyendo una prensa ret¨®rica y autorreferencial en sus car¨ªsimos pisos del centro de Roma o tomando martinis en las playas privadas de Toscana.
La verdad es que el balance de proezas amasado por la llamada izquierda italiana en los ¨²ltimos 15 a?os da fr¨ªo. Por no hacer, no han sido capaces ni de dar al pa¨ªs una ley de parejas de hecho.
Por supuesto, la izquierda tampoco se ha atrevido a legislar contra el conflicto de intereses que ha permitido al hombre m¨¢s rico del pa¨ªs y due?o del mayor grupo de comunicaci¨®n tomar el poder. Como dijo Veltroni esta semana: "Berlusconi ha ganado la batalla de la hegemon¨ªa social".
El PD ha perdido. Y se ha convertido en un ente neutro, p¨¢lido, sin identidad. Veltroni ha evitado usar la palabra izquierda casi desde que lleg¨® al poder del partido, en octubre de 2007. Su sue?o obamaniano ha acabado en pesadilla. Su renuncia ha dejado al partido reci¨¦n nacido sumido en el caos y la divisi¨®n. Veltroni se ha ido haciendo suyas las palabras del escritor Ennio Flaiano: "Hoy he dejado a mi familia porque estaba cansado de sentirme solo".
Apu?alado por sus compa?eros, que le ped¨ªan que fuera m¨¢s duro; abandonado por intelectuales como Andrea Camilleri y Paolo Flores D'Arcais; adulado tan s¨®lo por la prensa af¨ªn, y paralizado por el factor psicol¨®gico de ser el rival de Berlusconi, el honesto Veltroni, escritor estimable y orador ameno y culto, ha salido de escena sin cumplir sus promesas: rejuvenecer el partido y enraizarlo en la sociedad.
En s¨®lo 15 meses, el PD ha dilapidado buena parte de la enorme ilusi¨®n que generaron unas primarias en las que participaron 3,5 millones de italianos. Queda un desierto por delante y un pasado doloroso, forjado con media docena de derrotas electorales que han extendido el poder de Berlusconi.
El PD hab¨ªa nacido en mayo de 2007 a semejanza de su hom¨®nimo estadounidense con la vocaci¨®n de ser una fuerza reformista mayoritaria e incluyente. Fundiendo El Olivo y La Margarita, acun¨® en su nomenclatura a 45 notables con solera. Gente inteligente y pinturera, hoy casi todos elegantes cad¨¢veres pol¨ªticos.
Ex comunistas como Veltroni o Massimo D'Alema, ex radicales verdes como Francesco Rutelli, socialistas europeos como Piero Fassino, cat¨®licos centristas como Romano Prodi o Rosy Bindy, gobernadores condenados como Antonio Bassolino, democristianas mustias como la alcaldesa de N¨¢poles, Rosa Jervolino, heterodoxos fil¨®sofos venecianos como Massimo Cacciari, y barones norte?os como el sindicalista turin¨¦s Sergio Chiamparino o el bolo?¨¦s Sergio Cofferati, un alcalde de ideolog¨ªa cercana a la Liga Norte. Por si faltaba alguien, m¨¢s tarde se sumar¨ªan a las listas electorales los radicales dirigidos por Emma Bonino.
Para dar fe de que la pluralidad del grupo era suficiente, antes de las elecciones generales de abril de 2008 Veltroni decidi¨® deshacerse de los partidos de la izquierda maximalista y concurrir solo a las urnas, en alianza posterior con la Italia de los Valores del ex juez estrella Antonio di Pietro.
Su gesto tuvo la virtud de simplificar de un plumazo la disparatada pulverizaci¨®n que marc¨® el ¨²ltimo Gobierno de Romano Prodi, que dur¨® 722 d¨ªas y reparti¨® carteras entre una quincena de partiditos. Algunos tan de izquierdas que gobernaban de lunes a viernes, y el s¨¢bado sal¨ªan en manifestaci¨®n contra el primer ministro.
Llegaron las urnas y qued¨® reducida a cero la izquierda cl¨¢sica. La frase de Fausto Bertinotti, el veterano l¨ªder obrero de Refundaci¨®n que marc¨® tendencia con sus calcetines de lana de cachemira, fue tan hist¨®rica como su desaparici¨®n: "Tenemos que volver a las verjas de las f¨¢bricas".
El muro de Berl¨ªn hab¨ªa ca¨ªdo por fin en Italia. El PD de Veltroni fue apoyado por 12 millones de electores. Una derrota digna: el 33%. Sumado al 4% de Di Pietro, el 37%. Pero una derrota al fin y al cabo. Tocaba oposici¨®n, gobierno en la sombra, sudor y l¨¢grimas.
Desde entonces s¨®lo ha habido sombra, sudor y l¨¢grimas. Berlusconi, en cambio, sonr¨ªe satisfecho. Probablemente lo har¨¢ hasta que fallezca. Su ¨²nico problema ser¨¢ que, cuando diga lo de siempre, que la oposici¨®n es un nido de rojos, nadie le creer¨¢. Porque ni habr¨¢ oposici¨®n ni ser¨¢n rojos. Pero eso tampoco tiene importancia. Como dijo Ennio Flaiano, el gran guionista que colabor¨® con el cineasta Federico Fellini: "La situaci¨®n en Italia es grave, pero no seria".
Alemania tampoco est¨¢ para bromas. La Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU) de Angela Merkel corteja al Partido Liberal (FDP) con la mirada puesta en las elecciones federales de septiembre, mientras su actual socio socialdem¨®crata en la gran coalici¨®n parece abocado a los esca?os de la oposici¨®n. Ser¨¢ la primera vez desde que Gerhard Schr?der llegara a la canciller¨ªa en 1998. Estos casi 11 a?os de Gobierno, primero como socios principales de una colaci¨®n con los Verdes y, desde 2005, como segundones en el Gabinete de Merkel, han desgastado los apoyos y la imagen del Partido Socialdem¨®crata (SPD) hasta sumirlo en una crisis existencial.
Seg¨²n la encuesta que publica esta semana la revista Stern, el SPD obtendr¨ªa ahora mismo el 22% de los votos. Precisamente ahora, durante la peor crisis del modelo capitalista liberal registrada en d¨¦cadas, sale fortalecido con un 18% de intenci¨®n de voto el FPD, un partido minoritario cuyo programa se basa en cantar las alabanzas del mercado libre.
Para una formaci¨®n pol¨ªtica con 136 a?os de historia y que desde 1957 no ha bajado del 30% de los sufragios en ninguna de las elecciones federales, un 22% ser¨ªa un resultado catastr¨®fico; el peor desde la prohibici¨®n del SPD por los nazis en 1933.
2008 fue sin duda un annus horribilis para los socialdem¨®cratas alemanes. Tras el derrocamiento del renano Kurt Beck como presidente del SPD, en septiembre se hicieron con las riendas del partido el ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, y el veterano dirigente Franz M¨¹ntefering. El primero asumi¨® el liderazgo como candidato a canciller y dej¨® la presidencia del SPD al segundo tras una larga crisis de identidad. Los interminables dilemas sobre si hab¨ªa que pactar o no con los ex comunistas de La Izquierda y las constantes meteduras de pata de Beck dejaron paso al avezado M¨¹ntefering. Sin embargo, el candidato Steinmeier, cuya capacidad de seducci¨®n medi¨¢tica es nula, no ha logrado dar verosimilitud al proyecto socialdem¨®crata de seguir en el Gobierno federal a partir de septiembre.
El debilitado SPD s¨®lo podr¨ªa gobernar en Berl¨ªn si pacta con La Izquierda, algo que Steinmeier descarta. O si logra forjar una improbable coalici¨®n sem¨¢foro con los Verdes y los liberales del FDP. Pero lo m¨¢s probable es que pase a la oposici¨®n para poder demostrar si es capaz de sobrevivir al naufragio que amenaza a la izquierda europea.
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