La revoluci¨®n contra sus hijos
Las destituciones en Cuba demuestran que el r¨¦gimen no s¨®lo persigue a los opositores sino que destruye las carreras de sus propios funcionarios. Se desvanecen las esperanzas de una mejor¨ªa en las libertades
La reciente destituci¨®n de Carlos Lage, Felipe P¨¦rez Roque, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez y Fernando Rem¨ªrez de Estenoz, cuatro pol¨ªticos civiles, j¨®venes, leales y bien vistos en las canciller¨ªas europeas y latinoamericanas, ofrece una idea del Gobierno que ha dise?ado Ra¨²l Castro para conducir la sucesi¨®n autoritaria en Cuba: un cuerpo "funcional", "compacto", "eficiente", a imagen y semejanza del ej¨¦rcito que ¨¦l mismo ha dirigido durante medio siglo, donde se haga poca pol¨ªtica y mucha administraci¨®n. La sucesi¨®n queda finalmente planteada como un periodo en que se descarta toda opci¨®n de relativa pluralidad dentro del propio r¨¦gimen.
El alcance de los prometidos "cambios estructurales y de concepto" deber¨¢ medirse a partir de ahora. Por la composici¨®n del nuevo Gabinete, cabr¨ªa imaginar que no se ir¨¢ m¨¢s all¨¢ del traslado de la experiencia de las empresas militares al resto de la econom¨ªa. Pero habr¨¢ que esperar para saber hasta d¨®nde quiere llegar el Gobierno de Ra¨²l, en una coyuntura tan delicada como la que se abre con la presidencia de Barack Obama. Mientras m¨¢s avance La Habana en sus discretos ajustes, m¨¢s aliento tomar¨¢n los promotores de un cambio en la pol¨ªtica de Estados Unidos hacia la isla, lo cual puede volverse contra la cohesi¨®n interna de las ¨¦lites que, hasta ahora, ha dependido de la amenaza "enemiga".
La ca¨ªda de Lage, P¨¦rez Roque, Rem¨ªrez y Rodr¨ªguez es una purga m¨¢s de tipo estalinista
El estilo fr¨ªo tiene que ver con el manejo de la situaci¨®n por Ra¨²l Castro y no por su hermano
La ca¨ªda de Lage, P¨¦rez Roque, Rodr¨ªguez y Rem¨ªrez es una de las tantas purgas c¨ªclicas, de tipo estalinista, que ha habido en Cuba y es preciso leerla en su propia tradici¨®n. Lo que distingue esta purga de las anteriores -las de comandantes revolucionarios o viejos comunistas en los sesenta, las de pol¨ªticos "corruptos" en los setenta y ochenta, las de Arnaldo Ochoa y los hermanos De la Guardia en 1989, las de Carlos Aldana y Roberto Robaina en los noventa y la de Marcos Portal a inicios de esta d¨¦cada- es su bajo perfil simb¨®lico. Esta vez no hubo juicios, ni ejercicios de "explicar a la poblaci¨®n"; no se levantaron cargos por corrupci¨®n o "enriquecimiento il¨ªcito" ni se reconoci¨® la trayectoria de m¨¢s de 20 a?os de servicios al r¨¦gimen de esos funcionarios.
El estilo fr¨ªo tiene que ver con el manejo de la situaci¨®n por Ra¨²l Castro y no por su hermano, poseedor de una idea teatral de la pol¨ªtica. La ausencia de drama es una de las caracter¨ªsticas de una ¨¦lite sucesora que har¨¢ todo lo posible por presentar lo que pasa en Cuba como algo normal. Este tipo de normalizaci¨®n del estado de emergencia no s¨®lo se parece al de muchas dictaduras de derechas del pasado iberoamericano, sino a la experiencia de la Rusia de Putin y Medv¨¦dev, como ha sugerido recientemente el escritor exiliado Jorge Ferrer. La Cuba de Ra¨²l podr¨ªa derivar hacia un capitalismo de Estado, donde no s¨®lo los opositores sino los propios pol¨ªticos del r¨¦gimen ser¨¢n sometidos a un f¨¦rreo control de sus liderazgos.
La explicaci¨®n que ofreci¨® Fidel Castro de las destituciones el pasado 3 de marzo -las cartas de renuncia de Lage y P¨¦rez Roque dicen poco- sigue siendo el ¨²nico documento oficial con que contamos para interpretar una jugada de tal relevancia. All¨ª se habla de "ambici¨®n", de "indignidad" y de que esos pol¨ªticos comenzaban a despertar simpat¨ªas en el "enemigo". Este t¨¦rmino no parece aplicado s¨®lo o fundamentalmente a Estados Unidos sino a Europa y Am¨¦rica Latina, dos regiones donde Lage y P¨¦rez Roque circularon bastante y crearon amistades pol¨ªticas. Toda la actividad que desarrollaron esos funcionarios fue en beneficio de los Gobiernos de Fidel y Ra¨²l, pero es evidente que, en caso de ausencia de uno o ambos, constitu¨ªa un capital pol¨ªtico para el futuro.
La idea de que la sustituci¨®n de Lage, P¨¦rez Roque, Rodr¨ªguez y Rem¨ªrez es resultado de un desplazamiento de fidelistas por raulistas es demasiado simple. Esos pol¨ªticos fueron destituidos con la anuencia de Fidel y en un momento en que representaban, no una vuelta al fidelismo o a la "batalla de ideas", sino una modalidad de sucesi¨®n que no eluda el relevo generacional y permita la formaci¨®n de liderazgos relativamente aut¨®nomos. Esos cuatro funcionarios no defend¨ªan una apertura pol¨ªtica, pero es probable que simpatizaran con una reforma econ¨®mica m¨¢s profunda que la que pretenden los militares, y es evidente que planteaban el dilema sucesorio m¨¢s all¨¢ de Ra¨²l.
Lage y Rodr¨ªguez fueron dos de los principales impulsores de las reformas econ¨®micas que sucedieron al IV congreso del Partido Comunista, entre 1993 y 1995: despenalizaci¨®n del d¨®lar, mercados agropecuarios, trabajo por cuenta propia, nueva ley de inversiones, reducci¨®n de la burocracia. Esas reformas, a pesar de su timidez, generaron un buen clima en las relaciones con EE UU en el momento en que iniciaba la Administraci¨®n de Clinton. Las reformas y la distensi¨®n se vinieron abajo a inicios del 96 con el atentado contra las avionetas de Hermanos al Rescate y un discurso inmovilista de Ra¨²l Castro en el pleno del Comit¨¦ Central. Desde entonces, Lage y Rodr¨ªguez pospusieron un proyecto de reformas econ¨®micas que contemplaba la apertura de peque?as empresas privadas.
P¨¦rez Roque hered¨® de Robaina el proyecto de diversificaci¨®n de las relaciones internacionales cubanas en el contexto de la posguerra fr¨ªa. Aunque su compromiso con la "batalla de ideas" y el mesianismo fidelista es constatable -tan s¨®lo habr¨ªa que recordar su activo respaldo a la represi¨®n del 2003 o su manejo de las crisis con pa¨ªses europeos y latinoamericanos que se derivaron de los fusilamientos y encarcelamientos de aquella primavera-, P¨¦rez Roque se propuso, entre 2005 y 2007, recomponer las relaciones con la mayor¨ªa de los pa¨ªses de esas dos regiones, y lo logr¨®. ?se fue su aporte al primer a?o de Gobierno de Ra¨²l, as¨ª como los cabildeos en Ginebra, en contra de las condenas a Cuba por violaci¨®n de derechos humanos, y en Nueva York, a favor de las resoluciones antiembargo de Naciones Unidas, hab¨ªan sido su principal servicio al Gobierno de Fidel.
Pero en el trayecto, Lage, P¨¦rez Roque, Rem¨ªrez y, en menor medida, Rodr¨ªguez, acumularon capital pol¨ªtico, dentro y fuera de Cuba. La relaci¨®n que los dos primeros establecieron con Ch¨¢vez fue un encargo personal de Castro, quien hizo del v¨ªnculo con Caracas una prioridad de la pol¨ªtica cubana. Esa asociaci¨®n -incluidas las desafortunadas declaraciones de que "Cuba era m¨¢s democr¨¢tica porque pose¨ªa dos presidentes" o de que pod¨ªa "renunciar a su soberan¨ªa" en una uni¨®n con Venezuela- no impidi¨® a Lage y a P¨¦rez Roque relacionarse con otras izquierdas e, incluso, con varias derechas de Am¨¦rica Latina. El desfile de presidentes que hemos visto en La Habana y las expectativas de cambio que gener¨® el primer a?o Ra¨²l Castro tienen que ver con las redes creadas por esos pol¨ªticos, en las que tambi¨¦n jugaron un papel importante Rem¨ªrez, como jefe de la diplomacia en el Partido Comunista, y el entonces viceministro y actual canciller, Bruno Rodr¨ªguez Parrilla.
La destituci¨®n de Lage, P¨¦rez Roque, Rem¨ªrez y Rodr¨ªguez plantea serios interrogantes a las pol¨ªticas europeas y latinoamericanas hacia Cuba, trazadas en los ¨²ltimos a?os. La mayor¨ªa de esas pol¨ªticas han tomado en cuenta tres elementos: las posibilidades de inversi¨®n que ofrece el mercado cubano, la afirmaci¨®n de una diplomacia aut¨®noma frente a EE UU y la esperanza de que el Gobierno de Ra¨²l emprenda cambios que ampl¨ªen la dotaci¨®n de derechos civiles o, por lo menos, aten¨²en la grave situaci¨®n de los derechos humanos. Los tres elementos est¨¢n siendo severamente cuestionados por los hechos y, tal vez, obliguen a un ajuste o, en su caso, a un replanteamiento de esas pol¨ªticas.
Sin una revisi¨®n del concepto de propiedad, que dilate el mercado interno cubano, las ventajas comparativas de inversi¨®n en la isla ser¨¢n cada vez menores. Con una presidencia dem¨®crata en Estados Unidos, interesada en revocar la limitaci¨®n de viajes, remesas e intercambio acad¨¦mico y cultural, y decidida a utilizar un lenguaje no agresivo en sus relaciones con Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador o cualquier otro Gobierno de la izquierda latinoamericana, la ganancia de relacionarse con La Habana para "desafiar al imperio" es casi nula. Con un Gobierno autocr¨¢tico y represivo, que no s¨®lo penaliza la actividad de opositores pac¨ªficos sino que destruye las carreras pol¨ªticas de sus propios funcionarios, las pocas esperanzas de una mejor¨ªa en las libertades p¨²blicas de la isla se desvanecen.
Rafael Rojas es historiador cubano exiliado en M¨¦xico. Acaba de publicar El estante vac¨ªo. Literatura y pol¨ªtica en Cuba (Anagrama).
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