Las v¨ªctimas de la crisis desbordan a la Casa de Caridad
Hace un a?o, unas 180 personas se acercaban cada d¨ªa al comedor de la Casa de Caridad de Valencia. Hoy en d¨ªa, las raciones que se distribuyen son ya 380. Y este n¨²mero no va a parar de crecer. "A corto plazo, tal y como est¨¢ evolucionando la situaci¨®n, creemos que llegaremos a distribuir entre 450 y 500", seg¨²n anunci¨® ayer el presidente de esta entidad, Antonio Casanova.
"Estamos en una situaci¨®n de emergencia y no podemos consentir que la gente se quede sin comer", apunt¨® Casanova, que indic¨® que "como siempre" atender¨¢n las necesidades que surjan. La instituci¨®n anunci¨® ayer en la presentaci¨®n del III Informe sobre la Pobreza que se est¨¢ viendo desbordada, por lo que reclama "un mayor compromiso de la sociedad y la necesidad de tomar medidas"."Estamos ante unos datos que jam¨¢s hab¨ªamos conocido", declar¨® el presidente de la Casa de Caridad ayer. No solo porque hoy se sirvan m¨¢s del doble de comidas que el a?o pasado. Tambi¨¦n por el tipo de personas que se acercan a por un men¨² y un bocadillo para la cena.
Ya no se trata de los usuarios cl¨¢sicos, es decir, personas desestructuradas, v¨ªctimas de adicciones o problemas mentales. Cada vez hay m¨¢s gente normalizada que no llegan a fin de mes. "Ayer mismo vino una familia de inmigrantes suramericanos con sus tres ni?os; hac¨ªa mucho que no se ve¨ªa esto", coment¨® Antonio Casanova. Incluso hay quien acude al comedor con su hija vestida con el uniforme del colegio.
Otro de los principales cambios respecto a lo que ha sido habitual los ¨²ltimos a?os es el aumento de espa?oles que acuden a la instituci¨®n. A pesar de que el 70% de los usuarios siguen siendo inmigrantes, los valencianos est¨¢n creciendo a la carrera. "El colectivo de extranjeros es el m¨¢s sensible y el primero que not¨® la crisis, pero, aunque m¨¢s tarde, a los espa?oles tambi¨¦n les est¨¢ llegando", apunt¨® Casanova. De hecho, es la primera vez en ocho a?os que aumenta el n¨²mero de espa?oles que acuden al comedor y su presencia crece un 28%, frente al 7% de inmigrantes.
El incremento de la demanda -se ha aumentado el horario de comedor, que ahora es de 12 a 14.30- est¨¢ poniendo a prueba las previsiones presupuestarias del centro. Los 6.300 euros diarios de las cuentas de este a?o "se quedar¨¢n cortos tal y como van las cosas", indic¨® Fernando Giner, el vicepresidente de la Casa de Caridad. Giner aludi¨® a la "extraordinaria respuesta" tanto de la Administraci¨®n, como de los 2.300 socios y de las personas que se acercan a aportar donaciones. Tambi¨¦n de las empresas que colaboradoras: existen 180 firmas que aportan 1.500 euros para sostener los gastos del centro. Pese a ello, ser¨¢n necesarias m¨¢s ayudas para mantener las necesidades crecientes.
A pesar de este escenario tan sombr¨ªo, el responsable de este centro centenario de Valencia quiso transmitir un mensaje de esperanza. "Aqu¨ª estaremos para lo que haga falta y ya sean 380, 400 o 500 personas las que vengan, les daremos de comer", apunt¨® Casanova.
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Claudia y Carlos, inmigrantes desempleados: "No tenemos dinero ni para comida"
Ayer fue el primer d¨ªa que Claudia, colombiana de 40 a?os -"con nacionalidad espa?ola", apunta- y su marido Carlos, venezolano, de 24, hicieron cola a las puertas de la Casa de la Caridad para comer. "Nos coment¨® una amiga que exist¨ªa este centro y hemos venido; as¨ª nos ahorramos unos euros", indica Carlos. "No tenemos dinero ni para comida".
Entre los dos no ingresan ni un c¨¦ntimo al mes. Viven junto a la hija de Claudia, el marido de ¨¦sta y sus dos hijos en un mismo piso. Pero adem¨¢s de cobijo, tambi¨¦n les ayuda con su salario. La hija de esta colombiana-espa?ola es la ¨²nica con empleo de todos ellos: cobra 500 euros a cambio de media jornada en un restaurante. Estas cuatro horas de trabajo son las que dan sustento a estas tres generaciones de la misma familia, al margen de los trabajos ocasionales que puedan ir saliendo.
Claudia dej¨® de cobrar unos 600 euros de paro el mes pasado. En los dos a?os que Carlos lleva en Valencia, no ha llegado a trabajar m¨¢s de seis meses aqu¨ª y all¨¢. "En reformas, mudanzas, un poco lo que sal¨ªa", se?ala. Buscan trabajo, pero "no sale nada". Hasta entonces, seguir¨¢n todos en la misma casa.
Jos¨¦ y Mar¨ªa, parados de m¨¢s de 50 a?os: "No nos volvemos locos de milagro, es muy duro"
A Jos¨¦, de 55 a?os, lo primero que le dieron en la Casa de la Caridad fue unas zapatillas de deporte para que se cambiara los zapatos que le estaban machacando los pies. Los ten¨ªa "llenos de sangre, en carne viva de tanto patear Valencia en busca de empleo andando, porque no tengo ni para bonob¨²s", como relata este trabajador de hosteler¨ªa que ha dejado su curr¨ªculo "en todos los restaurantes de Valencia". Unos esfuerzos que como los de su compa?era, Mar¨ªa, comercial de 50 a?os, resultan del todo infructuosos: "Incluso tengo el t¨ªtulo de sumiller, pero no sirve de nada. Nadie da trabajo cuando pasas de los 50 a?os".
Hace dos a?os perdieron el trabajo y pese a que se les ha reconocido una renta de inserci¨®n de 404 euros para ambos les "dicen que no hay dinero en el Ayuntamiento y no la pagan". Desde noviembre acuden todos los d¨ªas a comer a la Casa de la Caridad y desde hace cuatro semanas tambi¨¦n duermen en estas instalaciones. "Lleg¨® un momento que, al no poder pagar el alquiler, nos tiraron", apunta Jos¨¦.
"No nos volvemos locos de milagro", comenta. "Esto es muy duro, no se lo deseo ni a mi peor enemigo".
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