Trifulcas por un Cervantes
Franco cerr¨® en 1969 las puertas que comunicaban Espa?a con Gibraltar, y el Pe?¨®n qued¨® aislado. Por muy pr¨®ximas que est¨¦n las gentes de un lado y del otro, una frontera termina por marcar. Y donde hay soberan¨ªa brit¨¢nica se habla ingl¨¦s, por mucho ruido que arme el espa?ol que hablen en derredor los andaluces de aquellas zonas. Marcan las fronteras, es cierto, pero la cercan¨ªa de los que son vecinos fuerza el trato, y de todo eso lo que queda es un h¨ªbrido. Lo llaman el llanito: una mezcla de espa?ol e ingl¨¦s y, dicen, picante gaditano. Lo hablan en las calles de Gibraltar; no existe en sus instituciones. ?Qu¨¦ hacer? Abrir un Instituto Cervantes.
Una adinerada familia gibraltare?a ha cedido el edificio, en la calle Irish Town, y la nueva sede del organismo que promociona la lengua y la cultura espa?olas se inaugurar¨¢ a finales de 2009. El Estado espa?ol invertir¨¢ 250.000 euros en la iniciativa, y la opci¨®n de estudiar espa?ol en un Cervantes ser¨¢ una realidad para cuantos residen en el Pe?¨®n.
No es que se quiera acabar con el llanito, es que hay lugares donde urge la ense?anza de nuestra lengua y la promoci¨®n de nuestra cultura. No se ha calculado si hubiera resultado m¨¢s barato, y eficaz, volver simplemente a abrir las puertas que cerr¨® Franco. Hasta la Guerra Civil, el espa?ol era un idioma influyente en Gibraltar, y circulaba sin contratiempos.
Si hay un Instituto Cervantes en Madrid y en Alcal¨¢, por qu¨¦ no habr¨ªa de haber otro en Gibraltar, ha dicho Carmen Caffarell, directora del organismo. Y Peter Caruana, ministro principal del Pe?¨®n, ha saludado tambi¨¦n la idea. Su argumento: mientras m¨¢s lenguas se hablen, mejor. As¨ª que todos tan contentos.
Pues no. Siempre existen los inevitables aguafiestas. Abrir un Cervantes en Gibraltar es reconocer que el Pe?¨®n no forma parte de Espa?a, que es tierra extranjera, han clamado algunos desde este lado. Desde el otro lado, los m¨¢s suspicaces han adivinado en la propuesta la voluntad de Espa?a de penetrar sutilmente en territorio brit¨¢nico para terminar haci¨¦ndolo suyo. Que se sepa, nadie ha preguntado si ese Cervantes no ser¨ªa mucho m¨¢s ¨²til en otro lugar del mundo. Y si nadie lo ha hecho, es que debe de ser que no.
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