El hombre desciende del libro
Si existiera, por alg¨²n lado, en esta primera d¨¦cada del siglo XXI, un ¨¦mulo de Cansinos Assens, seguramente, a la hora de escribir sus memorias ya avanzado el siglo, se ver¨ªa en un aprieto si tuviera que dar cuenta de lo que siempre se ha llamado experiencia literaria o mundo de las letras. Respecto a lo primero podr¨ªa, tal vez, hilvanar su proceso de formaci¨®n con relaci¨®n a las obras que conformaron el fortalecimiento de su esp¨ªritu, pero poco podr¨ªa decir del mundo literario. La injerencia de Internet ha transformado por completo el universo de relaciones literarias y los blogs han sustituido los debates y las tertulias. Y se da el caso, bastante curioso, de que muchos best sellers que usan la teor¨ªa de la conspiraci¨®n de tel¨®n de fondo, ya sea en la ¨¦poca de los primeros cristianos o en una trama de espionaje actual, han descartado el ¨²nico lugar en que esa teor¨ªa es infalible: la galaxia Gutenberg, v¨ªctima de la confabulaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas. Estos cambios, tan apresurados y radicales, han desplazado aquel espacio pasional y human¨ªstico del que surgieron, en nuestro ¨¢mbito, figuras como Larra, Baroja o Carlos Barral; hoy, pese a no carecer de prestigio, el escritor posee una proyecci¨®n social mezcla de empresario de ¨¦xito y marca de f¨¢brica.
El modo de relacionarse con los libros ha cambiado tanto que cualquier tiempo pasado ya es leyenda
De ah¨ª que no sea extra?o que, en el prefacio a Una especie en peligro de extinci¨®n, donde recoge sus mejores entrevistas a escritores norteamericanos -entre otros, Bellow, Bradbury, Ginsberg, Ellroy, Carol Oates, Neil Simon-, Lawrence Grobel deplore el esp¨ªritu disolvente de nuestra ¨¦poca: "No s¨¦ si los escritores", dice, "tienen el mismo poder sobre nosotros que tuvieron en el pasado, pero s¨ª s¨¦ que nosotros nos hemos rebajado por el hecho de que no sean reconocidos del mismo modo que las estrellas del rock, las estrellas de cine o los deportistas profesionales". La prosa es calamitosa, pero acierta al poner el acento en los protagonistas de la historia. La evidencia de esa "rebaja" salta a la vista. Pero esto hace m¨¢s valioso, si cabe, el libro de Grobel; pues, con la sabrosa variedad de temas literarios y fobias -las observaciones de Carol Oates sobre boxeo y feminismo, por ejemplo, son estupendas-, seguimos el ritmo del pensamiento del escritor, y las preguntas colaboran sagazmente a que no caiga en la coqueter¨ªa, tan tentadora para una efigie parlante. No es un repertorio de agudezas, sino una consulta a las voces que a¨²n tienen algo que decir sobre la vieja pasi¨®n literaria, antes de que se extinga la figura del escritor.
Los cambios necesitan abastecerse de nostalgia, y lo que siempre permaneci¨® en un ¨¢mbito restringido, hoy se puede airear gracias al ingenio y a la indeclinable porosidad de la literatura para abordar cualquier cuesti¨®n. A esto se dedica, con mucho talento, Camilien Roy en El arte de rechazar una novela, una brillante retah¨ªla de vapuleos que utiliza todos los recursos imaginables para cerrar el paso al ciudadano que, tras la euforia de terminar una novela, la env¨ªa a un editor y espera pacientemente que sea aceptada. Son 99 maneras de decir no, 99 cartas de rechazo donde se retrata la ambig¨¹edad, la amargura de la decisi¨®n, la deriva ideol¨®gica, el cansancio, las sutilezas y miserias de la profesi¨®n de editor. Detr¨¢s de cada carta hay un personaje singular. Roy compone, m¨¢s que un conjunto de voces diferenciadas, una suma de actitudes, y del friso general se desprende, para regocijo del lector, un humor tonificante, una higi¨¦nica autoburla muy apta para estos tiempos de crisis.
A un editor, al menos por contagio, se le supone pasi¨®n por los libros. Javier Azpeitia, adem¨¢s de editor, es novelista, hombre de heterog¨¦neas lecturas, entusiasta de la intertextualidad, afanoso recopilador de textos con un tronco com¨²n y generador de propuestas editoriales que huyen de lo previsible, aunque no puedan evitar lo irremediable. Ha coordinado un Libro de libros, donde no falta El libro de arena de Borges o las p¨¢ginas del 'Donoso escrutinio' del Quijote, pero se desv¨ªa del modelo reiterado e incluye tres fragmentos de los Libros de Henoc, y la pasmosa narraci¨®n La biblioteca del infierno, de Zoran Zivkovic, donde el castigo infernal consiste en leer eternamente y no poder dejar de hacerlo. La traves¨ªa de estas p¨¢ginas lleva al lector de la infinitud a las llamas destructoras; del libro oculto, al viejo vicio de destruir los libros. En medio, Libro de libros depara toda suerte de magias y maleficios, y una certeza, o tal vez dos: que la sociedad no necesita los libros que amamos y que el libro, como bien advierte Azpeitia, es un objeto m¨¢s inevitable que imprescindible.
El modo de relacionarse con los libros ha cambiado tanto que cualquier tiempo pasado ya es leyenda. En Mendel el de los libros, Stefan Zweig realiza un conmovedor retrato de un emigrante jud¨ªo ruso, totalmente concentrado en la b¨²squeda de libros raros. Un librero de viejo que habilita su negocio en un viejo caf¨¦ de Viena, abstra¨ªdo de todo, excepto de su prodigiosa memoria, para quien la realidad empieza y termina en el arte de la bibliograf¨ªa. Con una suerte de santificaci¨®n laica, Zweig traza admirablemente la figura desastrada del librero y su tr¨¢gico destino, arrastrado por la burocracia de la guerra a un campo de concentraci¨®n, acusado de colaborar con los enemigos del Imperio Austroh¨²ngaro. La realidad hist¨®rica aplasta as¨ª a quienes se niegan a servirla, y el librero Mendel, el extravagante buscador de libros, se convertir¨¢, para el narrador, en melancol¨ªa de la memoria.
La obviedad de que los libreros, junto con los bibliotecarios, han sido los m¨¢s acreditados defensores del libro nos transporta a una realidad que se est¨¢ despoblando de modelos de imitaci¨®n. A¨²n quedan libreros, claro est¨¢, y, seg¨²n la pauta com¨²n, si se deciden a escribir una novela, ¨¦sta ser¨¢ una defensa de la lectura, lo que sin duda indica que siguen aferrados a la hermosa quimera. Mary Ann Shaffer y Annie Barrows (t¨ªa y sobrina) han ejercido de libreras, de bibliotecarias y de editoras. A Shaffer, que falleci¨® en 2008, le corresponde el grueso de la documentaci¨®n y la larga dedicaci¨®n que hizo posible la existencia de La sociedad literaria y el pastel de la piel de patata de Guernsey, el ¨²nico libro que escribi¨®, una novela epistolar con evidentes dosis de encanto brit¨¢nico, capaz de transmitir el valor de la lectura como resistencia en una isla invadida por el ej¨¦rcito alem¨¢n. No faltan historias, ni carecemos de testimonios que rememoran la excelencia del libro, pero ?no indica su abundancia que el libro, en tanto que objeto, se est¨¢ transformando, como los fantasmas, en materia de ficci¨®n?
Una especie en peligro de extinci¨®n. Lawrence Grobel. Belacqva. Barcelona, 2008. 433 p¨¢ginas. 26 euros. El arte de rechazar una novela. Camilien Roy. Bruguera. Barcelona, 2008. 177 p¨¢ginas. 16 euros. Libro de libros. Javier Azpeitia (coordinador). 451 Editores. Madrid, 2008. 253 p¨¢ginas. 22 euros. Mendel el de los libros. Stefan Zweig. Acantilado. Barcelona, 2009. 57 p¨¢ginas. 9 euros. La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey. Mary Ann Schafer y Annie Barrows. RBA. Barcelona, 2009. 303 p¨¢ginas. 16 euros.
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