La redenci¨®n por el canto
En una entrevista publicada en el n¨²mero de marzo de la revista Diverdi, reflexiona Gerard Mortier sobre la ¨®pera como una forma de teatro que busca volver a dar sentido a la emoci¨®n, y sobre el canto como expresi¨®n carnal del alma. Y cita como ejemplo de ello la experiencia que ha tenido con un grupo de j¨®venes de los barrios perif¨¦ricos de Par¨ªs, a los que invit¨® a ver precisamente Tannh?user.
Dice el pr¨®ximo director art¨ªstico del Teatro Real: "El tema de la oposici¨®n entre el amor carnal y el espiritual no parece ser hoy un problema de esos j¨®venes; pues bien, su repuesta ante esta ¨®pera ha sido entusiasta, se han quedado absolutamente enganchados f¨ªsicamente al escuchar el coro de los peregrinos; nunca hubieran podido imaginarse que esa m¨²sica en vivo, sin apoyo de la tecnolog¨ªa, pudiera ponerles la carne de gallina".
TANNH?USER
De Richard Wagner. Director musical: Jes¨²s L¨®pez Cobos. Director de escena: Ian Judge. Con Peter Seiffert, Petra Maria Schnitzer, Christian Gerhaher y Lioba Braun, entre otros.
Producci¨®n de Los ?ngeles Opera.
Coro y Orquesta Sinf¨®nica de Madrid.
Teatro Real, 13 de marzo.
El primer acto, con la bacanal, fue de una vulgaridad aplastante
En el segundo, un espectacular reparto vocal tom¨® el control del drama
Tannh?user es, en efecto, una ¨®pera que hay que situar en primer lugar en el terreno de las emociones. Si ¨¦stas se producen es que la representaci¨®n marcha. De lo contrario, mala cosa. De las dos versiones de esta ¨®pera vistas en el Real en la ¨²ltima d¨¦cada, la emoci¨®n tuvo escasa presencia en 1999, por mucho que contase con la direcci¨®n teatral del cineasta Werner Herzog. Sin embargo, la emoci¨®n toc¨® fondo en la deslumbrante lectura de Barenboim, Harry Kupfer y ?ngela Denoke en 2002. Anteayer, las emociones llegaron a partir del segundo acto, gracias a un espectacular reparto vocal y a una direcci¨®n musical contenida y precisa, con alg¨²n momento incluso fogoso dentro de una concepci¨®n orquestal con tendencia contemplativa.
El primer acto fue de una vulgaridad aplastante, comenzando por la escena de la bacanal, que tanto ha entusiasmado a algunos medios de comunicaci¨®n (As¨ª estamos). Fue una escena sin ninguna capacidad de sugerencia, pretenciosa, con est¨¦tica de plat¨® de televisi¨®n en programa de variedades para las horas nocturnas, de una banalidad insufrible. Poco le puede tentar a Tannh?user quedarse en este Venusberg tan descafeinado, a pesar de los bellos cuerpos desplegados. La obertura fue confusa musicalmente y, en general, el acto discurri¨® musicalmente sin la deseable inspiraci¨®n, aunque las voces apuntaban ya unos detalles que m¨¢s tarde cristalizar¨ªan, al adquirir mayor protagonismo, en el desarrollo de sentimientos y emociones.
Las voces, el canto, jugaron el papel de la redenci¨®n, un concepto tan af¨ªn a Wagner. Y L¨®pez Cobos sac¨® a flote su capacidad concertadora de los grandes d¨ªas a partir del segundo acto. La puesta en escena pas¨® a segundo plano. La m¨²sica llevaba el control teatral y moral del drama.
Ya en el siglo XVIII, Quatrem¨¨re de Quincy disertaba sobre la ¨®pera y el teatro con razonamientos tan sensatos como que "el modelo de la comedia es el hombre tal y como es; el de la m¨²sica, tal y como puede ser. Los l¨ªmites de la comedia son las cosas inveros¨ªmiles, los de la m¨²sica, las cosas imposibles".
Y en ese umbral po¨¦tico de lo que puede ser, de lo imposible, profundiz¨® con su canto un excepcional Christian Gerhaher -maravillosa la canci¨®n de la estrella-, Peter Seiffert transmiti¨® su universo de dudas existenciales a trav¨¦s de la expresi¨®n vocal y Petra Maria Schnitzer puso las cotas idealistas y redentoras por el amor y la entrega.
Gran reparto vocal, incluso en cometidos secundarios. Correcto, simplemente, el coro, y entregada la orquesta. Las emociones se fueron poco a poco apoderando de la sala y el p¨²blico no tuvo m¨¢s remedio que dejarse llevar por esta m¨²sica hipn¨®tica, seductora, tramposa a veces, pero de un magnetismo y una fuerza irresistibles.
Babelia
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