La soledad del presidente
En un a?o, Zapatero se ha quedado solo. Solo, porque, convencido de que en el r¨¦gimen espa?ol todo empieza y termina en la figura del presidente, ha dejado que sus ministros se desdibujaran y ya ni siquiera le sirven como fusible para que el Gobierno recupere la energ¨ªa. Algunos de los mejores est¨¢n neutralizados en funciones espec¨ªficas, que les desplazan de la cuesti¨®n central del cambio de paradigma econ¨®mico y social; otros dan la sensaci¨®n de desear la jubilaci¨®n anticipada; y muchos ni siquiera han tenido espacio para crearse un perfil propio.
Solo, porque su obstinaci¨®n en no querer pactar acuerdos parlamentarios para toda la legislatura le ha dejado compuesto y sin socios, con tres a?os por delante. El apoyo al Gobierno se ha puesto muy caro. Nadie quiere comprometer su imagen auxiliando al Ejecutivo, salvo que lo pueda justificar ante los electores con atractivas compensaciones. Y la soledad puede agravarse seg¨²n vaya la financiaci¨®n auton¨®mica: el PSC no podr¨¢ esperar mucho a dar un susto con sus 25 diputados, si no quiere pegarse un casta?azo en las pr¨®ximas auton¨®micas.
Solo, porque la p¨¦rdida de una mayor¨ªa estable en el Parlamento equivale a la p¨¦rdida de la iniciativa pol¨ªtica. A partir de ahora est¨¢ en manos de la oposici¨®n decidir qu¨¦ puede o qu¨¦ no puede presentar el Gobierno a votaci¨®n parlamentaria. Gobernar con la mano atada a la espalda no es la mejor condici¨®n para afrontar una crisis.
Solo, porque el resultado del Pa¨ªs Vasco le deja m¨¢s que nunca en manos del PP, que gozar¨¢ de gran capacidad disuasoria con la amenaza de cargarse al Gobierno de L¨®pez y, de rebote, a Zapatero por el mismo precio.
Solo, porque el poder financiero no le ayuda a que la gente entienda algunas de sus decisiones econ¨®micas. En buena parte, su cr¨¦dito ante la ciudadan¨ªa depende de los banqueros. De que la gente entienda que el presidente ha sido capaz de forzarles a atender las necesidades de todos. Solo, porque la derrota a¨ªsla. A diferencia de sus antecesores, Zapatero lleg¨® a presidente sin haber perdido unas elecciones. En Galicia ha sufrido la primera derrota de verdad, con la mengua consiguiente de cuota poder. Realmente es meritorio perder por mayor¨ªa absoluta del adversario despu¨¦s de gobernar cuatro a?os.
Solo, porque ha cundido el des¨¢nimo en la ciudadan¨ªa. Primero, no hab¨ªa crisis. Ahora que, por fin, la hay, el Gobierno se parapeta en el argumento de que es una crisis de car¨¢cter mundial. Todo el mundo lo sabe. Repetirlo no sirve de nada. La gente espera alguna cosa m¨¢s. Y no digan que es muy poco lo que se puede hacer: Obama est¨¢ cambiando su pa¨ªs -y de rebote, el mundo- en plena crisis.
En este estado de soledad, el presidente se enfrenta a las europeas, con el PP hipermotivado y el PSOE al tran-tran. Ser¨¢n un buen term¨®metro de las ganas de la ciudadan¨ªa de castigar al Gobierno. Probablemente, Zapatero tirar¨¢ de pol¨ªtica internacional con la esperanza de recomponer su imagen. La presencia de Obama en Washington -su apoyo a la Alianza de Civilizaciones- le da cierto espacio. Pero cuidado con las sobreactuaciones. El inusual despliegue para conquistar una silla entre los grandes roz¨® el rid¨ªculo en varios momentos.
Probablemente, Zapatero siga confiando en la debilidad de la oposici¨®n. Es cierto que el PP ha demostrado que no tiene nada que ofrecer m¨¢s que su eterna receta de menos gasto social, menos impuestos para los que m¨¢s pagan, restricci¨®n salarial a los funcionarios, menos gasto del Estado. Es cierto que el PP puede echarle una mano si la ansiedad de Rajoy genera la sospecha de que est¨¢ m¨¢s interesado en el poder que en la crisis. Pero la gente es muy esc¨¦ptica y da por descontados estos vicios pol¨ªticos. El PP se ha cre¨ªdo que puede ganar y ¨¦ste es el mejor ant¨ªdoto contra las divisiones y los problemas internos.
Cinco a?os de gobierno y un exceso de optimismo han devaluado la imagen de l¨ªder distinto, lejos del caudillismo de sus antecesores, capaz de generar empat¨ªa con las nuevas generaciones y libre de los vicios y complicidades de la transici¨®n, con que Zapatero sedujo, al inicio, al personal. Reconstruir un liderazgo en plena crisis y en plena soledad es un desaf¨ªo al alcance de pocos. Es cierto que ha sido en circunstancias como ¨¦stas en las que los mejores han fraguado sus leyendas. Pero tambi¨¦n son momentos en que los mediocres se han hundido. Hay ejemplos recientes, sin salir de Espa?a. -
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.