Larga vida a los Simpsons
La serie m¨¢s longeva de EE UU ha renovado por dos temporadas, hasta 2011
Con la afilada iron¨ªa de esta familia de personajes amarillos despedimos la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX y entramos navegando a carcajadas y sin contenciones por las turbulentas aguas del XXI. Veinte a?os despu¨¦s de aquel lejano diciembre de 1989 en que Los Simpson hicieron su debut en la cadena Fox, ni Homer ni Marge ni sus tres hijos dan muestras de acercarse a la jubilaci¨®n. Ventajas de ser un dibujo animado: si el gui¨®n es bueno, no hace falta luchar contra el envejecimiento. Los habitantes de Springfield no se arrugan. Su ¨¦xito -siguen siendo la pieza estrella del canal- demuestra que son los inquilinos del planeta televisi¨®n que mejor han sabido analizar, adaptarse y reflexionar con inteligencia frente a los cambios y acontecimientos que ha experimentado EE UU y su clase media en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.
De ah¨ª que esta serie que el a?o pasado alcanz¨® al cl¨¢sico de vaqueros Gunsmoke en el ranking de las telecomedias estadounidense m¨¢s longevas, todav¨ªa pueda aspirar a m¨¢s: en febrero Fox anunci¨® que hab¨ªa renovado el contrato con el padre de la criatura, el dibujante Matt Groening, hasta 2011. Es decir, que la familia m¨¢s famosa de Springfield, que actualmente vive su temporada n¨²mero 20, llegar¨¢ hasta la temporada 22, alcanzando los 493 cap¨ªtulos y a?adiendo un nuevo hito a un curr¨ªculo en el que se acumulan los premios (tiene ya 24 Emmy), infinidad de momentos tan escandalosos como memorables y la lista m¨¢s larga de cameos de famosos en la historia de la televisi¨®n. Desde el magnate de la comunicaci¨®n Rupert Murdoch al tenista Andre Agassi, pasando por el cient¨ªfico Stephen Hawkins a la banda de rock Red Hot Chili Peppers, han sido invitados a un programa que le ha dado a cientos de celebridades su versi¨®n animada y en la mayor¨ªa de los casos les ha obligado a mofarse de s¨ª mismos, algo inevitable cuando se accede a entrar en el universo Springfield. Ser v¨ªctimas de la iron¨ªa de guionistas tan brillantes como Al Jean o John Schwatzwelder es el precio a pagar por participar en la que probablemente sea la serie m¨¢s progresista que se haya creado para todos los p¨²blicos. Del sida al racismo, pasando por la homosexualidad, las drogas, el antisemitismo o la corrupci¨®n, todos los problemas que han preocupado a los estadounidenses han pasado por este tamiz amarillo que ha contribuido a agitar los debates m¨¢s candentes.
Hace una semana, sin ir m¨¢s lejos, la crisis hipotecaria se colaba en un cap¨ªtulo que arrancaba con Homer montando en su jard¨ªn la en¨¦sima fiesta de carnaval. Tras el jolgorio, un vecino le preguntaba c¨®mo pod¨ªa financiar semejante bacanal: "Muy f¨¢cil, utilizo esa cosa m¨¢gica llamada cr¨¦dito hipotecario. Cuando necesito dinero pido uno y la que se queda con las facturas es la casa". Pocos dibujos despu¨¦s, Homer y familia estaban desahuciados. Han tenido que llegar Los Simpsons para recordarle a las familias de su pa¨ªs que no s¨®lo los bancos han sido unos irresponsables.
Entre sus fans no hay qu¨®rum sobre cu¨¢les son los momentos que merecen pasar a los anales de la historia cat¨®dica. Hay demasiados. El episodio en el que Homer trata de votar a Obama en una m¨¢quina electr¨®nica y es v¨ªctima de un fraude. O cuando Patty Bouvier, la hermana de Marge, "sale del armario". Aquel cap¨ªtulo, emitido en 2005, ayud¨® a alimentar el debate a favor del matrimonio homosexual. Otros episodios, en cambio, han preferido dar una de cal y otra de arena. En el que Homer fuma marihuana medicinal es imposible no desternillarse ante los efectos que sufre fumando porros, pero est¨¢ lleno de mensajes contra las drogas. Eso s¨ª, cuando hay que machacar a alguien, Los Simpsons son casi imbatibles (habr¨¢ quien prefiera a los habitantes de South Park): en diciembre se estren¨® un episodio en el que en apenas un minuto destrozaban a Steve Jobs, el universo Apple y a todos los fan¨¢ticos de la marca.
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