El cambio en Euskadi

Con la acreditaci¨®n de los 25 parlamentarios del PSE se puso en marcha ayer el proceso que culminar¨¢ con la elecci¨®n del lehendakari y el nombramiento del nuevo Gobierno de Euskadi. Al mismo tiempo, hoy se re¨²nen las delegaciones del PSE y PP vasco que iniciaron la semana pasada los contactos encaminados a ultimar un acuerdo en torno a la candidatura de Patxi L¨®pez para la presidencia.

Los socialistas han ido perfilando su posici¨®n desde la invitaci¨®n gen¨¦rica a todas las fuerzas a votar a su candidato a la investidura, sin compromiso previo alguno, a la m¨¢s realista de alcanzar alguna forma de acuerdo con el PP de Basagoiti, con el precedente navarro como modelo. Y el PP vasco ha dejado claro que no har¨¢ cuesti¨®n de su preferencia por un Gobierno de coalici¨®n como forma de plasmar el acuerdo. Es posible que el punto de encuentro sea un compromiso de intenciones, escrito o no, en el que se resuman las prioridades compartidas.

Los dirigentes del PNV sostienen que lo ¨²nico que une a esos dos partidos es su deseo de sacarles a ellos del Gobierno. Enviar a la oposici¨®n a un partido que lleva tres d¨¦cadas gobernando tras haber creado un sistema clientelar de base ideol¨®gica que hace muy dif¨ªcil la alternancia es en s¨ª mismo un objetivo defendible: para rectificar esas pol¨ªticas de perpetuaci¨®n en el poder y para favorecer la clarificaci¨®n pendiente en el PNV. Con Imaz, la apuesta principal de ese partido era claramente la vuelta al autonomismo como marco de convivencia entre nacionalistas y no nacionalistas. Pero se eligi¨® la unidad a la clarificaci¨®n, y ello se tradujo en la continuidad de Ibarretxe, que implicaba la del frente nacionalista con programa soberanista. Fue esa apuesta lo que redujo las posibilidades de un acuerdo PNV-PSE, veros¨ªmil con Imaz. Los resultados del 1-M abrieron paso a una alternativa diferente, dada la mayor¨ªa parlamentaria de los partidos no nacionalistas.

El compromiso de intenciones tendr¨ªa como primera funci¨®n la de amortiguar las desconfianzas rec¨ªprocas: la del PP, de que una vez instalado Patxi L¨®pez en Ajuria Enea les despida para pactar con el PNV; y la de los socialistas, de que Basagoiti les retire su apoyo cuando convenga al PP: en la votaci¨®n de los presupuestos, por ejemplo. El cuadro de prioridades compartidas dar¨ªa argumentos a los electorados respectivos para la apuesta por el acuerdo, y ese acuerdo ser¨ªa una garant¨ªa de estabilidad del Gobierno que se forme con socialistas e independientes.

Los socialistas aspiran a hacer compatible ese contrato de mutua lealtad con el despliegue de pol¨ªticas no frentistas: de iniciativas destinadas a restaurar un marco respetuoso con la pluralidad de la sociedad vasca m¨¢s que a instaurar un contramodelo antinacionalista. Pero que sea posible depende tambi¨¦n de que el PNV abandone ese aire de dama ofendida que desliza insinuaciones y amenazas veladas o proclama, como Ibarretxe, que "dentro de cien a?os el PNV seguir¨¢ liderando esta sociedad".