Aborto y demagogia
En Espa?a hay muchos ciudadanos contrarios al aborto en cualquier circunstancia, y no s¨®lo a la reforma de la ley planteada por el Gobierno, y una parte de ellos se moviliz¨® ayer en decenas de localidades, especialmente en Madrid, donde tuvo lugar una muy nutrida manifestaci¨®n convocada por diversas plataformas antiabortistas. Esta marcha se celebr¨® en un ambiente festivo y tranquilo, aunque tanto su convocatoria como algunas pancartas y el manifiesto le¨ªdo a su final conten¨ªan argumentos con una fuerte carga demag¨®gica, en l¨ªnea con los pronunciamientos previos, truculentos e intimidatorios, de la Iglesia cat¨®lica, principal inspiradora ideol¨®gica del movimiento antiabortista en Espa?a.
El portavoz de la Conferencia Episcopal reconoci¨® impl¨ªcitamente la carga demag¨®gica de su campa?a (el ni?o y el lince), pero s¨®lo para a?adir que el fin justificaba en este caso el medio. Esa posici¨®n de la Iglesia expresa una determinada sensibilidad, pero s¨®lo acceder¨ªa al terreno de la pol¨ªtica si, como ocurri¨® durante la legislatura pasada, el Partido Popular la convalidara introduci¨¦ndola en las instituciones o se sumase a las movilizaciones inspiradas por el episcopado. Por eso es relevante que esta vez se haya abstenido de hacerlo, seguramente porque es consciente de que resultar¨ªa inaceptable para muchos de sus votantes. Adem¨¢s, supondr¨ªa una cesi¨®n en la autonom¨ªa con la que una fuerza pol¨ªtica debe actuar frente a los grupos de presi¨®n de cualquier naturaleza.
Una ley de plazos como la prevista no amplia sino delimita el alcance de la ley vigente desde hace 24 a?os y que el PP ni se plante¨® modificar cuando gobern¨®, incluso con mayor¨ªa absoluta. La obligaci¨®n del Gobierno no es convencer de su conveniencia a la Conferencia Episcopal, sino buscar el m¨¢ximo consenso entre las fuerzas pol¨ªticas, incluidas aquellas que son m¨¢s reacias al aborto.
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