Un Estado de bienestar global
En medio de esta profunda crisis que nos golpea vivimos una gran paradoja: ante el estrepitoso fracaso de las ideas, los valores y las pol¨ªticas ultraliberales, la izquierda pol¨ªtica, social e intelectual europea sigue a la defensiva, en la oposici¨®n -salvo excepciones-, incapaz de elaborar un nuevo relato que le permita liderar el futuro. Esta situaci¨®n, sin embargo, no es nueva en la historia. Durante la crisis del 29, Estados Unidos, con Roosevelt, gir¨® hacia pol¨ªticas progresistas mientras Europa lo hac¨ªa, en general, hacia la extrema derecha.
El momento es muy diferente, pero en ning¨²n sitio est¨¢ escrito que de las crisis se salga con m¨¢s democracia y equidad. Depende de que la izquierda sea capaz de aglutinar una alternativa acorde con la naturaleza de la crisis, y para ello, lo primero que hay que tener es un diagn¨®stico acertado y compartido de los retos que tenemos que afrontar.
Los progresistas tienen que pasar a la ofensiva en el terreno de los valores, las ideas y las pol¨ªticas
Me preocupa cuando oigo hablar solamente de crisis financiera o de crisis econ¨®mica. Por supuesto que estas crisis existen. Las manifestaciones son obvias y dolorosas. Pero lo que tenemos delante es el hundimiento de un modelo de capitalismo que no ha estado gobernado por la pol¨ªtica, sino que ha estado en manos de una ¨¦lite mundial, sobre todo financiera, descontrolada, que ha buscado su ¨²nico beneficio.
No es cosa, pues, de codicia -que se supone-, sino de carencia de control democr¨¢tico y de equidad a nivel mundial y en la mayor¨ªa de los pa¨ªses. Lo peligroso es que esas ¨¦lites, salvo excepciones, siguen siendo las mismas y con las mismas ideas. Porque, ?d¨®nde ha quedado la eficiente asignaci¨®n de recursos de los mercados, la superioridad de lo privado sobre lo p¨²blico, los criterios del famoso consenso de Washington? Toda esta seudoideolog¨ªa con la que nos han estado martilleando bajo la forma de pensamiento ¨²nico nos ha conducido a la ruina m¨¢s absoluta. Una vez m¨¢s se ha demostrado que el capitalismo, sin la supervisi¨®n creciente -como creciente es la concentraci¨®n de ¨¦ste- de los poderes p¨²blicos democr¨¢ticos, conduce a la depredaci¨®n de las personas y de la naturaleza.
Ante esta situaci¨®n, no estar¨ªa mal que los de la cumbre de Londres fuesen capaces de elaborar un acuerdo global. Desde luego, si la econom¨ªa mundial tiene un grave problema de demanda, ah¨ª tienen a varios miles de millones de personas que malviven con uno o dos d¨®lares al d¨ªa. Un gigantesco mercado que estar¨ªa encantado de poder consumir siempre y cuando los pa¨ªses desarrollados se decidan alg¨²n d¨ªa a realizar masivos trasvases de capital y tecnolog¨ªa a los pa¨ªses subdesarrollados. Ser¨ªa una magn¨ªfica operaci¨®n, en la que todos saldr¨ªamos ganando. Porque, una de dos, o hacemos algo as¨ª o aceptamos que crecientes masas de emigrantes vengan a nuestros pa¨ªses. Ninguna de las dos cosas generar¨¢ graves conflictos.
De lo contrario, ?qu¨¦ quiere decir un Global Deal? ?Seguir insuflando trillones de d¨®lares en los bancos o en los fondos t¨®xicos con el dinero de los contribuyentes? ?No ser¨ªa mucho m¨¢s eficiente para la econom¨ªa real dedicar una parte de esas ingentes masas de dinero al desarrollo global? Algo as¨ª hizo y hace la Uni¨®n Europea con la Europa del Sur y del Este. Ese m¨¦todo deber¨ªa extenderse a nivel global, junto con Estados Unidos, Jap¨®n, China y otros.
Habr¨ªa sido oportuno intentar un European Deal, con participaci¨®n de patronal y sindicatos. Pero ni tan siquiera ha sido factible una cumbre sobre el empleo, como propon¨ªa la Comisi¨®n. Ha fenecido a manos de Sarkozy. Pues que tengan cuidado los gobernantes, porque la gente se est¨¢ empezando a cabrear. Miles de millones a los bancos y miles de trabajadores al paro es una mezcla explosiva. Los sindicatos est¨¢n adoptando una actitud muy responsable, pero no ser¨ªa bueno que fuesen desbordados por el enfado del personal. Toda paciencia tiene un l¨ªmite.
Es evidente que a los sectores "sist¨¦micos" de la econom¨ªa no se les puede dejar caer -financiero, energ¨¦tico, comunicaciones, medioambientales-. Pero, por eso mismo, estos servicios p¨²blicos globales tienen que contar con una eficiente supervisi¨®n y regulaci¨®n a diferentes niveles y, en ciertos casos, tienen que estar en manos p¨²blicas.
De esta crisis se puede salir con m¨¢s de lo mismo o con otro modelo, m¨¢s democr¨¢tico, m¨¢s social y, desde luego, sostenible. Creo que la ¨¦poca en que EE UU y Europa hac¨ªan y deshac¨ªan est¨¢ superada. Hay que democratizar todas las instituciones internacionales; fomentar los procesos de integraci¨®n regional que vaya creando una red de gobernanza coordinada global; apostar por un nuevo paradigma energ¨¦tico basado en las energ¨ªas limpias; establecer nuevas reglas en el comercio mundial que incluya cl¨¢usulas de cohesi¨®n social; acabar con los para¨ªsos fiscales, que son un aut¨¦ntico robo a los fiscos, ?y la gente se sigue preguntando d¨®nde est¨¢ el dinero! En una palabra, ir creando, paulatinamente, un Estado del bienestar global, ¨²nica manera, en mi opini¨®n, de mantener a la larga el que disfrutamos en Occidente.
Esta gran operaci¨®n de crear un nuevo modelo de desarrollo democr¨¢tico, social y sostenible tienen que liderarla las fuerzas progresistas, pol¨ªticas y sociales, pasando a la ofensiva en el terreno de las ideas, de los valores, de las pol¨ªticas y de las alianzas.
Nicol¨¢s Sartorius es vicepresidente ejecutivo de la Fundaci¨®n Alternativas
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