Desaf¨ªo norcoreano
El anunciado lanzamiento de un misil reaviva los temores al rearme nuclear de Pyongyang
Corea del Norte prepara en los pr¨®ximos d¨ªas el lanzamiento de un misil, supuestamente para poner en ¨®rbita un sat¨¦lite de comunicaciones, pero que EE UU y sus aliados regionales creen un ensayo militar camuflado, el primero desde el fallido de 2006, de un cohete te¨®ricamente capaz de alcanzar Alaska. Los preparativos norcoreanos, precedidos de una campa?a de agitprop que habla de clima b¨¦lico con Corea del Sur, han movilizado a buques de guerra estadounidenses, japoneses y surcoreanos, capaces de seguir el lanzamiento y eventualmente derribar el proyectil si algo fuera mal. Pyongyang anuncia que considerar¨¢ un acto de guerra cualquier intento en este sentido.
El nuevo desaf¨ªo del r¨¦gimen comunista, que violar¨ªa una prohibici¨®n expresa del Consejo de Seguridad, est¨¢ en el gui¨®n de las campa?as de ruido orquestadas por Corea del Norte en los momentos oportunos. En este caso, Kim Jong Il llama la atenci¨®n del nuevo presidente de Estados Unidos -y de paso mejora sus expectativas en las negociaciones a seis para liquidar sus planes nucleares- precisamente cuando Washington est¨¢ reelaborando su pol¨ªtica hacia Pyongyang, como lo ha hecho con Ir¨¢n, socio de Corea del Norte en tecnolog¨ªa de construcci¨®n de cohetes. Estados Unidos, pese al talante inicialmente conciliador de Barack Obama, sigue considerando al incontrolable r¨¦gimen norcoreano una clara amenaza a su seguridad.
En un escenario de proliferaci¨®n nuclear en el que los casos norcoreano o iran¨ª son quiz¨¢ los m¨¢s agudos, pero en absoluto los ¨²nicos alarmantes, se hace preciso un nuevo acuerdo armamentista entre Estados Unidos y Rusia. Washington y Mosc¨² firmaron en 1991, todav¨ªa bajo la influencia de la guerra fr¨ªa, un tratado de reducci¨®n de arsenales estrat¨¦gicos, START 1, que expira a finales de este a?o. En ocho a?os, Putin y Bush s¨®lo pactaron un recorte poco significativo de sus respectivos almacenes at¨®micos. El vencimiento del lejano y tranquilizador START hace urgente un compromiso para reemplazarlo entre Obama y Medv¨¦dev, que se ven ma?ana en Londres en un clima m¨¢s alentador que el que caracteriz¨® los ¨²ltimos encuentros de sus predecesores.
Si Washington y Mosc¨² (m¨¢s de 20.000 armas at¨®micas entre ambos) se comprometen a negociar nuevos y serios recortes en sus arsenales, no s¨®lo de largo alcance, estar¨¢n enviando un poderoso y necesario mensaje planetario de no proliferaci¨®n.
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