Stalin en Espa?a
Si cada muerte individual es una tragedia, la muerte de un mill¨®n de personas es una estad¨ªstica". Esta frase atribuida a Stalin, que recoge Mart¨ªn Amis, refleja muy bien la doble cara del estalinismo. De un lado su dimensi¨®n monstruosa, de pol¨ªtica que para alcanzar sus fines recurre de modo sistem¨¢tico a la destrucci¨®n de los hombres; de otro, su componente de racionalidad, en el sentido que aborda los grandes problemas buscando en todo momento aplicar el criterio de elecci¨®n racional.
El gran error fue su previsi¨®n de que Hitler no iba a atacarle, posiblemente porque en la partida que ambos jugaban, sobreestim¨® la capacidad intelectual de su oponente y no crey¨® que iba a cometer aquel tremendo error de precipitarse con una invasi¨®n a pocos meses del invierno. Adem¨¢s, tanto a Hitler como a Stalin, por atenci¨®n a la guerra en curso en el primer caso y por falta de preparaci¨®n suficiente en el segundo, les conven¨ªa aplazar el enfrentamiento.
La defensa de la rep¨²blica democr¨¢tica se convirti¨® en la consigna de la Komintern
Stalin aconsej¨® una pol¨ªtica que evitara el aislamiento del Gobierno
Claro que la vocaci¨®n punitiva de sesgo paranoide tambi¨¦n afectaba a esa b¨²squeda de racionalidad y al volumen de recursos disponibles para su pol¨ªtica expansiva: ejemplo, la purga de Tujashevski y de buena parte de los mandos militares, una mutilaci¨®n del potencial ofensivo cuyo coste pudo ya estimarse con ocasi¨®n de la penosa victoria sobre Finlandia. Y aspecto que jugar¨¢ un papel no desde?able en la guerra de Espa?a, coincidente en el tiempo con los grandes procesos de 1936-1938.
Por lo dem¨¢s, el planteamiento de Stalin fue desde 1933 a 1938 impecable, teniendo en cuenta que, a diferencia de Lenin, el georgiano se dio perfecta cuenta de lo que las instituciones representativas supon¨ªan para los trabajadores de Europa occidental. Eran algo a tener en cuenta, no pod¨ªa reproducirse sin m¨¢s la v¨ªa sovi¨¦tica al socialismo, lo cual era bien distinto de asumir la democracia como fin en s¨ª mismo. A partir de 1935, en el tiempo de la guerra espa?ola, la aplicaci¨®n del viraje representado por el VII Congreso de la Internacional Comunista, el del antifascismo y los frentes populares, se ajusta a esa camisa de fuerza. Por otra parte, Stalin mueve sus fichas pensando que la guerra es inevitable y tanto ¨¦l como sus colaboradores (Litvinov) est¨¢n dispuestos a que en cada jugada no haya el menor menoscabo para los intereses de una "patria del socialismo" necesitada de anclaje en la escena internacional (de ah¨ª que suscriban el Pacto de No Intervenci¨®n al consolidarse la sublevaci¨®n militar en Espa?a).
En la primavera del 36, en plena efervescencia popular, los comunistas espa?oles se encontraban bajo la f¨¦rrea direcci¨®n del italoargentino Victorio Codovilla, comprometido luego en el asesinato de Trotski en M¨¦xico yencantado con la idea de una pr¨®xima revoluci¨®n espa?ola. S¨®lo que a partir de la entrada de las tropas de Hitler en Renania, mes de marzo, y a la vista de la inestabilidad reinante, no era ya tiempo para Mosc¨² de revoluci¨®n en Espa?a, sino de prevenir el golpe de la reacci¨®n. Por eso al llegar ¨¦ste, la respuesta firmada por Dimitrov es inmediata, frente a las manifestaciones de entusiasmo de Codovilla por un aplastamiento supuestamente inmediato de la rebeli¨®n: "Lo m¨¢s importante es el mantenimiento y reforzamiento del Frente Popular. Hay que actuar exclusivamente bajo la bandera de la defensa de la Rep¨²blica que permite reunir la mayor¨ªa aplastante del pueblo espa?ol frente a la contrarrevoluci¨®n".
La defensa de la rep¨²blica democr¨¢tica se convierte en la consigna central de la Komintern y del PCE, por contraste con los planteamientos izquierdistas del POUM de Andr¨¦s Nin y con la revoluci¨®n colectivista de la CNT, lo cual no significa que los comunistas dejen de participar en el proceso revolucionario, tanto en sus aspectos positivos como en la pr¨¢ctica de la represi¨®n (checas).
Stalin acepta que la URSS suscriba la No Intervenci¨®n, pero con toda cautela decide apoyar a la Rep¨²blica al constatar en agosto del 36 el deterioro de la situaci¨®n militar. El programa de recepci¨®n al embajador de la Rep¨²blica, Marcelino Pascua, ser¨¢ una muestra inmejorable de ese apoyo cauteloso. Desde su veraneo en el Mar Negro, dos notas de Stalin a su fiel Kaganovich lo expresan de modo inequ¨ªvoco, primero en cuanto a abastecimientos ("vender petr¨®leo a los espa?oles en los t¨¦rminos m¨¢s favorables para ellos, a menor precio si hace falta", y otro tanto para trigo y alimentos, 18 de agosto), luego en cuanto a ayuda militar (enviar bombarderos v¨ªa M¨¦xico, buenos pilotos, armamento y municiones, 6 de septiembre). El mismo mes, la puesta en marcha desde la Internacional Comunista de lo que ser¨¢n las Brigadas Internacionales, un frente popular en armas, no un ej¨¦rcito para sovietizar Espa?a, ser¨¢ la expresi¨®n m¨¢s clara de esa actitud.
Su traducci¨®n pol¨ªtica fue la famosa carta de 21 de diciembre de 1936 a Largo Caballero, punto de partida seg¨²n Santiago Carrillo del posterior eurocomunismo. Am¨¦n de recomendar para Espa?a una v¨ªa parlamentaria al socialismo, Stalin aconseja una pol¨ªtica que evite el aislamiento del Gobierno y que enlace con todo aquel dispuesto a defender la Rep¨²blica.
En lo sucesivo, los intereses de la URSS siguen imperando, pero no sin cierta flexibilidad, observable en la rectificaci¨®n de febrero del 38 a la consigna de abandono del Gobierno por el PCE, e incluso en la atenci¨®n otorgada a fines del mismo a?o, al borde del desplome, a la petici¨®n de armas cursada por Hidalgo de Cisneros por encargo de Negr¨ªn. El respaldo a Largo Caballero en la primavera del 37, y a¨²n antes frente al sectarismo del virrey Codovilla, invalida la imagen habitual. Su posterior sustituci¨®n como tutor del PCE por Palmiro Togliatti se sit¨²a en la misma direcci¨®n "frentepopulista".
S¨®lo que la pol¨ªtica del VII Congreso, y, m¨¢s a¨²n, la aplicaci¨®n del apoyo a la Rep¨²blica en tiempo de histeria antitrotskista y de procesos de Mosc¨², era como el huevo de la serpiente. Incorporaba el principio de la captaci¨®n o destrucci¨®n de los aliados socialistas mediante procesos de unificaci¨®n y un agresivo proselitismo (JSU, UGT, PSUC) e introduc¨ªa en el interior de las instituciones republicanas la pr¨¢ctica del terror. El desembarco de la NKVD con Orlov al frente, las matanzas de noviembre de 1936, afectaban al escenario id¨ªlico de la protecci¨®n fraterna a una democracia republicana que seg¨²n la imagen oficial se ve¨ªa abocada a una nueva Guerra de Independencia frente a los invasores alemanes e italianos al lado del traidor Franco.
Los hechos de mayo de 1937 permitieron que culminase la campa?a antitrotskista, con el asesinato de Andr¨¦s Nin y la detenci¨®n y proceso de los dirigentes del POUM. Sin embargo, si bien el presidente Negr¨ªn ech¨® una cortina de humo sobre lo primero -necesidad obliga-, protegi¨® a los apresados y el proceso del POUM no reprodujo el espect¨¢culo de justicia criminal de los juicios de Mosc¨². Fue un signo de que el peso del comunismo en el Estado republicano no supon¨ªa sovietizaci¨®n. De ah¨ª las tensiones en el final de la contienda entre quienes propon¨ªan una huida hacia delante con la toma del poder, al modo del b¨²lgaro Stepanov, con Pasionaria a su lado por inercia, y los que como Dimitrov y Togliatti trataban de evitar sin ¨¦xito que el PCE quedara como "el partido de la guerra". Aislado.
La derrota militar del invierno anterior hab¨ªa invalidado el intento de Stalin en septiembre de 1937 de eliminar el pluralismo pol¨ªtico de la zona republicana mediante unas elecciones con listas homog¨¦neas, no ya de frente popular, sino de "bloque popular", agregaci¨®n de fuerzas subalternas en torno al Partido. Ni los leales dirigentes del PCE lo aceptaron de buena gana, por no hablar de la oposici¨®n socialista. No obstante, lo que cuenta es comprobar c¨®mo la asunci¨®n transitoria de la democracia por Stalin llevaba a la l¨®gica de monopolio del poder que caracterizar¨¢ a las llamadas democracias populares.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas.
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