'Narcoguerra' en M¨¦xico y Colombia
Colombia y M¨¦xico est¨¢n ¨ªntimamente vinculados por el narcotr¨¢fico. Ambos pa¨ªses son ¨¢mbitos de producci¨®n y tr¨¢nsito de droga con destino a Estados Unidos, con su formidable mercado de 35 millones de consumidores, y el asalto a las instituciones del Estado que Colombia sufr¨ªa en los a?os ochenta y noventa parece una calcoman¨ªa de lo que hoy sucede en M¨¦xico. Ha habido un trasvase de mafias, una implantaci¨®n de carteles de la droga de Colombia en M¨¦xico, porque la demanda es tal que la oferta se ubica all¨ª donde est¨¦ el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil. Pero los dos pa¨ªses no son vasos comunicantes, porque no es que el primero se vac¨ªe para llenar el segundo, sino que M¨¦xico se colombianiza, sin que Bogot¨¢ se vac¨ªe por ello del problema.
Ha habido un trasvase de mafias, una implantaci¨®n de carteles de la droga de un pa¨ªs a otro
En 1982, el presidente norteamericano Ronald Reagan cre¨® la South Florida Task Force, que destruy¨® los canales de distribuci¨®n colombianos por mar hasta Miami, lo que dio lugar a la operaci¨®n trasvase, mediante la cual los carteles colombianos comenzaron a establecer con socios locales nuevas rutas a trav¨¦s de M¨¦xico. Al mismo tiempo, el Estado colombiano comenzaba a imprimir mayor vigor a la lucha contra el narco. Bajo la presidencia de Ernesto Samper en los noventa, se dieron severos golpes al cartel de Medell¨ªn, se dice que con la colaboraci¨®n de las mafias de Cali, y aunque fue esa presunta connivencia la que arruin¨® un prometedor mandato del que el propio presidente cuenta que se levantaba cada ma?ana preguntando qu¨¦ fuego hab¨ªa que apagar, a su t¨¦rmino, en 1998, la guerra ya no pod¨ªa perderse. Andr¨¦s Pastrana y ?lvaro Uribe han sido los continuadores de esa obra y, muy notablemente, este ¨²ltimo ha apostado sus dos mandatos, y puede que un tercero, a la derrota de la narcoguerrilla, FARC, bajo cuyo amparo crece la coca.
Unos 150.000 mexicanos viven del cultivo, procesamiento y distribuci¨®n de coca, opio y marihuana, y otros 300.000 operan en industrias complementarias, mientras que en Colombia se dec¨ªa que uno de cada cuatro varones adultos viv¨ªa del negocio de la violencia. Las mafias act¨²an con impunidad en los Estados de Nuevo Le¨®n, Guanajuato, Tamaulipas, Chihuahua y Veracruz, y, tambi¨¦n como en la Colombia de Pablo Escobar, han desarrollado una red asistencial para facilitar despensas y ayudas econ¨®micas a los marginados con el objeto de crearse un escudo de opini¨®n mientras corrompen a las autoridades. No en vano, la mafia siciliana naci¨® en el siglo XIX para saquear el Estado, pero tambi¨¦n fue un servicio de auxilios al peque?o campesino y jornalero contra los abusos de la propiedad latifundista.
Esa corrupci¨®n afecta hasta tal punto a la polic¨ªa y los servicios de informaci¨®n que el presidente Felipe Calder¨®n ha tenido que enviar al Ej¨¦rcito a la reconquista de Ciudad Ju¨¢rez, en la frontera con Estados Unidos, donde son militares los nuevos jefes de los servicios de seguridad y operan 7.500 soldados patrullando carreteras y caminos, como hace el contingente de la OTAN en Afganist¨¢n. En esa localidad de mill¨®n y medio de habitantes, ha habido en los primeros 50 d¨ªas de 2009 500 asesinatos; y desde 2006, en todo M¨¦xico, m¨¢s de 10.000 muertes vinculadas al narco, tres veces m¨¢s que las bajas de Estados Unidos en seis a?os de guerra en Irak.
En Colombia, la superposici¨®n de las FARC para la protecci¨®n y cobro del peaje sobre el cultivo il¨ªcito ha difuminado el panorama, de forma que combatir a la guerrilla parece que lo tapa todo, y pese a los indiscutibles ¨¦xitos militares del Estado, la extensi¨®n de los campos de coca nunca disminuye. Si ma?ana las FARC se autodisolvieran, la erradicaci¨®n del narco se hallar¨ªa lejos de estar garantizada, porque a los antiguos carteles les han sucedido gran n¨²mero de peque?os traficantes diseminados por una geograf¨ªa abrupta, mal comunicada e inabarcable por un Estado que, aun habi¨¦ndose reforzado notablemente con Uribe, necesitar¨ªa m¨¢s tropas de las que parece dispuesto a sufragar el capitalismo nacional.
Dir¨ªase que el presidente estadounidense, Barack Obama, s¨®lo hubiera heredado guerras de su predecesor: contra la crisis, contra el pueblo de Irak, contra Al Qaeda y los talibanes en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n, y en su linde meridional, contra la droga. Sellar la frontera con M¨¦xico exigir¨ªa seguramente muchos m¨¢s hombres que el medio mill¨®n que Estados Unidos envi¨® a Vietnam a perder una guerra. Pero sin el concurso irrestricto del vecino del norte, cuesta creer que el combate al narco pueda culminarse con ¨¦xito.
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