Carta que 'Granma' no publicar¨¢ (de momento)
Sr. L¨¢zaro Barredo Medina
Director, Granma, La Habana, Cuba
Estimado Sr. director:
En la edici¨®n del pasado mi¨¦rcoles 25 de marzo, con plena circulaci¨®n al d¨ªa siguiente en media docena de lenguas, el diario que usted dirige public¨® una carta-reflexi¨®n del comandante Fidel Castro Ruz, secretario del Partido Comunista de Cuba, ex presidente del Consejo de Estado y ex presidente de la Rep¨²blica. Usted y yo coincidiremos en que ese hecho editorial no debiera ser noticia. Desde hace varios meses, el comandante Castro ha venido publicando una serie de Reflexiones, ampliamente le¨ªdas en todo el mundo que se interesa por Cuba.
La novedad en este caso es que la nueva reflexi¨®n (titulada Las mentiras al servicio del imperio) trata directamente sobre unas declaraciones que yo hice en Washington, en la sede del Centro Wilson, al final de una conferencia sobre las relaciones entre la Uni¨®n Europea y Cuba. La referencia a mi humilde persona convierte este escrito en verdaderamente antol¨®gico para mi modesta experiencia acad¨¦mica. Confieso que me siento abrumado por la atenci¨®n. Pero el comprensible toque de vanidad no me impide la siguiente meditaci¨®n.
A Fidel Castro se le escapa la realidad cuando describe a Espa?a como "imperio en muletas"
El comandante Castro se muestra en desacuerdo con la cautelosa y posible sinton¨ªa entre el Gobierno espa?ol, la Uni¨®n Europea y la nueva Administraci¨®n norteamericana en lo que respecta a una nueva pol¨ªtica que facilite, primero, la mejora de las relaciones entre las partes y, m¨¢s tarde, la transici¨®n pacifica hacia la democracia de Cuba. La Uni¨®n Europea lo ha repetido hasta la saciedad: se opone al embargo norteamericano, insiste en que el diferendo entre Cuba y Estados Unidos se debe resolver bilateralmente y afirma que, si Cuba quiere un mejor trato de Bruselas, m¨¢s all¨¢ de la Posici¨®n Com¨²n, debe cumplir ciertas condiciones. De ah¨ª su compromiso con el "di¨¢logo constructivo".
El comandante Castro califica el papel de Espa?a como resultado de "las ideas del viejo imperio espa?ol en muletas, tratando de ayudar al corrupto, tambaleante y genocida imperio yanqui". Estaremos de acuerdo en que la referencia a Estados Unidos no es ninguna novedad. Pero tambi¨¦n asentiremos en que la creatividad y la originalidad del etiquetado de Espa?a es notable. Viene a enriquecer el repertorio de calificaciones a esa "minipotencia".
En las v¨ªsperas de la conmemoraci¨®n del Quinto Centenario, el comandante aderez¨® la ocasi¨®n como "fecha infausta y nefasta". Los pol¨ªticos espa?oles han sido objeto de ingeniosas descripciones por su parte: al presidente socialista del Congreso espa?ol, F¨¦lix Pons, lo abofete¨® como "tipejo fascistoide"; al fallecido ministro de Exteriores en el gabinete de Felipe Gonz¨¢lez, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, lo llam¨® "cabo colonial". Pero la palma se la llev¨® el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, al que llam¨® "caballerito" y luego "f¨¹hrer con bigotito". Aunque su distanciamiento de Gonz¨¢lez es notorio, no hay registros de insultos.
Curiosamente, el comandante siempre se ha mostrado encomi¨¢sticamente hacia las dos m¨¢ximas autoridades del "imperio con muletas" en los ¨²ltimos 70 a?os: Franco y el rey Juan Carlos I. Al primero siempre le agradeci¨® que mantuviera la mutuamente conveniente relaci¨®n econ¨®mica entre Espa?a y Cuba; al segundo, quiz¨¢ como contraste con los pol¨ªticos electos, lo ha convertido en objeto de reverencia y trato casi paternal.
Me pregunto qu¨¦ dir¨ªan ahora dos personas ¨ªntimamente ligadas a nuestras diferentes existencias (la del comandante y la m¨ªa). Las vicisitudes del "imperio en muletas" hicieron que mi abuelo materno y el padre de Fidel y Ra¨²l Castro fueran reclutados obligatoriamente para servir en la guerra 1895 a 1898. Sobrevivieron a la malaria y los mambises, y fueron repatriados una vez el "imperio corrupto" se inmiscuy¨® en un pleito de familia. No optaron por la v¨ªa clandestina como m¨¢s de 200.000 personas (seg¨²n c¨¢lculos del historiador Moreno Fraginals) que se quedaron en Cuba.
Pero mientras mi abuelo permaneci¨® en su Soria natal, ?ngel Castro opt¨® en 1901 por emigrar a Cuba, como ese medio mill¨®n de espa?oles a lo largo del primer tercio del siglo XX convirtieron al pa¨ªs reci¨¦n independizado en m¨¢s espa?ol que bajo el verdadero imperio colonial. Curiosamente, numerosos descendientes de inmigrantes espa?oles pueden ahora "recuperar" la nacionalidad espa?ola en virtud de la Ley de Memoria Hist¨®rica. Es una de las medidas de reparaci¨®n por los da?os sufridos por la emigraci¨®n y exilio hechas por el actual Gobierno del "imperio en muletas".
Ignoro si la historia lo absolver¨¢, pero intuyo que mi abuelo y su padre no ser¨ªan tan generosos. La reflexi¨®n afirma en su final que "nada han aprendido la superpotencia de Estados Unidos y la minipotencia espa?ola de aquella heroica resistencia de Cuba a lo largo de m¨¢s de medio siglo". Quiz¨¢ nos podamos poner de acuerdo sobre la pol¨ªtica de Washington. Pero disentimos con respecto a la segunda: mucho ha aprendido Espa?a. Por eso est¨¢ ah¨ª, gobierne quien gobierne, en La Habana.
Joaqu¨ªn Roy es catedr¨¢tico Jean Monnet y director del Centro de la Uni¨®n Europea de la Universidad de Miami.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.