Guardi¨¢n de la sustancia
Quien diga malsanamente que Cort¨¦s baila poco en sus espect¨¢culos, que se vaya a un tablao (con todos los respetos) o a otro teatro de esta misma v¨ªa, donde por un precio similar le dan una sobredosis de zapateado pele¨®n. Lo de Joaqu¨ªn es baile espa?ol con may¨²sculas, madurez y conciencia de un estilo personal que aflora, innegable y potente, en esta antolog¨ªa que resulta una revisitaci¨®n a fondo de s¨ª mismo, de su "posibiliter" cor¨¦utico (evocando a Lezama Lima, el bailar¨ªn se vuelve "guardi¨¢n de la sustancia") y de su est¨¦tica. As¨ª, se entrega, baila mucho y bien, magn¨ªfico en lo r¨ªtmico y lo pl¨¢stico, con virtuosismo y con figuras que traen a la contemporaneidad su poso y sus saberes.
CAL?
Ballet flamenco de Joaqu¨ªn Cort¨¦s. Coreograf¨ªa y direcci¨®n: Joaqu¨ªn Cort¨¦s. M¨²sica: Antonio Carbonell, Jos¨¦ Carbonell y J. Cort¨¦s. Gr¨¢fica: Tavo Ponce. Teatro Compac Gran V¨ªa de Madrid. Hasta el 5 de abril.
Cort¨¦s ha generado un estilo importante para el ballet flamenco moderno
Se trata de una variedad interpretativa ejemplar y por eso es el mejor bailar¨ªn de su generaci¨®n, un fruto precioso de una ¨¦poca especial surgida al calor de los mejores a?os del Ballet Nacional de Espa?a (esperemos verlo en oto?o dentro de los fastos por el 30? aniversario de la compa?¨ªa titular junto a las otras perlas de la danza espa?ola en activo: A¨ªda G¨®mez y Antonio M¨¢rquez: ?ser¨ªa hist¨®rico! Canales era tambi¨¦n parte de aquella indomable cuadriga...).
Cal¨¦ no se hace largo ni hay lugar al reposo. El cuerpo de baile femenino (ya un cl¨¢sico en J. C.) se muestra coordinado, bien ensayado y empastado como arropo de su baile personal, y lo que se echa en falta es un baile de pareja en intimidad, un paso a dos con una partenaire de su altura. Ya una obra de Cort¨¦s se llamaba Mi soledad y lo cierto es que ha basado su perspectiva sobre la estampa del artista solo ante el peligro y el infinito de la escena. Coreogr¨¢ficamente prism¨¢tico, entra en las alegr¨ªas con un repertorio vern¨¢culo de pasos y quiebros; se adentra en sole¨¢ con un rigor al que no se le puede chistar o se expande por tangos hasta una mixtura coral contempor¨¢nea. Juega en una arriesgada diagonal de salida con saltos y giros m¨²ltiples (huella de la escuela), o esboza de jota a sevillana y regala unas vueltas quebradas o de pecho que son s¨®lo eso: belleza. En el centro bajo el foco, sus l¨ªneas se hacen geometr¨ªa estricta, los brazos dibujan un "alongamiento" que llega a lo cl¨¢sico, mezcla lo femenino con lo masculino, lo antiguo con lo moderno en una firmeza o templanza del eje que contribuye al estilo, porque pese a quien pese, Cort¨¦s ha generado un estilo y una diferenciaci¨®n importantes para el ballet flamenco moderno. Probablemente estamos demasiado cerca para valorarlo, pero es as¨ª aunque tendamos a verlo como un retador de las circunstancias, lo que ya es mucho. Su dignidad bailaora invita a creer en ¨¦l, en su lucha de ave f¨¦nix contra los elementos (hay fuego en las im¨¢genes, y una cascada vertical que se inspira directamente en el Mare verticale de Fabrizio Plessi en la ¨²ltima Bienal de Venecia). Son elementos tan sobrios y conceptuales como ¨¦l mismo, que exhibe su pundonor, su orgullo hasta cuando raspa el suelo con la puntera del boto. Hay elegancia hasta en el dif¨ªcil n¨²mero de las mujeres con el pecho desnudo, recuerda su capacidad innovadora (me falta verle con su legendaria falda negra de Armani: fue el primero en eso tambi¨¦n). Los 16 m¨²sicos y cantaores son otra maravilla de calidades, voz y sonido, de arte de fusi¨®n que va muy en serio. El teatro se puso en pie y le palme¨®, jale¨® y grit¨® en merecimiento de su hacer.

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