Tomar muchas tazas de t¨¦
Despu¨¦s de los atentados del 11-S, Estados Unidos decidi¨® desalojar a Al Qaeda y al r¨¦gimen talib¨¢n de Afganist¨¢n. Para ello, la Administraci¨®n Bush adopt¨® una doctrina que combinaba la superioridad a¨¦rea con la presencia de un reducido n¨²mero de fuerzas de operaciones especiales sobre el terreno. Todos reconocen hoy que esa estrategia ha fracasado rotundamente: los talibanes siguen siendo una fuerza militar importante en las provincias del sur y Al Qaeda se ha mudado a la frontera occidental de Pakist¨¢n, un Estado con armas nucleares que se desmorona d¨ªa a d¨ªa y que ha perdido el control sobre una parte importante de su territorio.
Mientras, la falta de atenci¨®n a las preocupaciones centrales de los afganos (el acceso a agua, luz, sanidad y educaci¨®n) y el crecimiento exponencial de las v¨ªctimas civiles por ataques a¨¦reos han da?ado gravemente la legitimidad de la coalici¨®n internacional. Como resultado, si en febrero de 2005 el Gobierno afgano obten¨ªa una aprobaci¨®n del 80% y Estados Unidos del 68%, en febrero de 2009, las cifras hab¨ªan ca¨ªdo a 48% y 32%, respectivamente.
Como reconoce Petraeus, lo que ha funcionado en Irak no necesariamente lo har¨¢ en Afganist¨¢n
Para corregir los errores, Estados Unidos ha planteado un cambio de estrategia. La escalada afgana es una decisi¨®n pol¨ªtica de Barack Obama que no tiene vuelta atr¨¢s y que marcar¨¢ su presidencia casi tanto como la crisis econ¨®mica: de ah¨ª su inter¨¦s en obtener el apoyo de Europa. Pero como ha se?alado mi colega Daniel Korski en un reciente informe, los europeos ya han hecho un esfuerzo sustancial en el frente militar. Aunque haya pasado inadvertido, en los tres ¨²ltimos a?os 18 de los 25 Estados miembros de la UE que est¨¢n presentes en Afganist¨¢n han aumentado sus tropas, lo que ha situado el contingente europeo en 26.000 efectivos, casi el 43%. Por tanto, el problema no est¨¢ tanto en el n¨²mero de efectivos europeos sino en la asimetr¨ªa de los compromisos entre unos y otros Estados y, sobre todo, en la falta de una estrategia pol¨ªtica integrada que permita a la UE ser un actor relevante.
Sobre el terreno, la responsabilidad militar ser¨¢ del general Petraeus, arquitecto de la escalada estadounidense en Irak y ahora responsable m¨¢ximo de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n. Petraeus busca actuar coordinadamente en dos frentes, el de la seguridad, elevando la presi¨®n militar sobre los talibanes en las provincias del sur (de ah¨ª el env¨ªo de 21.000 soldados m¨¢s), y el del desarrollo, introduciendo mejoras significativas en la calidad de vida de los afganos. A priori, Petraeus parece el hombre id¨®neo: hace dos a?os coordin¨® la elaboraci¨®n del nuevo manual de contrainsurgencia del Ej¨¦rcito estadounidense, un texto rupturista que propon¨ªa adoptar como principios "usar la m¨ªnima fuerza" y "priorizar la protecci¨®n de los civiles".
Por ilustrarlo gr¨¢ficamente, la nueva doctrina obliga a Estados Unidos a pasar del caf¨¦ al t¨¦, a cambiar la frialdad de la distancia por el contacto directo. As¨ª, la taza de caf¨¦ humeante que se toman los militares estadounidenses desde la base de Davis-Monthan en Arizona (a nada menos que 12 husos horarios de diferencia y 13.000 kil¨®metros de distancia) mientras escudri?an en sus pantallas las im¨¢genes que env¨ªan los aviones no tripulados Predator que patrullan los cielos afganos, va a ser sustituida por muchas tazas de t¨¦. Las que habr¨¢ que tomarse con los l¨ªderes pastunes locales para comprobar hasta qu¨¦ punto est¨¢n interesados en la reconciliaci¨®n. Y las que habr¨¢ que tomarse con los vecinos paquistan¨ªes, a los que se ha prometido elevar sustancialmente la ayuda econ¨®mica, e iran¨ªes, con quienes ya han comenzado las conversaciones. El plan incluye tambi¨¦n un refuerzo sustancial del Ej¨¦rcito afgano, de 80.000 a 134.000 efectivos, as¨ª como de la polic¨ªa afgana, tareas que contar¨¢n con la colaboraci¨®n europea.
Pero como reconoce el propio Petraeus en una entrevista publicada en la revista Foreign Policy, lo que ha funcionado en Irak no necesariamente lo har¨¢ en Afganist¨¢n. Mientras que en Irak el conflicto ha sido fundamentalmente urbano, inter¨¦tnico y ha tenido lugar dentro de las fronteras de un pa¨ªs alfabetizado y rico en recursos minerales, en Afganist¨¢n el conflicto es b¨¢sicamente rural, involucra casi en exclusiva a la etnia past¨²n, tiene un important¨ªsimo componente internacional (especialmente en lo referido a las zonas tribales de Pakist¨¢n) y se da en un pa¨ªs predominantemente pobre, dominado por el analfabetismo y sin m¨¢s recursos naturales que el opio. Por ello, es necesario una m¨ªnima dosis de realismo: aunque despu¨¦s de hacer poco y mal ahora se vaya a intentar hacer mucho y bien, Afganist¨¢n no se va a parecer a Suiza (excepto en las monta?as) sino, con un poco de suerte, a Colombia (excepto en el caf¨¦).
jitorreblanca@ecf.eu
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