Cuesti¨®n de protocolo
Vivimos un tiempo en que la correcci¨®n en las formas ha pasado a un segundo plano cuando no ha desaparecido por completo; un tiempo en que se esconde bajo la excusa de la espontaneidad o la proximidad aut¨¦nticas faltas de respeto hacia los dem¨¢s. La imagen de Berlusconi saliendo de su coche oficial con el m¨®vil en la mano y Angela Merkel esper¨¢ndole paciente ha dado la vuelta al mundo. La ausencia de Rodr¨ªguez Zapatero en la foto de familia del foro de las Civilizaciones resulta tambi¨¦n lamentable.
No es cuesti¨®n de educaci¨®n, ni es cuesti¨®n de izquierda o derecha; no es cuesti¨®n de modernidad; la educaci¨®n y el protocolo hacen que las relaciones entre personas, sobre todo que no tienen lazos de amistad o confianza, resulten gratas o, al menos, llevaderas. Las formas no dejan de ser el reflejo de los fondos. Un se?or que en la cumbre de la OTAN es capaz de ponerse a hablar por el m¨®vil puede, en su quehacer pol¨ªtico, terminar haciendo cualquier cosa. Un se?or que se pierde la foto de familia de un acto en el que es uno de los anfitriones est¨¢ verdaderamente perdido.
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