"Hay que dialogar con Ir¨¢n, pero sin dejar de vigilarlos"
Daniel Ayalon tiene ante s¨ª la may¨²scula tarea de lavar la imagen ante el mundo de su jefe, el ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, gran triunfador en las elecciones legislativas celebradas en febrero en Israel. "Fascista" y "racista" son algunos de los t¨¦rminos con los que opositores y analistas de medio mundo acostumbran a adjetivar al nuevo responsable de la diplomacia israel¨ª, envuelto adem¨¢s en un esc¨¢ndalo de blanqueo de dinero.
N¨²mero dos en el Ministerio de Exteriores en el reci¨¦n inaugurado Gobierno, y ex embajador de Israel en Washington, Ayalon se sum¨® el a?o pasado a las filas del ultraderechista Yisrael Beiteinu. El partido triunf¨® en los comicios y se convirti¨® en imprescindible para la formaci¨®n de la coalici¨®n derechista que lidera el jefe del Likud, Benjam¨ªn Netanyahu, y a cuyo carro se subieron a ¨²ltima hora los laboristas.
"No queremos transferir ¨¢rabes, pero s¨ª redibujar la frontera"
"Sugerir que cometimos cr¨ªmenes de guerra en Gaza es una barbaridad"
"No va a haber una colisi¨®n entre Israel y Estados Unidos. Somos aliados"
"Lieberman est¨¢ dispuesto a seguir adelante con la Hoja de Ruta"
Muy amable en las formas, Ayalon se explaya en su nuevo despacho de Jerusal¨¦n en su visi¨®n halconizada de un mundo que divide entre buenos y malos o, seg¨²n sus palabras, entre "moderados y radicales". Un discurso de blancos y negros que recuerda mucho al del presidente George W. Bush y que en poco se parece al incluyente del nuevo inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama.
Aun as¨ª y a pesar de las diferencias con la Administraci¨®n estadounidense que en apenas dos semanas de nuevo Gobierno no han tardado en aflorar, Ayalon descarta un enfrentamiento con Washington. "No va a haber una colisi¨®n entre Israel y Estados Unidos". Y conf¨ªa en que prevalecer¨¢ la "intimidad" propia de los aliados. "Annapolis o no Annapolis no es la cuesti¨®n, lo que importa es el contenido y Lieberman est¨¢ dispuesto a seguir adelante con la Hoja de Ruta, con el objetivo ¨²ltimo de la creaci¨®n de dos Estados. Pero hay que buscar nuevas ideas. Han pasado 16 a?os desde los Acuerdos de Oslo y no hemos conseguido la paz; al contrario".
El problema es que lo poco que se sabe de esas nuevas ideas no acaba de convencer a una comunidad internacional que recela de las se?ales que emite el Ejecutivo israel¨ª. Que piensa que la "paz econ¨®mica" que propone Netanyahu no ser¨¢ posible sin una soluci¨®n pol¨ªtica, que incluya por ejemplo la retirada de parte de los m¨¢s de 600 obst¨¢culos y check points (controles militares) que impiden la libre circulaci¨®n de bienes y personas en Cisjordania.
Dice el viceministro de Exteriores que respaldan la llamada Hoja de Ruta, que entre otras cosas, establece el desmantelamiento de ciertos asentamientos y el fin de la actividad colonizadora. ?Cu¨¢l va a ser su pol¨ªtica respecto a los colonos, teniendo en cuenta que el propio Lieberman vive en Nokdim, un asentamiento en pleno coraz¨®n de Cisjordania? "Lieberman est¨¢ dispuesto a dejar su casa de alcanzarse un acuerdo de paz. Esto demuestra lo lejos que Israel est¨¢ dispuesto a llegar a fin de conseguir la paz. Israel cumplir¨¢ con sus compromisos, pero primero queremos ver el fin del terrorismo", dice Ayalon. Pero preguntado m¨¢s tarde sobre la viabilidad del pol¨¦mico proyecto de Lieberman para "transferir" poblaciones israel¨ªes de mayor¨ªa ¨¢rabe a un futuro Estado palestino, Ayalon no duda en comparar el derecho de los centenares de miles de colonos que la comunidad internacional considera que se han asentado ilegalmente en Cisjordania en los ¨²ltimos a?os con la de los palestinos que viv¨ªan en Israel desde mucho antes de la creaci¨®n del Estado y que hoy son ciudadanos israel¨ªes. "Judea y Samaria [en alusi¨®n a Cisjordania] son la cuna de nuestra civilizaci¨®n. Si los palestinos quieren que los colonos se vayan de all¨ª, tendr¨¢n que acoger a los ¨¢rabes de Israel. No queremos transferir ¨¢rabes ni que se vayan de sus casas, pero s¨ª redibujar la frontera. Lo que nosotros proponemos es quid pro quo. Es adem¨¢s una manera de atajar el problema demogr¨¢fico al que nos enfrentamos".
A Ayalon, como al propio Netanyahu, le obsesiona la cuesti¨®n iran¨ª, que gran parte de la clase pol¨ªtica israel¨ª considera su "mayor amenaza existencial". El cambio de rumbo estadounidense respecto a las ambiciones iran¨ªes, a favor del di¨¢logo, ha dejado descolocado a un Israel que peri¨®dicamente amenaza con recurrir a la fuerza. Ahora Ayalon dice que "hay que dar una oportunidad al di¨¢logo, pero sin dejar de vigilar a los iran¨ªes para que cumplan. Si no cooperan, Washington tendr¨¢ la legitimidad para llevar la cuesti¨®n al Consejo de Seguridad [de la ONU] y aplicar sanciones m¨¢s estrictas con el respaldo de Rusia y China".
Sostienen algunos analistas en Israel que Ir¨¢n se convertir¨¢ en la moneda de cambio que Netanyahu utilizar¨¢ con la Casa Blanca. Israel se adhiere a la postura estadounidense sin rechistar, a cambio de que Estados Unidos deje margen de maniobra a los israel¨ªes en la cuesti¨®n palestina.
Y preguntado sobre la negativa israel¨ª a colaborar con la misi¨®n de investigaci¨®n de la ONU sobre posibles cr¨ªmenes de guerra cometidos en Gaza, Ayalon se despacha a gusto en contra del organismo multilateral que desprecia porque "est¨¢ dominado por los pa¨ªses ¨¢rabes que a su vez est¨¢n influenciados por Ir¨¢n y Ham¨¢s. ?Por qu¨¦ no han venido durante estos a?os a investigar los ataques contra Israel? Sinceramente, no nos los tomamos en serio. Sugerir que cometimos cr¨ªmenes de guerra en Gaza es una barbaridad".
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