Carlos Hern¨¢ndez Olmos, la v¨ªbora enamorada
La pasada madrugada, la del 13 al 14 de abril, fallec¨ªa en La Rioja el periodista Carlos Hern¨¢ndez Olmos (Madrid, mayo de 1949), escritor, guionista y director de varios programas de radio de difusi¨®n nacional en los a?os ochenta, como La v¨ªbora enamorada o La vinagrera. Hern¨¢ndez Olmos ingres¨®, a comienzos de los ochenta, en la emisora de Radio Nacional de Espa?a en La Rioja, donde fue jefe de los servicios informativos y director de la emisora. Fue director de RNE en Cuenca y Cantabria y presidente de la Asociaci¨®n de la Prensa de La Rioja (1981-1986), a la que contribuy¨® a sacar de las cenizas del olvido.
Pero lo que le dio a conocer a nivel nacional fue su faceta como guionista y director de programas de radio, con su impronta de escritor directo ("Era contable de un banco. Quince a?os de corbata y de aguantar la halitosis horrible y el fascismo del se?or director. Nunca quiso casarse. Hab¨ªa que ascender y hacerse un porvenir"), duro en ocasiones hasta rozar lo m¨¢s profundo ("?Qui¨¦n compra un cuerpo?... ?Qui¨¦n necesita cien kilos de ocaso y de cansancio?... A ver, ?qui¨¦n compra? Me quedo con el alma..."), mordaz con tintes deformados, irreverente, pero siempre con los sentimientos a flor de piel.
Acababan los ochenta, unos a?os en los que a¨²n se pod¨ªan explorar caminos nuevos para la creaci¨®n y la vida. En la radio como en el periodismo, todav¨ªa cab¨ªa la imaginaci¨®n, hab¨ªa un lugar para experimentar, para conjugar f¨®rmulas innovadoras, una libertad m¨¢s tarde a?orada.
Tras los a?os de represi¨®n y miseria, cre¨ªmos descubrir nuestro particular El Dorado. Cuando una puta y una monja pod¨ªan compartir ideas y experiencias en torno a un micr¨®fono de RNE, y hacerse amigas; un m¨¦dico con un curandero, un enterrador y una comadrona... Programas provocadores, sobre temas que poco a poco dejaban de ser tab¨² sin renunciar al esc¨¢ndalo, con un punto de humanidad entra?able. Programas que para muchos de nuestra generaci¨®n fueron un referente, y Carlos, su conductor, algo m¨¢s que un amigo.
Conversador brillante, y muchas veces procaz para regocijo de quienes le acompa?¨¢bamos, puede decirse que hizo literatura radiof¨®nica, y sus textos acabaron luego, afortunadamente, en papel impreso. Era singular y excesivo, un gordo hermoso, un vividor adorable, un simp¨¢tico libertino.
As¨ª fue hasta que vino el s¨¢lvese quien pueda, la oscuridad se ech¨® sobre ¨¦l y todos nosotros y se impuso una vuelta a los cuarteles de invierno, de un invierno demasiado largo que dur¨® casi hasta ayer. Carlos ha esperado a una fecha tan emblem¨¢tica como la del 14 de abril para irse del todo. Su mujer, Rosa, y su hijo, Mill¨¢n, han sido su principal refugio en estos a?os. Ello no nos impide rendirle aqu¨ª un emocionado homenaje de despedida y recordar cuando dec¨ªa: "No nos salva ni Dios de este naufragio, no hay primavera si t¨² no te la inventas".
Antonio Moral es periodista.
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