Lo que dijo Sarkozy
Nicolas Sarkozy es un personaje ajeno a la majestuosa distancia galicana a la que nos tiene acostumbrados la jefatura de Estado francesa, no ya desde Charles de Gaulle, sino desde Pipino el Breve. Pero el presidente de la V Rep¨²blica, con su bulimia de la palabra, dir¨ªase que hace siempre voto de extrema desenvoltura.
Y as¨ª es como en una conversaci¨®n privada entre altos representantes de la pol¨ªtica francesa, dicen que dijo que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero era "quiz¨¢ poco inteligente", lo que en algunos medios espa?oles ha sido considerado un faux pas, toda una ligereza imperdonable.
Para saber exactamente lo que dijo habr¨ªa que haber estado all¨ª, y ni siquiera el sostenella y no enmendalla del diario parisiense que dej¨® caer la especie nos parece fuente suficiente para dar nada por sentado. Pero lo que Sarko, a la luz de la hermen¨¦utica m¨¢s elemental, dijo nos parece mucho m¨¢s un elogio que cualquier otra cosa; tanto que, seguramente, ni falta hac¨ªa que el El¨ªseo se apresurara a desmentir tanta desinvolture.
Lo que el l¨ªder gaullista quiso decir era que el mundo est¨¢ lleno de listos, de grandes eruditos, de primeros de la clase que hab¨ªan demostrado ser incapaces de ganar unas elecciones, muy al contrario que el presidente del Gobierno espa?ol adornado, sin embargo, de muchas menos pretensiones. Y al hablar as¨ª Sarkozy se refer¨ªa a librescos coleccionistas de diplomas en su propio pa¨ªs, sector izquierda, que lo miraban por encima del hombro, pero a los que hab¨ªa batido irremisiblemente en las urnas. Se alud¨ªa, por tanto, tambi¨¦n a s¨ª mismo comparando su suerte electoral con la de Zapatero.
Eso no significa que haya que dar por bueno todo lo que hace y deshace el presidente franc¨¦s, ni que tenga que servir de modelo al propio jefe de Gobierno espa?ol, visiblemente m¨¢s austero de comportamiento y sobrio de palabra.
Pero cualquiera que haya visto im¨¢genes de los encuentros Sarkozy-Zapatero en Par¨ªs o Madrid tiene que estar muy cegato para no captar la excelente onda que reina entre ambos. Por ello, hay motivo para creer que el presidente franc¨¦s hace cualquier cosa menos emplear el nombre de su hom¨®logo en vano.
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