Pensiones en conflicto

El enfrentamiento del gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, con el Gobierno, en especial con el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, a cuenta de la viabilidad del sistema de pensiones, ofrece motivo de reflexi¨®n en cuestiones tan variadas como la oportunidad pol¨ªtica de las declaraciones del gobernador, la resistencia de los Gobiernos a admitir que, por extra?o que les parezca, los reguladores independientes pueden e incluso deben emitir opiniones independientes y, por supuesto, sobre el n¨²cleo de la cuesti¨®n, que es determinar si Fern¨¢ndez Ord¨®?ez tiene raz¨®n en lo accesorio -si la recesi¨®n liquidar¨¢ el super¨¢vit de la Seguridad Social- y en lo fundamental, es decir, si hay que actuar ahora para garantizar el sistema de pensiones p¨²blicas en el futuro. Todas estas cuestiones est¨¢n entremezcladas, como suele suceder en los endemoniados debates p¨²blicos en Espa?a, y el ruido resultante confunde al ciudadano.

Sobre la oportunidad de las palabras del gobernador, al asegurar en el Congreso que el super¨¢vit de la Seguridad Social podr¨ªa desaparecer, el argumento m¨¢s contundente es que su opini¨®n fue reclamada por los diputados. As¨ª que los aspavientos del ministro de Trabajo exigi¨¦ndole que no haga diagn¨®sticos ni proponga recetas son superfluos; sobre todo cuando el Banco de Espa?a reconoce que la ¨²ltima decisi¨®n es pol¨ªtica. Para medir esta inconsistencia basta con imaginar lo que hubiera dicho el Gobierno en el caso de que Fern¨¢ndez Ord¨®?ez hubiera anunciado que las pensiones en Espa?a no corren riesgo alguno y que la Seguridad Social tendr¨¢ super¨¢vit por siempre jam¨¢s. En lugar de reproches, el Ejecutivo hubiera ponderado su prudencia. Se sobrentiende que la airada reacci¨®n del ministro se debe a la delicada situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica que provoca la recesi¨®n; pero lo m¨¢s elegante hubiera sido reconocer que la reforma es necesaria, pero no urgente.

Sobre la viabilidad de las pensiones, el gobernador tiene raz¨®n, aunque el problema m¨¢s acuciante hoy es restaurar el funcionamiento del sistema bancario, y no las pensiones o el mercado laboral. M¨¢s temprano que tarde, la recesi¨®n destruir¨¢ el super¨¢vit de la Seguridad Social, sobre todo si se cumplen los presagios de que la econom¨ªa espa?ola se recuperar¨¢ m¨¢s tarde que las econom¨ªas europeas. Nada m¨¢s l¨®gico que subir la edad de jubilaci¨®n, aumentar el n¨²mero de a?os de cotizaci¨®n para calcular la pensi¨®n o suprimir los topes salariales de cotizaci¨®n si se quiere reforzar los ingresos del sistema.

No es tan obvio, en cambio, que la propuesta de que se descuente a los pensionistas lo cobrado en exceso por la ca¨ªda de la inflaci¨®n sea viable. Las pensiones espa?olas distan de ser remuneraciones aceptables y no conviene aumentar m¨¢s la distancia con las pensiones de la eurozona. El coste de no ajustar las pensiones a la ca¨ªda del IPC no justifica la aplicaci¨®n de una disposici¨®n tan injusta y pol¨ªticamente tan gravosa.