Ternura lujuriosa

Cuando se ve una pel¨ªcula como El ni?o pez, notable segundo trabajo de la argentina Luc¨ªa Puenzo, uno acaba pregunt¨¢ndose qu¨¦ fue antes, si la gallina o el huevo. Es decir, si el desencadenante de la historia fue el fascinante simbolismo del cr¨ªo pez, que surca las aguas de un lago mientras acecha la mente de los protagonistas; o en cambio el origen resid¨ªa en la desbordante personalidad de la chica capaz de enamorar hasta la demencia a cualquier bicho viviente que se cruce con ella; o, en fin, si la base radicaba en el toque social impuesto por su creadora, sutil y eficaz, que reflexiona sobre la intemporal lucha de clases mientras narra una f¨¢bula de amor y horror para adultos, con un leve toque de thriller. Pero la idea de qu¨¦ fue antes, si la gallina o el huevo, se acaba diluyendo en favor de la percepci¨®n de que las tres ideas est¨¢n inmejorablemente ensambladas, que tienen potencia visual y dolor verdadero.

Despu¨¦s de escribir La puta y la ballena, dirigida por su padre, Luis Puenzo, en el a?o 2004, Luc¨ªa demostr¨® poseer eso tan intangible llamado universo propio en su debut como realizadora: XXY (2007), estimable drama psicol¨®gico de trascendencia familiar que, sin embargo, quiz¨¢ pecaba de innecesariamente parsimonioso. Con El ni?o pez, narrada a trav¨¦s de una estructura rota en mil pedazos, a la manera I?¨¢rritu-Arriaga, la autora argentina confirma su capacidad para la visualizaci¨®n de dramas mentales, al tiempo que aglutina ideas en principio dif¨ªcilmente conciliables, mientras impacta con un tramo final, seco y aguerrido, en clave de thriller puro y duro. En la mirada de Puenzo hay sensibilidad y crudeza, ternura y lujuria, y esa parad¨®jica ambivalencia es la confirmaci¨®n de su talento.

'El ni?o pez'