Al ir a dormir

M¨¢s o menos a la misma hora en la que Enrique Franco, el cr¨ªtico musical de siempre de este peri¨®dico, era incinerado ayer, la soprano sueca Nina Stemme cantaba Al ir a dormir, tercera de las Cuatro ¨²ltimas canciones de Richard Strauss, sobre un texto de Herman Hesse, que finaliza con el anhelo del alma de "elevarse libremente para, en el c¨ªrculo m¨¢gico de la noche, vivir profundamente mil y una vidas".

Stemme, de blanco evocador, la cant¨® maravillosamente. Su voz desprende sosiego y serenidad. Es aterciopelada, ideal para la melod¨ªa, por su centro hermoso y su estilo intimista. El mismo a?o que sali¨® catapultada a la fama tras su primera Isolda en Bayreuth dio en el teatro de los Margraves de la ciudad b¨¢vara uno de sus primeros recitales, declarando en paralelo que era un mundo muy fr¨¢gil que hab¨ªa que cuidar con esmero.

En los cuatro o cinco ¨²ltimos a?os, la cantante ha tenido una carrera oper¨ªstica fulgurante y una evoluci¨®n en el mundo del lied coherente y profunda. Ayer en el Real demostr¨® que es una artista con cabeza. Se volc¨® con el Wagner oper¨ªstico de El ocaso de los dioses -complementado con Tr?ume de los Wesendoncklieder, como primera propina- y con el Strauss de concierto de madurez. Y en uno y otro empe?o convenci¨® desde la contenci¨®n expresiva y la belleza del canto puro. Stemme es una cantante que diferencia con precisi¨®n la ¨®pera del lied. M¨¢s extrovertida en la ¨®pera, m¨¢s confidencial en la canci¨®n, su mirada es siempre interior. L¨®pez Cobos acompa?¨® con correcci¨®n, y antes de meterse en harina vocal dirigi¨® una suite de El caballero de la rosa para mandar directamente al ba¨²l de los olvidos.