Alaska, Fangoria y su medalla
Antes muerta que discreta. Si alguien pens¨® que los 45 a?os iban a convertir a Olvido Gara en una mujer modosita, apa?ado estaba. La cantante de Fangoria compareci¨® anoche en el Palacio de Deportes embutida en cuero negro, botas kilom¨¦tricas, un hombro al aire y el otro no. Divin¨ªsima. Cosa bien distinta ser¨ªa decir que la edad le ha hecho afianzarse como vocalista. Pasan los a?os, los discos o los tintes, pero Olvido sigue cantando poquito, y no siempre agradable.
El de ayer fue un d¨ªa muy intenso para la antigua musa de la movida. Por la ma?ana recibi¨® la Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo de manos de la presidenta Aguirre, que le dedic¨® unas sentidas palabras: "Expresas las inquietudes est¨¦ticas de una generaci¨®n que viv¨ªa los nuevos aires de la libertad". La presidenta le puso la medalla ladeada para no estropearla el vestido, seg¨²n confes¨® la propia Alaska.
Por la noche, su marid¨ªsimo, Mario Vaquerizo, la teloneaba al frente de las Nancys Rubias, una formaci¨®n travesti-disco-petarda sin gracia. Y a partir de las once llegaba el estreno de las canciones del nuevo ¨¢lbum de Fangoria, un d¨²o lo bastante enamorado de s¨ª mismo como para titularlo con una denominaci¨®n casi raphaelesca: Absolutamente.
La dama anda bien de autoestima. Buena cosa: eso que se ahorra en psicoterapia, que sale por un pastizal. Si a ello se le une sus homil¨ªas en las ondas episcopales, al amparo de otro liberal tan reputado (y perseguido por sus patronos) como don Federico, queda claro que la vida le sonr¨ªe. Ahora bien, ?de veras que nadie podr¨ªa buscar en esta Villa y Corte alg¨²n otro icono de la modernidad? Walpurgis y Ni contigo ni sin ti sirvieron para abrir boca ante un p¨²blico escaso (5.000 personas son pocas para el palacio) pero entregado, emperifollado y con algunos integrantes mon¨ªsimos. Otros se han quedado un poco mayores para tanto chunda chunda, pero ya queda dicho que la se?ora lleva tres d¨¦cadas en el candelabro.
En el lateral derecho, la guitarrista, Ikerne, ten¨ªa poqu¨ªsimo trabajo. Y en lo alto de un pedestal, un se?or calvo disparaba los ordenadores. Se trataba de Nacho Canut, aunque se pas¨® todo el concierto de espaldas y no se puede jurar. Le gustar¨ªa imaginarse como la versi¨®n hispana de Depeche Mode, pero se queda s¨®lo un poco por encima de OBK.
Todo era muy rampl¨®n, incluidos los muchachos chandaleros de las coreograf¨ªas y las dos chicas neum¨¢ticas, una con el culo al aire. Pero Alaska se sigue sintiendo divina.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.