?El modelo Derry?
Desde hace m¨¢s de un siglo, Irlanda viene ejerciendo sobre las diversas ramas y los distintos estadios del nacionalismo catal¨¢n una recurrente fascinaci¨®n. A prop¨®sito de sus a?os formativos, los ¨²ltimos del XIX, escribe Francesc Camb¨® en sus Memorias: "De todos los movimientos particularistas, el que m¨¢s me interes¨® fue el irland¨¦s, (...) porque ning¨²n otro presentaba un conjunto de t¨¢cticas para poder hacer de ellas un estudio comparativo. Mi inter¨¦s por este aspecto del movimiento irland¨¦s fue tan grande que comenc¨¦ a escribir un libro...".
A principios de la d¨¦cada de 1920, la radicalizaci¨®n del combate irland¨¦s por emanciparse de Londres deslumbr¨® a miles de j¨®venes catalanistas igualmente radicalizados, los cuales siguieron con unci¨®n la huelga de hambre hasta la muerte del alcalde de Cork, Terence MacSwiney, antes de que Josep Carner y Ventura Gassol dedicasen al h¨¦roe de Hibernia sentidos poemas.
Aqu¨ª no existe un foso comunitario que separe a espa?olistas e independentistas en compartimentos estancos
Ya durante la Segunda Rep¨²blica, la facci¨®n m¨¢s extrema del separatismo catal¨¢n de esa ¨¦poca, capitaneada por Daniel Cardona, tradujo a su manera el nombre del partido republicano irland¨¦s Sinn F¨¦in (en ga¨¦lico, Nosotros mismos) y se organiz¨® bajo el r¨®tulo de Nosaltres Sols! En fin, y por no alargar los ejemplos, cuando en 1974 el Partit Socialista d'Alliberament Nacional (PSAN) -crisol del moderno independentismo catal¨¢n- se escindi¨®, los dos grupos resultantes se distinguieron entre s¨ª como PSAN-Oficial y PSAN-Provisional, en un mimetismo flagrante con la escisi¨®n que, en 1969, hab¨ªa roto al Irish Republican Army (IRA) entre Oficiales y Provisionales.
Bien, pues tal parece que, tras un cierto eclipse, las terminolog¨ªas irlandesas regresan a la pol¨ªtica catalana, esta vez de la mano de Joan Carretero. Tras su salida-expulsi¨®n de Esquerra Republicana, el vehemente ex consejero de Gobernaci¨®n y exalcalde de Puigcerd¨¤ ha comenzado a esbozar un proyecto pol¨ªtico propio, del que llama la atenci¨®n la siguiente idea literal: "Tenemos que dinamitar el mapa pol¨ªtico catal¨¢n. Esto debe cambiar. Aqu¨ª tiene que haber claramente unionistas espa?oles por un lado e independentistas por el otro".
La palabra y el concepto pol¨ªtico de unionista surgieron hace un centenar de a?os en la isla de Irlanda para designar a aquellos sectores de la poblaci¨®n -descendientes en buena parte de colonos ingleses y escoceses de religi¨®n protestante- que se mostraban hostiles a la concesi¨®n del Home Rule, que rechazaron luego con virulencia la creaci¨®n del Estado Libre Irland¨¦s (1922) y que consiguieron despu¨¦s sustraer de ¨¦ste los seis condados nororientales, el hoy llamado Ulster, para mantenerlos unidos a la Gran Breta?a bajo el cetro de Su Graciosa Majestad. Desde entonces, unionistas y republicanos (siendo estos ¨²ltimos los partidarios de incorporar el Ulster a la Rep¨²blica de Irlanda) configuran los dos hemisferios de la tensa vida pol¨ªtica y social en Irlanda del Norte.
Al proponer la adopci¨®n del t¨¦rmino unionistas para designar a los catalanes contrarios a la independencia -curiosamente, no el de republicanos para referirse a los independentistas-, entiendo que el doctor Carretero quiere deslindar los campos, barrer las ambig¨¹edades y calibrar fuerzas. Pero el referente norirland¨¦s no me parece el m¨¢s adecuado para este fin, y quisiera explicar por qu¨¦. En el Ulster, unionistas y republicanos (que es casi sin¨®nimo de protestantes y cat¨®licos) no son dos posturas pol¨ªticas, sino dos comunidades socio-culturales de base religiosa, impermeables entre s¨ª y f¨ªsicamente separadas por barrios. Ni el m¨¢s optimista de los nacionalistas irlandeses (los republicanos) conf¨ªa en convencer de sus ideas a un solo unionista; su ¨²nica esperanza es demogr¨¢fica: que, en algunos lustros m¨¢s, la superior natalidad de los cat¨®licos deje en minor¨ªa a los protestantes del Ulster y permita ganar un refer¨¦ndum a favor de la reunificaci¨®n de la isla.
Nuestro caso es muy distinto. Lo es en el sentido de que aqu¨ª no existe un foso comunitario que separe a espa?olistas e independentistas en dos compartimentos estancos, sino una ancha gama de matices, de lealtades compartidas, de posturas intermedias (catalanistas de distinto pelaje, federalistas, soberanistas, autodeterministas...), ambiguas y a menudo cambiantes. Catalu?a tambi¨¦n difiere del Ulster en que el nacionalismo no puede fiar su triunfo a una din¨¢mica demogr¨¢fica favorable. Aqu¨ª s¨®lo nos vale la persuasi¨®n.
Siendo as¨ª, ?resulta una buena t¨¢ctica persuasiva colgar a todos los que, hoy, no apuestan por la independencia, colgarles el sambenito de unionistas, que es tanto como tildarles de colonizadores for¨¢neos, o de colaboracionistas, o de traidores? Si el objetivo de personas como Joan Carretero es alcanzar, m¨¢s pronto que tarde, una mayor¨ªa social independentista, ?qu¨¦ es m¨¢s inteligente, ahondar y erizar de p¨²as la actual divisoria entre quienes ya abrazan dicha causa y los que, por el momento, no lo hacen, o bien mantener abierto dicho conf¨ªn, y hacer su cruce hacia el lado independentista lo m¨¢s f¨¢cil y c¨®modo posible? No, no creo que el mejor m¨¦todo para despertar conciencias nacionales adormecidas sea el de los latigazos dial¨¦cticos.
El mapa pol¨ªtico catal¨¢n ofrece hoy suficientes elementos din¨¢micos -ll¨¢menles ustedes contradicciones, si quieren- como para augurarle, a medio plazo, cambios y reajustes. Y el desenlace inminente de temas como la financiaci¨®n y el Estatuto puede crear soberanismo a espuertas. Es cuesti¨®n de saberlo aprovechar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.