Salud
El retorno de la peste era el t¨ªtulo de la oportuna miniserie con que la televisi¨®n p¨²blica valenciana nos amenizaba la noche del martes. Toda una lecci¨®n de pedagog¨ªa sanitaria, un aut¨¦ntico mensaje de serenidad. En telegr¨¢fico zapeo pude ver madres agonizantes, ni?os cobaya, sanitarios con escafandras hinchadas como globos y miles de personas en cuarentena recluidas en un estadio, gran idea que ya antes tuvieron otros, por cierto con intenciones bastante menos profil¨¢cticas. Si todo este apocalipsis cab¨ªa en solo dos minutos no quiero ni pensar qu¨¦ debi¨® ocurrir durante el resto de las cuatro horas que duraba la cosa. Pero tendremos que suponer que la humanidad finalmente sobrevivi¨® a la bub¨®nica, porque si no, a ver c¨®mo habr¨ªa de perecer ahora ante la nueva gripe que viene de M¨¦xico. Tambi¨¦n nos llega la noticia de que la Comisi¨®n de Derechos Humanos de aquel Distrito Federal ha hecho p¨²blica una declaraci¨®n en torno al d¨ªa de la Libertad de Expresi¨®n, all¨ª (como en tantos otros puntos del planeta) vulnerada incluso a lo bruto, con tiros y machetazos. Se dice, entre otras cosas: "Los medios juegan un papel estrat¨¦gico en la promoci¨®n del di¨¢logo y la calidad informativa. Por ello, es necesario que en esta contingencia sanitaria, refuercen su papel de orientaci¨®n y sean portadores de informaci¨®n que ayude a la poblaci¨®n a conocer debidamente sus derechos y obligaciones ante esta emergencia".
El mismo martes pude comprobar que en cierto peri¨®dico se elevaba a la categor¨ªa de primera p¨¢gina (con foto) una aseveraci¨®n as¨ª de rotunda: "Sanidad no est¨¢ preparada para una epidemia". Tal cual, con toda la contundencia y aparente autoridad. Pero... ?qu¨¦ pinches credenciales cient¨ªficas exhibe su emisor (que resulta ser un estudiante de empresariales) aparte de haber pasado calenturas?
Algunos reportajes peliculeros han dado p¨¢bulo a diagn¨®sticos legos, lo que no deja de ser una insensatez en situaciones delicadas para la salud p¨²blica. Estas fantas¨ªas period¨ªsticas tienen muchas veces su caldo de cultivo en un digamos excesivo hermetismo de la autoridad sanitaria. M¨¢s y mejor informaci¨®n, menos secretos y absoluta transparencia son, adem¨¢s de obligaci¨®n y derecho, la mejor receta para que no quede un resquicio a la imaginaci¨®n.
Porque ocurre que, despu¨¦s de observar y preguntar aqu¨ª y all¨¢, m¨¢s bien deber¨ªamos inferir que las cosas se han hecho razonablemente bien. Se contaba ya con algunas experiencias previas de alarmas sanitarias, como las vacas locas y la gripe aviar. Y adem¨¢s la poblaci¨®n, ya escarmentada por lo in¨²til de las histerias anteriores, ha reaccionado de forma bastante m¨¢s sensata de lo que algunos pretenden. Me refiero a nuestro entorno m¨¢s cercano, por supuesto, aunque en estos casos habr¨ªa que ampliar la mirada y entender que buena parte de la reacci¨®n de la OMS (alarmista quiz¨¢, vista desde nuestro ombligo) se explica porque en el mundo hay millones de personas en situaciones tan vulnerables que una gripe leve las puede matar. Y adem¨¢s es que las gripes matan, y bastante m¨¢s que esta. Todas las gripes, todos los a?os, aunque parezca mentira.
Como tambi¨¦n mata, o al menos aniquila econ¨®mica y psicol¨®gicamente, el sistema sanitario norteamericano, donde puedes expirar como un perro en las puertas de urgencias s¨®lo por no llevar encima la tarjeta de cr¨¦dito. Para m¨¢s detalles, Sicko, el aterrador documental de Michael Moore sobre gente corriente con problemas de salud. Ilustrativo y recomendable.
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