El gran saqueo
Como comprender¨¢n f¨¢cilmente, no tengo la costumbre de leer informes del Parlamento Europeo ni de ning¨²n otro Parlamento; sin embargo, a instancias de un amigo jurista, he le¨ªdo un documento que les recomiendo si les gusta la literatura de terror: se trata del informe elaborado por la diputada danesa Marguete Auken sobre "el impacto de la urbanizaci¨®n extensiva en Espa?a en los derechos individuales de los ciudadanos europeos, el medio ambiente y la aplicaci¨®n del Derecho comunitario". Es un texto de 30 p¨¢ginas que se puede leer tanto como un relato espeluznante cuanto como un peque?o tratado acerca de las peores conductas en materia pol¨ªtica y moral.
De hecho, yo introducir¨ªa el informe de la se?ora Auken como lectura obligatoria en escuelas y universidades, y adem¨¢s, exigir¨ªa su conocimiento detallado previo a todo candidato a ocupar un cargo p¨²blico. Ustedes se preguntar¨¢n por qu¨¦ muestro tanto entusiasmo por ese documento redactado con la falta de gracia que caracteriza a este tipo de escritos, y la respuesta es que puede considerarse un espejo contundente que refleja, sin florituras ni hipocres¨ªas, la abyecci¨®n incrustada s¨®rdidamente en nuestra vida p¨²blica.
La devastaci¨®n del litoral espa?ol escandaliza al Parlamento Europeo
Con el PP en Valencia o el PSOE en Andaluc¨ªa, el pillaje ha sido masivo
Lo que de entrada llama m¨¢s poderosamente la atenci¨®n es la conspiraci¨®n del silencio que rodea al asunto y que se explica por la vergonzosa alianza de los eurodiputados socialistas y populares espa?oles en el momento de rechazar el informe de Auken que, no obstante, fue aprobado por el Pleno del Parlamento Europeo a finales del pasado mes de marzo por 349 votos contra 110, con 114 abstenciones. Una arrolladora mayor¨ªa a la que se opusieron hasta el final populares y socialistas, tan lamentablemente estos ¨²ltimos que, seg¨²n informaron los peri¨®dicos al d¨ªa siguiente de la votaci¨®n, Michael Cashman, socialista tambi¨¦n ¨¦l y autor de un informe previo sobre el tema, acab¨® votando a favor de la resoluci¨®n.
Le¨ªdo el escrito no extra?a en absoluto aquella conspiraci¨®n de silencio, pues son tantos quienes quedan retratados que apenas es comprensible que un esc¨¢ndalo de tales dimensiones haya podido oscurecerse con permanente disimulo durante d¨¦cadas. F¨ªjense, adem¨¢s, que, condenada Espa?a severamente por la impunidad que ha rodeado a la corrupci¨®n, tampoco con posterioridad nuestros foros parlamentarios se han hecho eco de la resoluci¨®n europea y, c¨®mplices entre s¨ª los diversos partidos, ha continuado la alegre pol¨ªtica de poner la cabeza bajo el ala.
Personalmente, la sensaci¨®n m¨¢s desagradable que me ha quedado tras la lectura del informe Auken es que el gran saqueo, la devastaci¨®n sistem¨¢ticadel litoral espa?ol, y no s¨®lo del litoral -una devastaci¨®n que afectar¨¢ a varias generaciones, las cuales se?alar¨¢n a la nuestra como culpable-, es algo acaecido durante la democracia y no antes, en el franquismo. Los destrozos heredados de ¨¦ste se han multiplicado, en las d¨¦cadas democr¨¢ticas, hasta l¨ªmites insoportables. La conclusi¨®n no es dif¨ªcil: nuestra democracia ha sido tan d¨¦bil y tan poco vigilante que ha aupado una aut¨¦ntica antidemocracia que pone en cuesti¨®n, como actualmente se est¨¢ comprobando, muchos de nuestros supuestos avances.
Esta idea inquietante se desarrolla exhaustivamente en el informe con una relaci¨®n minuciosa de hechos igualmente inquietantes cuyos protagonistas tienen en com¨²n la codicia, una concepci¨®n mafiosa de la pol¨ªtica y un sentimiento de impunidad que resulta tanto m¨¢s irritante por el descaro con que se manifiesta. De hacer caso a Auken, y al Pleno del Parlamento Europeo, la responsabilidad del desastre se propaga por todos los c¨ªrculos del Estado espa?ol, desde el m¨¢s general al m¨¢s local. En este peculiar relato de terror se cita con la misma dureza a la Generalitat valenciana en manos de los populares que a la socialista Junta de Andaluc¨ªa, tuteladora de diversos pillajes en Almer¨ªa y sustentadora, por acci¨®n u omisi¨®n, de esa peculiar joya de la corona de la corrupci¨®n que ha sido Marbella. Al igual que sucede con todo buen relato de terror hay tambi¨¦n en el texto pasajes c¨®micos, como las trampas que diversos funcionarios tienden a las comisiones de investigaci¨®n enviadas desde Bruselas o las aireadas protestas de castizos alcaldes quejosos con la intromisi¨®n de las narices n¨®rdicas en las suculentas recalificaciones de los terrones mediterr¨¢neos.
A estas alturas, y con murallas de hormig¨®n por todos lados, sabemos perfectamente que s¨®lo a la sombra de pol¨ªticos ventajistas ha podido tejerse la telara?a de especulaci¨®n y codicia de la que ahora parecemos lamentarnos. Sin embargo, lo grave es que ya lo sab¨ªamos. Estos a?os de destrucci¨®n del territorio del patrimonio han transcurrido a la vista de todos. Bastaba coger el Euromed para comprobar lo que ocurr¨ªa en la costa castellonense o alicantina; bastaba atender al v¨¦rtigo de los precios de las viviendas, presentado a menudo como signo de nuestro progreso colectivo, para percibir que algo nauseabundo se cocinaba a nuestro alrededor.
?A nuestro alrededor? Con su crudeza estil¨ªstica Marguete Auken pone el dedo en la llaga al describir la corresponsabilidad de los ciudadanos en la callada aceptaci¨®n del delito. Es cierto que a la cabeza del cortejo de la corrupci¨®n han marchado pol¨ªticos vendidos, especuladores o avariciosos y prestamistas fraudulentos, pero ?y tras ellos? Conchabados promotores inmobiliarios, concejales e instituciones financieras, ?qu¨¦ hac¨ªan los jueces? Seg¨²n Auken, poco, y lo poco que hac¨ªan lo hac¨ªan tan lentamente que es como si no hicieran nada. La polic¨ªa iba en consonancia con los jueces. Pero tampoco los otros estamentos ciudadanos ofrecieron resistencia. Los medios de comunicaci¨®n han reaccionado tarde y los ciudadanos han acabado horroriz¨¢ndose como consumidores m¨¢s que como ciudadanos.
Hasta aqu¨ª el relato de terror con que la se?ora Auken ha descrito vivamente, con ingenuidad n¨®rdica y con toda la raz¨®n del mundo, el gran saqueo de lo que pertenec¨ªa al futuro por parte de nuestros modernos depredadores. Casi nada m¨¢s se puede a?adir al cuadro trazado que, en buena medida, explica las dram¨¢ticas percepciones sobre la actual crisis econ¨®mica.
Aunque bien pensado, quiz¨¢ s¨ª se puede a?adir algo: el gran saqueo material de todos esos a?os, generador de enormes fortunas y de da?os irreparables, no habr¨ªa sido posible si, paralelamente, no hubi¨¦ramos incurrido en el gran saqueo de las conciencias al que ahora denominamos "falta de valores", "novorriquismo" y cosas semejantes, pero que en los a?os opulentos, o que cre¨ªamos opulentos, estableci¨® una f¨¦rrea cadena de complicidades entre estafadores y futuros estafados, vinculados unos con otros por el sue?o del dinero -sue?o, luego, pesadilla para las v¨ªctimas- y por la confusi¨®n entre bienestar y beneficio. Gracias, se?ora Auken.
Rafael Argullol es escritor.
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