Un telef¨¦rico de alto riesgo
El promotor del proyecto reconoce que no tiene financiaci¨®n ni permisos
?scar L¨®pez ha repetido ya varias veces la idea -"Si ciudades como Madrid y Barcelona tienen telef¨¦rico, ?por qu¨¦ no va a tenerlo Valencia?"- sentado en la exclusiva ¨²ltima planta de un hotel, con la azul¨ªsima agua y los blanqu¨ªsimos edificios de la Ciudad de las Artes y las Ciencias all¨¢ abajo, como en una maqueta, cuando alguien responde: ?Porque Valencia es llana?
L¨®pez, empresario inmobiliario, visionario de grandes proyectos (hace dos a?os present¨® Isla Luna, una isla artificial de 1,6 millones de metros cuadrados frente a la playa de la Malva-rosa de la que no se ha vuelto a o¨ªr palabra), contesta sin vacilar: hace tiempo que los telef¨¦ricos dejaron de servir a su objetivo original, salvar diferencias de altitud, para convertirse en un atractivo tur¨ªstico. Una perspectiva diferente sobre las ciudades. Un negocio. M¨¢s barato de poner en marcha que la isla artificial. Aquella costaba 5.000 millones de euros; el telef¨¦rico saldr¨ªa por 100 millones. Si sale. L¨®pez reconoci¨® que al grupo de empresarios que hay detr¨¢s de la iniciativa, cuyo nombre se neg¨® a dar, les falta el permiso de las administraciones (necesitan el de las tres) y entre el 70% y el 80% de la inversi¨®n total.
Isla Luna costaba 5.000 millones; el telef¨¦rico saldr¨ªa por 100
Para cubrirla, Telef¨¨ric Valencia, como se llama la empresa, baraja poner en marcha algo parecido a una cuestaci¨®n. Los ciudadanos efectuar¨ªan peque?as aportaciones (30, 50, 100 euros), a cambio de descuentos una vez que las cabinas surquen el cielo de la ciudad, o de ver su nombre inscrito en la pared de una estaci¨®n.
En su versi¨®n extendida, el recorrido empezar¨ªa en el puerto y terminar¨ªa junto al futuro estadio del Valencia. En la abreviada, la que seg¨²n L¨®pez podr¨ªa estar funcionando en agosto de 2010, a tiempo para el Gran Premio de F¨®rmula 1, si obtuvieran en breve la concesi¨®n administrativa -como las de las autopistas o la que pidi¨® para la isla artificial-, unir¨ªa la d¨¢rsena construida para la Copa del Am¨¦rica con la Ciudad de las Ciencias. La concesi¨®n deber¨ªa ser a 50 a?os.
El telef¨¦rico tomar¨ªa el viejo cauce del Turia como eje. L¨®pez, consejero delegado de la sociedad, se apresur¨® a asegurar que los postes no interferir¨ªan en las actividades t¨ªpicas del r¨ªo, que su impacto paisaj¨ªstico ser¨ªa menor ("podr¨ªan cubrirse con hiedra"), y que el telef¨¦rico es en s¨ª mismo un medio de transporte ecol¨®gico. No est¨¢ de m¨¢s recordar que cuando present¨® la Isla Luna, en la feria Urbe de 2007, L¨®pez la consider¨® un "proyecto sostenible, pensado para que tenga el menor impacto medioambiental".
Los precios ser¨ªan relativamente econ¨®micos: el recorrido entero costar¨ªa 10 euros; la ida y vuelta, algo menos de 20; un boleto desde el puerto al Museo de las Ciencias, siete. Y habr¨ªa cabinas VIP: con restaurante a bordo, blindadas (por si vuelve el Papa, coment¨® el consejero delegado) o suspendidas en el aire para seguir las regatas o las carreras de F-1. El recorrido medir¨ªa algo menos de 13 kil¨®metros. Ser¨ªa, dijo L¨®pez, el m¨¢s largo del mundo. Honor que hoy se atribuyen varios telef¨¦ricos. Tirando por lo bajo, la empresa calcula que tendr¨ªa 600.000 pasajeros anuales.
El plan del telef¨¦rico estaba listo en febrero de 2008, y su idea naci¨® antes de que estallara la crisis. "Desde entonces", afirm¨® ayer el consejero delegado, "s¨®lo han pasado cosas malas".
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