"Mi hija, reh¨¦n en Argelia"
Sarkozy apoya a un franc¨¦s para que recupere a su hija, de 7 a?os, retenida por el Estado argelino
Mi hija est¨¢ secuestrada en Argelia". Jacques Scharbook, de 56 a?os, oscila entre la ira y la desesperaci¨®n cuando narra sus cuatro a?os de lucha para recuperar a Sophie, que ahora tiene siete a?os, retenida en Argelia primero por su abuela materna y ahora por el Estado. Los tribunales argelinos le han dado siempre la raz¨®n, pero, aun as¨ª, no ha vuelto a ver a la peque?a desde 2005.
El litigio en torno a Sophie se ha convertido en un asunto de Estado entre Francia y Argelia desde que el presidente Nicolas Sarkozy se involucr¨® en marzo. La disputa es una de las causas de la cancelaci¨®n de la que iba a ser -en junio- la primera visita oficial a Par¨ªs del jefe de Estado argelino, Abdelaziz Buteflika, desde que, hace ya dos a?os, Sarkozy gan¨® las presidenciales.
La abuela de la ni?a da a entender que los buenos musulmanes no pueden entregar a sus hijas a un cristiano
La relaci¨®n de Scharbook con Argelia arranc¨® en 1984, cuando empez¨® a trabajar all¨ª para empresas automovil¨ªsticas. En 1997 enviud¨® y fue tambi¨¦n nombrado director comercial de la rama local de veh¨ªculos pesados de Renault. Tres a?os despu¨¦s conoci¨® en Or¨¢n a Farah Bennekrouf, una argelina treinta?era divorciada. Era "guapa y coqueta", seg¨²n el diario El Watan.
Ambos contrajeron matrimonio al a?o siguiente, primero el isl¨¢mico en Or¨¢n y despu¨¦s el civil en Seine-sur-Mer (Francia). Farah se qued¨® embarazada y se traslad¨® a Francia para dar a luz en diciembre de 2001. "Nuestra hija s¨®lo es francesa, porque entonces la legislaci¨®n argelina -fue modificada en 2005- no permit¨ªa a las madres transmitir la nacionalidad", afirma Scharbook.
De regreso a Argelia, la familia vivi¨® en Arzew, cerca de Or¨¢n, hasta que Farah falleci¨® en un accidente de autom¨®vil en marzo de 2005. Dos semanas despu¨¦s del entierro, Scharbook anunci¨® a su suegra, Safia Bennekrouf, de 76 a?os, que en breve llegar¨ªa de Francia su hermana Colette para ayudarle a cuidar a la cr¨ªa. La abuela aprovech¨® entonces, el 10 de abril de 2005, una visita de Sophie a su casa para secuestrarla.
El padre intent¨® primero una mediaci¨®n, a trav¨¦s del im¨¢n que celebr¨® su boda religiosa. Despu¨¦s acudi¨® a los tribunales de Or¨¢n, que en primera y segunda instancia otorgaron a Scharbook la guardia y custodia de su hija. Hace ya 15 meses, la Corte Suprema confirm¨® la sentencia.
A lo largo de todos estos a?os, la fiscal¨ªa de Or¨¢n orden¨® hasta siete veces la b¨²squeda de Sophie, pero la ni?a no apareci¨®. La que s¨ª estuvo omnipresente fue la abuela. Ante las c¨¢maras de las televisiones ¨¢rabes v¨ªa sat¨¦lite defendi¨® su causa dando a entender que los buenos musulmanes no pueden entregar a su hija a un cristiano. Varios diarios argelinos en ¨¢rabe secundan a la anciana con argumentos nacionalistas. Advierten, adem¨¢s, al Gobierno que no puede doblegarse ante las presiones francesas.
Trece meses despu¨¦s de la sentencia del Supremo, una unidad de la Brigada de Investigaci¨®n e Intervenci¨®n, la ¨¦lite de la polic¨ªa argelina, se desplaz¨® de Argel a Or¨¢n para asaltar, en el populoso barrio de Gambetta, uno de los pisos frecuentados por la abuela. Actuaron con cuidado porque la anciana hab¨ªa amenazado p¨²blicamente con suicidarse, junto con la ni?a, si le quitaban a su nieta. Se la quitaron. Ella y buena parte de los varones de su familia est¨¢n ahora imputados por retenci¨®n ilegal y sometidos a control judicial.
Sin embargo, Sophie no ha sido devuelta a su padre. Cuando, despu¨¦s del asalto policial, Sarkozy telefone¨® al ministro de Interior argelino, Yazid Zerhouni, ¨¦ste le indic¨® que "por razones t¨¦cnicas" s¨®lo podr¨ªa entregarla dentro de tres semanas. Buteflika, que estaba entonces en campa?a electoral, no quer¨ªa tomar una decisi¨®n supuestamente impopular hasta despu¨¦s de las presidenciales del 9 de abril.
Ha transcurrido m¨¢s de un mes desde la cita con las urnas y Sophie, que est¨¢ supuestamente en un orfanato, no ha podido ser visitada ni siquiera por su padre o por el c¨®nsul franc¨¦s. Lo sucedido sac¨® de sus casillas a Abderram¨¢n Dahman, consejero de Sarkozy, que efectu¨® m¨²ltiples idas y venidas entre Par¨ªs y Argel: "Estoy indignado de que esta ni?a se haya convertido en reh¨¦n de no s¨¦ qu¨¦ peleas entre clanes rivales argelinos", declar¨®. "Es inhumano".
Rara vez las autoridades francesas se han volcado tanto en apoyo de uno de sus ciudadanos. Primero, el jefe del Gobierno, Fran?ois Fillon, tuvo un aparte con Scharbook. Despu¨¦s, el presidente le recibi¨® en el El¨ªseo y, a continuaci¨®n, llam¨® al titular argelino de Interior. La situaci¨®n jur¨ªdica de la peque?a "ha quedado clara y Francia pide que sea devuelta a su progenitor", insist¨ªan al un¨ªsono la semana pasada, en Par¨ªs, Fr¨¦d¨¦ric Desagneaux, portavoz de la diplomacia francesa, y, en Argel, Francis Heude, c¨®nsul de Francia.
Para Scharbook, que fuma sin parar y no logra conciliar el sue?o, el Estado "debe movilizarse a¨²n m¨¢s". "De lo contrario, me encadenar¨¦ a la verja del El¨ªseo", amenaza. "Vivo un calvario", asegura al tel¨¦fono. "Me siguen robando a?os de su vida", a?ade. "Tengo la impresi¨®n de que quieren que reviente".
El tormento del padre a¨²n no ha terminado. A la retenci¨®n de Sophie, ahora por las autoridades argelinas, se acaba de a?adir una sorpresa judicial. Ausente durante a?os, ha surgido Mohamed Yousfi, el primer marido de la difunta Farah. Reivindica la paternidad de Sophie, a la que llama Safia, un nombre ¨¢rabe. Un tribunal de Or¨¢n se pronunciar¨¢ el 25 de mayo, pero su veredicto es recurrible. El suplicio de Scharbook todav¨ªa puede durar a?os.
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